Para protegerse con el fuero, Sergio Uribe
Rodríguez, diputado local por Durango
Lleva seis años realizando operaciones de enlace para el grupo Carlos Herrera
Acumula riqueza inexplicable.
La fortuna de Sergio Uribe Rodríguez – ex secretario particular y jefe de Comunicación Social, de los dos últimos alcaldes de la ciudad de Gómez Palacio – creció desmesuradamente en los últimos seis años. Bien, por la disposición ilegal de los recursos públicos que hizo uso; o bien, aprovechando la cercanía con el poder de los jefes del grupo Carlos Herrera; así como por cobrar, ilegalmente, facturas de diversos medios de comunicación y periodistas que fueron sus aliados.
La historia de Uribe Rodríguez, es simple. Fue ubicado en la fuente oficial de esta ciudad por el diario Noticias del Sol de la Laguna, del que fue empleado. Desde allí, por indicaciones del ex segundo regidor Régulo Esquivel Gámez, – ex jefe de obras públicas, ex alcalde, ex director del diario mencionado, ex tesorero – buscó afanosamente ganar los afectos del entonces precandidato del PRI a la presidencia municipal – por segunda vez – Carlos Herrera Araluce.
Cachorro periodístico de Esquivel, siempre contó con su respaldo. El instrumento de Uribe era negociar buenas entradas económicas para los directivos del medio, como el propio Uribe lo difundía. También ex alcalde gómezpalatino, Régulo Esquivel, fungía entonces como director del periódico y pertenece al grupo Carlos Herrera desde 1974.
Desde siempre, Uribe Rodríguez, destacó por su forma singular de “chayotear” es decir, venderse al mejor postor para escribir notas favorables en las páginas del diario. “Yo no me ensucio las manos, ponme el dinero en el bolsillo de la camisa” decía despegando el fondillo de su blusa.
Ahora, con fortuna económica inexplicable – bienes raíces, vehículos, cuentas bancarias – “quizá se encuentre muy sucio; porque si aparece en las listas de la DEA, no es por que reluzca de limpio” dice un funcionario gubernamental federal.
Por Juan Monrreal López
Gómez Palacio, Durango.-La candidatura de Sergio Uribe a la diputación local por el X Distrito electoral de Durango, entró con calzador. Allí lo zambulló Carlos Herrera, contra todas las oposiciones silentes de su partido.
Sin carrera partidista, al momento de la nominación, los méritos de Uribe Rodríguez, residían en dos puntos; su suegro Jesús Reyes Esquivel – ya fallecido- había sido alcalde de ciudad Lerdo, y al momento de los nombramientos a las diputaciones, llevaba casi seis años encomendado a la agenda particular y la comunicación social del grupo Carlos Herrera, actividad que fue determinante para alcanzar la nominación.
Además, junto con esto, coincidió la debilidad política en la Laguna, de Ismael Alfredo Hernández Deras, hoy gobernador de Durango.
Para los priístas disidentes del grupo herrerista; la diputación de Uribe, lejos de corresponder a una estrategia política del grupo Carlos Herrera, obedece sobre todo, a brindarle protección con el fuero de la diputación local duranguense, camino que el propio Carlos Herrera, siguió con la curul federal que nunca ha ocupado.
Las componendas de las cúpulas
El aferramiento por convertir a Uribe Rodríguez, en legislador, fue tal, que las formas no se cuidaron. Las llamadas de Sergio a varios jerarcas panistas locales, se sucedieron cotidianamente para intercambiar información –unas por otras, dicen – acerca de la marcha de las campañas de su colega priísta Octaviano Rendón Arce, así como de su contrincante blanquiazul en el Distrito X, Gerardo Nolasco.
El maridaje fue tanto que inclusive, el propio candidato blanquiazul a la alcaldía Francisco “Paco” Ramírez, cayó en la tentación de reunirse con los jefes de este grupo en uno de sus restaurantes de Torreón, Coahuila.
Así, el establecimiento Toni Roma‘s se convirtió en varias ocasiones, en la sede de las pactos e intercambio de información, acerca del ambiente de las respectivas campañas proselitistas.
