Por Valentín Cardona

Febrero de 2003

Han pasado tres meses desde que el gobernador de Coahuila, Enrique Martínez y Martínez rindió su tercer informe de gobierno y hoy, como si fuera apenas ayer, veo y leo anuncios y más anuncios de los inconmensurables logros de su administración. Obra pública, educación, salud, vivienda, tenencia de la tierra, vialidades, comunicaciones, infraestructura…
Transito en mi vehículo por el centro histórico de la capital, Saltillo y todo su primer cuadro, los ruidos de mi viejo auto delatan que por esas calles parchadas y agrietadas no ha pasado la llamada obra pública. Recorro también algunos nuevos boulevares que dan vida a enormes extensiones de tierra antes inerte, se advierte que los sitios son reservados a los señores del dinero, para los programas de “vivienda”.
Me voy entonces a pueblos más alejados, llego blanco como el polvo que se desprende de esos caminos despedazados de terracería, algunos recuerdan, que, desde la época de Luis Echeverría presidente y Flores Tapia gobernador, nadie se ha asomado por ahí.
Al interior de las escuelas rurales los maestros comparten su sabiduría con niños de varias edades, juntos y revueltos. Por ser un sistema bidocente, explican los profesores, se da clases a los niños de primero, segundo y tercer grados en un aula, al mismo tiempo.
Cuarto, quinto y sexto grado, también en otra aula, al mismo tiempo.
La mayoría de las antes prósperas rancherías del Estado han desaparecido, bueno, siguen ahí, sólo que son pueblos fantasmas; colindan y contrastan de manera brutal con los Ranchos de políticos y poderosos.
Los niños aún niños han emigrado a las grandes ciudades, viven en los cinturones de miseria y en los asentamientos irregulares reservados para ellos por el Gobierno y los barones del dinero.
Veo como el gobierno oferta sus vidas a los mejores postores, ofrece a las maquiladoras y los grandes empresarios mano de obra suficiente y barata. Al término del espejismo, sólo se genera más pobreza. Los pobres siguen siendo pobres y entonces la “sociedad” los enfrenta y, para culminar su éxito, el gobierno satura los penales y se ve en la creciente necesidad de construir más.
El rostro humano que aparenta el gobierno del Estado es difundido a través de un gasto irreductible para el “control” de los medios… quienes promueven al exterior del Estado una tergiversada realidad.
Sin embargo, Enrique Martínez y Martínez ha construido un gobierno de excesos, de amigos y para los amigos, para colmo, con señalamientos cada vez más recurrentes de mantener vínculos con el narcotráfico.
El gobernador, exige al gobierno federal más participaciones económicas “equitativas y justas”, ¿para quién?… Pronto se esfumó la química que, según Enrique Martínez Morales, existía entre su papá y el “fraude” llamado Vicente Fox.
El gobernador se manifiesta por una reforma hacia el federalismo, pero nunca antes había protestado, recuerdo entonces las palabras del entonces senador Rosendo Villareal, “Enrique Martínez es institucional”.
Institucional como es, Enrique Martínez apenas hizo lo necesario para sacudirse de la poderosa influencia del exgobernador Rogelio Montemayor Seguy, pero sólo para que lo dejara gobernar a gusto y no compartir con él, ni una rebanada del pastel que sólo se comerá otros tres años.
De un repaso a las muchas publicaciones de la revista Demócrata Norte de México, se desprende que, en efecto, su gobierno es de amigos y para los amigos. Y lo que es más, a lo largo de sus textos se ha dejado al descubierto una turbia y compleja relación de negocios del gobernador con funcionarios de su gobierno, y en donde ser del PRI o del PAN, nada importa.
En Demócrata Norte, Juan Monreal documenta cómo y por qué Coahuila es gobernado por un grupo de “delincuentes sin sentencia”.
En aquella plática con Rosendo Villarreal, hoy poderoso funcionario de la Secodam, pregunté el por qué de la defensa a ultranza de Enrique Martínez hacia Horacio del Bosque Dávila, siniestro personaje presuntamente ladrón de 170 millones de pesos del gobierno del Estado de Nuevo León, lugar en donde Martínez y Martínez fraguó fuertes vínculos con él. Ambos estaban al servicio pleno de la entonces poderosisíma maquinaria del PRI.
Y es que, ante el rechazo generalizado, Martínez y Martínez colocó a su amigo bajo sospecha en la Secretaría que más dinero maneja en el Estado, la de Desarrollo Social. Rosendo Villarreal dijo que no podía darme una respuesta, “si en derecho es difícil probar hechos, probar las intenciones es prácticamente imposible”, resumió.
Pregunté también si con la derrota de Francisco Labastida cambiaría la suerte legal de Horacio del Bosque y la de muchos priístas, no lo dudó el entonces senador y dijo que sí. “Hay un grado de impunidad en sentirse los priístas protegidos por el gobierno federal y, a la hora que acabe esa protección… va a cambiar, va a cambiar…”
Pero nada cambió, luego de seis meses de gobierno de “transición” y de dos años de gobierno del “cambio”, parece que sólo hubiera existido un cambio de siglas en el partido en el gobierno, un cambio de máscara, pues.
Sobre el escritorio del subsecretario José Luis Durán hay cerca de 300 expedientes que revelan sospechosas operaciones inmobiliarias del gobernador Martínez y Martínez, realizadas todas ellas bajo los cargos públicos que desde 1971 a la fecha ha ocupado en Coahuila. Y también Durán Reveles prometió actuar…
Ahora, con los incoherentes cambios en el gabinete federal, la clase política gobernante de Coahuila está “consternada”, pues temen que, Fernando Canales, nuevo titular de Economía, ajuste desde el centro las cuentas con Horacio del Bosque Dávila, mientras que, otros esperan angustiados que también la PGR ajuste cuentas con Raul Sifuentes, secretario de gobierno de Martínez y Martínez.
Las preguntas que todos se hacen son: ¿Y?, ¿qué pasa con tanta denuncia?, ¿por qué nadie hace nada?, ¿por qué prospera la impunidad?…
He dicho a mi amigo Juan Monreal, que hay que escribir y escribir y escribir, que todo quede para la historia, y que, algún día: las cosas van a cambiar, van a cambiar…

 

Publicado con autorización de la Revisa Demócrata Norte de México.

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