Sus padrinos políticos y económicos atestiguaron ( crónica )

Ismael Hernández Deras rindió protesta como
candidato del PRI a la gubernatura de Durango

Por Juan Monrreal López

Durango, Dgo.- La mañana del 8 de enero, amaneció más temprano en los municipios campesinos de Durango. El silencio de las plazas de los ayuntamientos rurales como San Dimas, Topia, Rodeo, Mezquital del Oro; fue roto por los ronquidos del los camiones. Los perros se alborotaron, lanzando feroces tarascadas a los últimos momentos de la noche, en el centro de estas cabeceras municipales.
El equipo de logística del ahora candidato a la gubernatura del estado de Durango, por el PRI, Ismael Hernández Deras, envió a estos sitios, los cuadrúpedos patas de hule. La encomienda era atiborrarlos de campesinos acarreados a la toma de protesta. Allí iniciaría su campaña este nuevo Mercurio del poder.
La leva, efectivamente llegó antes de las 4 y media de la tarde a la plaza del Cuarto Centenario, de la ciudad de Durango.
Las instrucciones de los enganchadores políticos fueron claras para las tropas enlistadas; llevar agua, naranjas, plátanos y cañas, para no pasar sed y tengan que mascar. Encadenados por promesas, treinta pesos y despensas que recibirían, los reclutas invadieron las calles estrechas de esta ciudad vetusta.
Temprano, las mezquinas arterias que cortan las entrañas de esta capital, comenzaron a colapsarse; el exceso de vehículos automotores vomitaban en las esquinas duranguitas, a un número desproporcionado de ciudadanos, por cierto, los más arruinados de la entidad y quizá del país.
La calzada del Paseo de las Alamedas, una de las arterias más amplias de la capital, fue saturada por los furgones automotrices, donde viajó apiñada, la eterna carne de cañón electoral; los más desangrados del campo, junto a sus pares; poquísimos habitantes urbanos de barrios marginales, sacados de las colonias proletarias de esta localidad y un pequeño lunar empujado de Gómez Palacio.
El reto de los recaudadores políticos, era rebosar la plaza del Cuarto Centenario. Enclavada frente al añoso y descuidado Palacio de Zambrano, el lugar donde se encuentran las oficinas del ejecutivo estatal; por ahora ocupadas por un indolente e incapaz Ángel Sergio Guerrero Mier.
Lejos se ven los tiempos y las promesas que este funcionario – eternamente cansado- hiciera en su campaña. “ Al progreso de una vez, tenlo por seguro” pero, como siempre sucede, puro lema de campaña.
En casi seis años de gestión, en Durango, la pobreza de sus pobres se acendró. Por eso, cientos de miles de los ciudadanos se marcharon a los Estados Unidos a buscar otras esperanzas, porque en su tierra, hasta de esas fueron despojados. Marcharse o morir.
Así, colonias completas de duranguenses construyeron sus pueblos en otros lares. Los Ángeles, Chicago, Phoenix, Dallas, Houston, Garland, reciben los beneficios del trabajo de los desterrados de estas tierras.
No obstante, habrá que reconocerle a Guerrero Mier, que si bien no pudo avivar el asunto agropecuario; con sus desaciertos, impulsó el establecimiento de casas de cambio en casi toda la geografía del estado, colgando a nuestros pueblos a la economía global de esta manera.
Los dólares de nuestros ausentes, son verdaderas remesas de oxígeno puro; gracias a ellos, la vida artificial de la mayoría de nuestros pueblos continúa, a pesar de la plaga de casas muertas que los invadió.
Otro reconocimiento. Ángel Sergio Guerrero Mier, se agasaja públicamente por “uno de mis más grandes logros; la tranquilidad que aquí existe”. Por esta causa, Durango está convertido “en un lugar de descanso” para los narcotraficantes más poderosos del país.