Además, el aparente distanciamiento del hoy alcalde, el priísta Octaviano Rendón Arce de sus ex jefes, motivó que Carlos Herrera, fintara a los alba azules; quienes a cambio de algunos pesos y centavos, creyeron que los rencores de Rendón Arce con el grupo Carlos Herrera, eran reales. De hecho, el candidato panista, Paquito Ramírez Ávila, así lo difundía entre quienes le llevaron la campaña.
De esta manera, Uribe Rodríguez, siempre tuvo información fresca de la campaña de Gerardo Nolasco, el contrincante político más fuerte en el Distrito X, mejor aún; la delación venía del propio bando de Nolasco: el candidato a la alcaldía del partido Acción Nacional, Francisco Ramírez Ávila.
Campaña protegida
La nominación de Uribe Rodríguez, sólo es explicable por el entreguismo y el pavor de los priístas municipales, al jefe de este grupo.
Sin carrera ni talacha partidaria, Uribe fue incrustado como candidato, una vez que su patrón Carlos Herrera Araluce fue derrotado en la lucha por obtener la candidatura a gobernador, en la Convención estatal priísta del 14 de diciembre de 2003.
“Urgía protegerlo. Descobijado y con la historia personal que tiene, era un punto débil. Por eso, amenazaron, exigieron y compraron voluntades. El asunto era convertirlo en diputado, costara lo que costara. Sergio Uribe sabe mucho de este grupo. Y como todo mundo conoce, no todas las actividades de este grupo son empresariales o políticas” dice un militante del sector popular del PRI.
Copadas las instancias del PRI municipal por el grupo Carlos Herrera, sin guardar las formas, el herrerista presidente de la Comisión de procesos internos, Humberto González Bracho, calificó el miércoles 3 de marzo, como candidatos únicos a las diputaciones locales a Sergio Uribe Rodríguez, para el Distrito X, y a Rigoberto Flores Ochoa, para el Distrito XI. Misma treta que siguieron cuando Carlos Herrera se registró como precandidato a la diputación federal, descalificando contra los estatutos priístas a la maestra Martha Alicia López.
Y de allí pa`l real. La maquinaria que aseguraría a Uribe Rodríguez, alcanzar este festón de inmunidad denominado diputación local, aceleró su marcha.
Funcionarios municipales que ya venían trabajando con esta conexión del grupo Carlos Herrera, llamado Sergio Uribe, renunciaron al trabajo administrativo municipal, sólo para guarecerse de las críticas y eludir los escasos veinte días de belicosidad mantenida por la campaña del candidato panista a la alcaldía, Francisco Ramírez Ávila.
Ya adscritos a cuidarle las espaldas a Sergio Uribe, los ex funcionarios municipales, Raúl Antonio Meraz, Lorenzo Natera, Efrén Guerrero y Apolinar Rosales, pese a su renuncia, siempre siguieron cobrando en la nómina del Ayuntamiento.
En el caso de Raúl Antonio Meraz, como en algunos otros, esto no es nuevo (ver Demócrata Norte de México, número 78).
Protección para todos
Arrojados de la posibilidad de agandallar el poder estatal, el grupo Carlos Herrera se atrincheró en la posibilidad de repetir como funcionarios en los distintos niveles de gobierno en los municipios laguneros. Por eso, amarró compromisos con todos los candidatos opositores, pero sobre todo, con su eterno empleado, Octaviano Rendón Arce, alcalde de Gómez Palacio, por cierto el municipio más importante de Durango.
Ahora, Uribe Rodríguez, con el fuero en la mano, pretende amalgamar al grupo que no entrará a despachar a la alcaldía, pero que la controlarán. Además cuenta con la complicidad del grupo de funcionarios que repetirán por noveno año consecutivo en la administración.
Sin experiencia legislativa, sin formación académica o autodidacta, este mensajero nada aportará a la vida institucional duranguense, peor, su fuero lo pondrá al servicio del mejor postor, siempre y cuando su jefe autorice las porquerías negociadas al amparo de la curul local.
Una cosa es clara, de aprobarse la iniciativa de Ley – que se discutirá en el próximo período de sesiones federal – para procesar a los legisladores o funcionarios que delincan o tengan cuentas pendientes con la Ley, Sergio Uribe, sin duda estará también en esa lista.
