Ex candidato a la alcaldía de Gómez Palacio
Francisco “Paco” Ramírez Ávila, traicionó al PAN

Pactó a escondidas con el jefe del grupo priísta Carlos Herrera
Premiado con empleo en la secretaría particular de Vicente Fox

Por Juan Monrreal López.

En marzo de 2003 conocí en la Cámara de diputados a Paco Ramírez. Era representante federal por el Distrito 02 de Durango. Presuroso, caminaba por uno de los pasillos de los entresijos de ese armatoste que es el edificio de San Lázaro. Con traje azul marino y corbata gris plateada recibía de una asistente algunos papeles que sólo atinó a poner bajo el brazo.
Evidentemente iba tarde. Casi corriendo, trataba de llegar a uno de los salones anexos a la sala de sesiones del Congreso. Tenía una hora y cinco minutos de atraso en una rueda de prensa programada a las doce de mediodía. Sólo que los puntos a tratar no eran asuntos referentes a los habitantes de su distrito, como tampoco del estado de Durango. Estaba cabildeando una transacción inmobiliaria para el desecador de Cuatrociénegas y poderoso lechero del grupo LALA, Florentino Rivero Alonso.
Con todo y prisas, Paco Ramírez se detuvo cuando el reportero Carlos Padilla Muñoz, efusivo, nos saludó para invitarnos a la rueda de prensa. Tartamudeando, Ramírez Ávila nos pidió que los acompañáramos a su cabildeo particular. La rueda de prensa estaba desairada.
Extrañados, reporteros de Chihuahua y de medios nacionales preguntaron quienes eran. En el pandemonium de las vanidades del poder existentes en la Cámara, difícilmente te conocen cuando no cuentas con un aparato de propaganda y muchos hilos de poder.
La diputación de Paco Ramírez, así como las miles de vacas de Florentino Rivero Alonso, sólo servían para ser algunos más de los que vagan por el recinto donde los intereses de la sociedad son los últimos en importar.
Menospreciada, aquella rueda de prensa evidenció el carácter de rastrerismo de los llamados representantes populares, especialmente la de Paco.
Solícito y presto, atendió las órdenes de Florentino Rivero Alonso –pues veía en él un financiador para su futura campaña- para entregarme en propia mano, toda la información referente al conflicto inmobiliario que mantiene en Chihuahua.
El propio Ramírez Ávila me prodigó un legajo propagandístico e información del caso. Chanceando, le dije a mi amigo Valentín Cardona -director de la revista Imagen Médica- “Paco va a ser el próximo candidato del PAN a la alcaldía de Gómez Palacio”. Feliz, Ramírez Ávila dijo en aquel mes de marzo que lo sería, y así fue.
Francisco Ramírez es uno de los herederos de los pedazos que dejara de Acción Nacional el ex candidato panista Jorge Arturo Torres Vargas -hoy al servicio del secretario de gobierno de Coahuila, Raúl Sifuentes Guerrero- pero también promotor del partido México Posible.
Paco, junto con otros miembros blanquiazules se confrontó –terso, como son los panistas– con el clan Castro Lozano; Rosario y Juan de Dios, concesionarios de Acción Nacional en la Laguna de Durango.
Por el raíl del caso de Florentino Rivero, Ramírez Ávila se alió con los legisladores litigantes, Diego Fernández de Cevallos y Fauzi Hamdam. El gancho fueron las enormes ganancias que podrían sacarle a este litigio de 800 millones de dólares, según nos confesó el propio Florentino Rivero.
Destetados de los Castro Lozano -como ellos mismos lo dicen-, Paco obtuvo la postulación a la alcaldía gómezpalatina fabricando sus propias ligas; igual como lo hizo hace cuatro años, cuando consiguió la candidatura a la diputación federal. Por eso, sin bochornos, con plena confianza en el camino recorrido anteriormente, afianzó el vínculo al jefe del grupo Carlos Herrera, quien apoyó su campaña a la diputación federal con algo más que despensas, hecho que es del dominio público en Gómez Palacio y al interior del Partido Acción Nacional.
Ramírez, consiguió la curul –entre otras causas- por el vacío inducido contra la campaña de la cetemista Manuela Domínguez, resuelto por Carlos Herrera, pero sobre todo, porque Paco Ramírez pasó a ser uno más de los patiños de este cacique.
La relación entre Paco y el jefe del clan Herrera siguió, tal como se mantiene hasta hoy. De hecho, nunca se ha roto. En Gómez Palacio el discurso no cuenta, los partidos tampoco; importa el tipo de conexión que se mantenga en lo oscurito con el grupo Carlos Herrera, aunque éste se encuentre en el ocaso.
Henchido por la confianza, Ramírez Ávila se alzó con la candidatura a la alcaldía de la ciudad, conservando siempre en mente la enorme necesidad de reunirse a escondidas con el líder –casi dueño– de la franquicia del Revolucionario Institucional de esta población. Más, Rámirez Ávila creyó ciegamente apostando todo al hipotético rompimiento de las relaciones entre Carlos Herrera y el candidato priísta Octaviano Rendón.
Paquito soñó con el mismo guión que funcionó contra Manuela Domínguez. Sólo que la diputación federal no es la alcaldía de la ciudad más importante del estado.
Desplegando dinamismo, en contraste con el candidato priísta Octaviano Rendón Arce, Paco colgó pendones; mintió, visitó medios de comunicación para difundir que él era de Gómez Palacio “que desde pequeño trabajó en el mercado”; es más, parecía no afectarle la frase de campaña elegida por alguien de su equipo afecto a los toros “ va por ti”.