Mientras los camiones que transportaron a la gente se estacionan a ocho o diez cuadras del evento, lustrosos vehículos Pathfinder, Windstar, Expedition, con sus respectivos chóferes, se estacionan a un lado del estrado, a escasos 15 metros, desde donde el nuevo alfil del partido Revolucionario Institucional, Ismael Hernández Deras, pronunciará su discurso priísta, cada vez más tautológico.
Porque en este estado, los ciudadanos revolucionarios, democráticos y progresistas no tienen cabida en la vida Institucional. El propio Francisco Villa, tuvo que marcharse a Chihuahua y después a la Laguna a levantar su lucha.
Atiborrada, la plaza del Cuarto Centenario, faja a sus aproximadamente tres mil asistentes. Cifra magra, comparada a las multitudes que este partido reunía en este estado – hasta hoy – eminentemente priísta.
Tres mil asistentes, son pocos. Retratan que los 1500 delegados a la reciente convención tricolor del 14 de diciembre pasado; donde Ismael Alfredo Hernández Deras, fue ungido como abanderado, apenas si pudieron cargar a un vecino o familiar más, a esta desangelada fiesta.
Por más que las lideresas retumban las escasas tamboras, acompañándose de sus vozarrones de vendedor callejero desesperado, la abulia reina en la plazoleta.
Un grupo de periodistas oficiosos – dispuesto a hacer méritos desde ahora con el nuevo delfín del poder- están preocupados al igual que los organizadores, por el engendro de apoyo tramado para esta candidatura.
Preguntan insistentemente a este reportero, si en verdad la plaza del Cuarto Centenario apelotona 8 mil asistentes. Exagerando, si acaso son cuatro mil, ataja mi acompañante.
Las filas fueron dispuestas con 35 sillas de extremo a extremo de la explanada, por ochenta a lo largo de toda la plaza. Sumadas diez gradas periqueras donde se amontonan 150 personas, por cada una, no más; imposible meter 8 mil personas allí.
Si al interior de la explanada el furor es parco, fuera del perímetro de la plazoleta, el mitin a nadie interesa, salvo por la obstrucción de la vialidad, que volvió un caos el tránsito del entresijo urbano.
Por fin, el momento cumbre llega. Ismael Alfredo Hernández Deras, envuelto en un traje negro, tocado con una corbata color sangre, rendirá protesta como candidato del PRI a la gubernatura.
Desconcertado, Hernández Deras, se coloca distante de Roberto Madrazo Pintado, dispuesto en un extremo del podio. Sorprendido, el ahora candidato recibe instrucciones de su mentor político, el ex gobernador Maximiliano Silerio Esparza. Sin rubor, lo instruye como rendir protesta.
En los pasillos de la política se sabe que Silerio Esparza realizó los amarres necesarios con los otros precandidatos – registrados y no – para que Hernández Deras se alzara con la nominación frente a su enemigo, el ex alcalde gomezpalatino, Carlos Herrera Araluce.
Hernández Deras, bien portado, obedece las reglas de conducta que su maestro le dicta. Aun no encuentra su propio camino.
Maximiliano Silerio lo hizo alcalde de Durango, senador y ahora candidato del PRI a la gubernatura.
Allí, arriba del podio, Ismael Alfredo Hernández representa perfectamente la campechana mental y oportunista, disfrazada de pragmática, de la “nueva clase política”.
A sus espaldas, uno de sus patrocinadores económicos, Natividad González Parás gobernador de Nuevo León, atestigua que los veinte millones que reunieron en una “súper vaquita” a solicitud de las defenestrada coordinadora de la diputación priísta, entre él, Tomás Yarrington Ruvalcaba, gobernador de Tamaulipas y Enrique Martínez y Martínez, ejecutivo de Coahuila, no fueron despilfarrados en vano.
Elba Esther Gordillo Morales, los convenció de apoyar a este nuevo prospecto para la liga de gobernadores, enemigos de Roberto Madrazo. La líder moral del magisterio inyectó de su peculio “ heredado de mi abuelo” 5 millones más.
Allí pues, en el que ha sido hasta ahora el momento culminante de la vida de Ismael Alfredo Hernández, reunió a su mentor madracista, Maximiliano Silerio y los enemigos – por el momento- de Roberto Madrazo Pintado.
Con un par de telepronters delante, el presidente nacional del PRI tomó la protesta de este híbrido radiante, lleno de temblorinas de felicidad.
Tiritando, Ismael Alfredo se coloca frente a los micrófonos para enviar su mensaje. Habla de unidad partidista, pero en el estrado no se encuentra Carlos Herrera Araluce, su competidor más acérrimo, al que venció por apenas 32 votos de margen.
Agradece la presencia de los otros precandidatos registrados. Al senador y uno de los favoritos de Guerrero Mier, Adrián Alanís Quiñónez. Enseguida cita al alcalde de Durango, José Rosas Aizpuro, quien se sabe, traicionó el pacto urdido con Carlos Herrera, a quien costó 2 millones.
Orondo, José Rosas Aizpuro, descansa al lado de los ex gobernadores duranguenses, José Ramírez Gamero y Héctor Mayagoitia Domínguez. El alcalde de la llamada perla del Guadiana, es como Ismael Alfredo Hernández, producto político de Maximiliano Silerio Esparza. Al escuchar su designación, Rosas Aizpuro, nervioso, se mesa su cabello color caoba, recién teñido.
Junto a ellos, justo al centro de la tribuna, la cada vez más joven Margarita García de Guerrero Mier, sonríe rutilante. Ella representa el poder de su marido, el gobernador del estado.
En sus agradecimientos, Hernández Deras, ni siquiera menciona, al ex precandidato guerrerista, el diputado federal Ulises Adame de León. Este permanece sentado en segunda fila, enfundado en una chamarra de paño negro.
Así, entre gratitudes, resalta la presencia de uno de sus patrocinadores, Natividad González Parás; también reconoce la visita del gobernador tabasqueño, Manuel Andrade “ el gordo” según sus gobernados.
Allí amontonados en la tarima, convidados de piedra, ni siquiera son aludidos. El testaferros de Raúl Sifuentes Guerrero, secretario de gobierno de Coahuila, el presidente del PRI coahuilense, José Luis Flores Méndez “el chapo” recarga su humanidad en la última hilera de la plataforma.
Samuel Aguilar, otro crío político de Silerio Esparza, aguarda callado junto a su criador. Sabe que Maximiliano lleva mano en el ánimo del bisoño Ismael.
Así, entre auto alabanzas a la democracia interna priísta, reconocimientos a la obra de gobierno de Guerrero Mier y la latente preocupación del derrotero que puedan tomar los grupos políticos laguneros, Hernández Deras dijo que “ estaré cercas ( sic ) de la Laguna”. Porque al final de cuentas, el candidato tricolor sabe que su auditorio fue eminentemente rural, de puros municipios serranos.
Los contingentes urbanos de la Laguna, nunca llegaron, a excepción de los quizá 150 arrastrados, que Pedro Luna Solís e Isidro Barrientos – oportunista del partido Duranguense, ex miembro del PT- colocaron en las gradas periqueras, lejos de los ojos y oídos de Ismael.
Hay preocupación de Hernández Deras, desasosiego que no se borra con los pírricos confetis y serpentinas arrojados en el evento.
Los abrazos forzados abajo del estrado, no neutralizan los libelos de apoyo a Carlos Herrera Araluce, firmados por un frente organizado de vecinos del Valle del Guadiana, repartidos en el corazón de su festejo. Esto, más las declaraciones del precandidato panista Andrés Galván, señalando la traición de Rosas Aizpuro, al ex presidente municipal de Gómez Palacio; son señales inequívocas que este proceso, aún no se encuentra finiquitado.

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