Así, mientras los priístas retiraban funcionarios de la presidencia -expertos en rasurar padrones, recoger credenciales, repartir despensas, materiales de construcción- para incorporarlos a la campaña tricolor; Paco Ramírez y su gente siguieron como los pericos repitiendo como hace tres lustros “ si la gente sale a votar, vamos a ganar”; mientras el aparato mapachil de Guerrero Mier, Ismael Hernández Deras y Octaviano Rendón, permanecía afinándose para rasurar a cualquier potencial ciudadano que votara en su contra, limpiando seccional por seccional a los ciudadanos anti PRI.
Y por eso, Rendón Arce amasijó un grupo de reconocidos mapaches electorales, Raúl Antonio Meraz – hoy director de Desarrollo Social municipal- Jesús Monarrez, Juan José Ramírez, Nahum Tapia, Efrén Guerrero, Lorenzo Natera, Apolinar Rosales; todos ellos provenientes de puestos clave de la administración que encabezaba Juana Leticia Herrera de Lozano, hija del jefe del grupo Carlos Herrera.
Junto con esto, los compromisos privados de Ramírez Ávila -que se convirtieron públicos con el clan Herrera- desalentaron a un grupo numeroso de ciudadanos que desean sacar del Ayuntamiento a esta mafia.
Paquito retiró la denuncia en contra de un funcionario de la alcaldía que acarreaba gente a un evento proselitista del PRI encima de una camioneta municipal. Las bases panistas querían llevar el proceso hasta el final, pero los coordinadores de la campaña no quisieron molestar a su benefactor tricolor.
La dimisión a mantenerse con la denuncia por infracciones al proceso electoral ante la Fiscalía Especial para Delitos Electorales (FEPADE) levantó sospechas inmediatas, acerca de los motivos de fondo para hacerlo.
La mordacidad ciudadana dejó entrever que Paco ya había llegado a un arreglo con Carlos Herrera, porque esa situación estaba ocasionando problemas para su hija, la alcaldesa Juana Leticia Herrera.
Como quiera que sea, las campañas comenzaron a calentarse, a grado tal, que el miembro de la organización ultraderechista, “El Yunque”, y dirigente nacional del PAN, Luís Felipe Bravo Mena, se apareció dos veces por la ciudad en menos de una semana.
Hartos de perder, los blanquiazules de base desplegaron actividades que más temprano que tarde los llevaron a chocar físicamente con las hordas tricolores, cuatro días antes de las elecciones.
El miércoles 30 de junio las pandillas priístas golpearon a Zaida Mariela Saucedo Aguilar, de tan sólo 19 años, por repartir propaganda de Paco Ramírez.
Mientras esto sucedía, Ramírez Ávila, el de la frase torera, se reunía en Torreón con Carlos Herrera y su hijo Ernesto, en el restaurante Toni Roma`s.
Entre los jefes nada pasa. Los blanquiazules golpeados por los priístas nunca supieron de las entrevistas entre su candidato y el poder de facto en el PRI municipal gómezpalatino.
Así, los resultados electorales del 4 de julio a favor del PRI en este municipio no deben de extrañar. La derrota estaba pactada. Tan así es, que el equipo de campaña de Paco jamás expresó buenos comentarios de la empresa electoral de Gerardo Nolasco, quien contendió por Acción Nacional por la diputación local en el X Distrito, contra Sergio Uribe Rodríguez, hijo político y económico del clan Herrera; a quien sin duda, se pretende proteger con el fuero de la diputación local.
El temor es que las confidencias de funcionarios de la PGR, de que la DEA lo mantiene en una lista, y su aprehensión se consume, los mantiene ciscados. Con un candidato entregado, las estafas electorales de Guerrero Mier e Ismael Hernández Deras tuvieron campo abierto.
Un ejemplo. Según especialistas electorales de Acción Nacional, traídos ex profeso del Distrito Federal y de la capital de Durango, acampados en la sede del partido en esta ciudad, hasta el lunes 5 de julio a mediodía se habían detectado a más de mil 500 ciudadanos borrados del padrón electoral; situación que creó esperanzas en los blanquiazules de base para demandar la anulación del proceso electivo.
Pero fue Paco Ramírez, el de la frase torera, quien otra vez declaró que él no interpondría queja alguna. La derrota estaba convenida desde las primeras reuniones que sostuvo en el restaurante Toni Roma`s de Torreón, Coahuila, con el jefe del grupo Carlos Herrera y su hijo Ernesto Herrera Ale.
Paquito es otro de los que se presentan como redentores del blanquiazul. Mientras sus seguidores se desgañitaban y eran aporreados en las calles, él, bajo el aire fresco del restaurante atendido por guapas señoritas, sabía como los boxeadores corruptos que todo estaba arreglado. Él, aun con la derrota, ganaba.
“Con estos candidatos, imposible que pierda el PRI en esta ciudad” me dijo llorando un militante histórico de este partido, el propio domingo 4 de julio.
Por cierto, los panistas de elite –incluido el equipo de campaña de Paco Ramírez- “ya se sienten perdidos” para las elecciones municipales del año 2007; vaticinan que el candidato priísta será Ernesto Herrera Ale, el otro hijo de Carlos Herrera Araluce.
Mientras tanto, Paco Ramírez Ávila, premiado, ya hizo maletas para insertarse en la Secretaría Particular de Los Pinos, a un ladito de Vicente Fox, otro renegado de sus promesas de campaña.

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