por Arturo Garmendia

El hit parade cinematográfico, a finales del siglo XX

La Federación Internacional de Archivos del Film ( FIAF ) , que reúne a las filmotecas de todo el mundo, realizó en 1999, para celebrar el primer centenario del cine, una encuesta que le permitiera determinar cuáles habían sido las obras y los autores cinematográficos más importantes en esos primeros cien años.

Resulta que, entre los dos mil 247 títulos citados y los mil 272 directores mencionados, La Edad de Oro figura, con 14 menciones, en el lugar número 16, después de dos clásicos ampliamente consagrados en anteriores certámenes, que encabezan la lista: Ciudadano Kane y El Acorazado Potemkin, con 31 y 26 votos, respectivamente, y de cintas como El Gabinete del Dr. Caligari, Nanouk el esquimal, El Hombre de la Cámara, La Regla del Juego, Intolerancia, Ladrón de Bicicletas, Noche y Niebla, Al final de la escapada (En México: Sin aliento), Andrei Rublev, Berlín, Sinfonía de una Gran Ciudad, Cantando bajo la Lluvia y Metrópolis. También en lugares distinguidos figuran El Perro Andaluz y Las Hurdes, lo cual permite intuir el criterio historicista que predominó en la votación, ya que otras obras del autor aragonés, igualmente trascendentes, se ubicaron en posiciones más modestas.

A continuación se muestra el ranking alcanzado por los realizadores seleccionados:

Lugar Nombre No. de menciones
1 Luis Buñuel (1900 – 1983 ) 70
2 Sergei M. Eisenstein (1898 – 1948) 59
3 Jean Renoir ( 1894 – 1979 ) 57
4 Robert Flaherty (1884 – 1951) 51
5 Jean-Luc Godard (1930) 50
5 Orson Welles (1915 – 1985) 50
6 David W, Griffith (1875 -1948) 47
7 Fritz Lang (1890 -1976) 46
8 Luchino Visconti (1906 – 1976) 45
8 Alain Resnais (1922) 45
9 Roberto Rosellini (1906 – 1977) 40
10 John Ford (1895 – 1973) 39
10 W.F. Murnau (1889 – 1931) 39
11 Charles Chaplin (1889 – 1977) 37
12 Carl Dreyer (1889 -1968) 36
13 Ingmar Bergman (1918 ) 34
14 Dziga Vertov ( 1896 – 1954) 30
15 Satyajit Ray (1922 – 1992) 29
16 Michael Powell (1905 – 1990) 28
17 Andrei Tarkowski (1932 – 1986) 27
17 Manoel de Oliveira (1908) 27
18 Joris Ivens (1898 – 1989) 26
19 Federico Fellini ( 1920 – 1993) 25
19 Howard Hawks (1896 – 1977 ) 25
19 Alfred Hitchcock ( 1899 – 1980) 25
19 Akira Kurosawa (1910 – 1998) 25
20 Michelangelo Antonioni (1912) 24
20 Emeric Pressburger (1902 – 1988) 24
21 Vittorio de Sica (1902 – 1974) 23
22 Kenji Mizogouchi (1898 -1956) 21
23 Robert Bresson (1907 – 1999) 20
23 Leni Riefensthal (1902) 20
23 Eric von Stroheim (1885 – 1957) 20

Fuente: Paulo Antonio Paranagua. Prólogo al guión cinematográfico de la
película EL, de Luis Buñuel, procesada con datos propios.

 

La lista parece indiscutible hasta el puesto número 14, ya que en su mayoría se trata de venerables maestros que han hecho considerables aportes al arte cinematográfico; y además incluye a los cineastas más jóvenes (vivos, y todavía en activo) Godard y Resnais, quienes sin duda han dejado su huella en la permanente modulación del lenguaje del cine. Sin embargo, se extraña la ausencia de G. W. Pabst, Buster Keaton, Otto Preminger, Glauber Rocha, Jacques Rivette y a algunos otros, pero se entiende que en una encuesta de cierta magnitud haya que hacer algunas concesiones.

Es más, hubiera sido preferible eliminar algunas de las personalidades citadas a partir del número 15, cuya contribución al desarrollo del cine parece menor, cuando no discutible; con lo cual el listado hubiera ganado en concisión y precisión. Me refiero particularmente a los casos de Michael Powell y, desde luego, Emeric Pressburger; a los representantes de cinematografías locales, como Satyiajit Ray y Manoel de Oliveira; y a Joris Ivens, Vittorio de Sica y Leni Riefensthal.

Eso, por lo que toca a los “clásicos”; pero, de otra parte no se explica la ausencia de los cineastas “modernos”: ¿adónde están Martín Scorsesse, Francis Ford Coppola, Peter Greenaway, Krzysztof Kieslowski y Wim Wenders, por ejemplo?. Pero disgregamos: de lo que queremos hablar es de la preeminencia de Luis Buñuel.

Volviendo al tema, en principio parece extraño encabezar con Buñuel una “tabla de honor” como la que queda apuntada. ¿Porqué no Griffith o Eisenstein, cuya talla monumental nadie discutiría?. Lo cierto es que, si se reflexiona, poco a poco se encuentran razones por las que tal decisión parece aceptable. Veamos.

Las razones de la estadística
¿ Cómo podríamos sustentar, con cierto grado de objetividad, la tesis de que Buñuel destaca por encima de otras personalidades cinematográficas, como el mejor director de cine del siglo pasado? ¿Cómo evaluar la importancia, y sobre todo la vigencia de la obra buñueliana en el nuevo siglo? Deberíamos acudir a la fría lógica de los números, pero ¿midiendo qué?. Desde un punto de vista comercial, los productores no tienen otro indicador que el de la taquilla: la mejor película es la que vende más entradas; y el mejor director es quien asegura, al menos probabilísticamente, que sus películas recuperarán y aún superarán exponencialmente sus costos de producción.

Pero, desde un punto de vista cultural ¿Cuál sería la referencia?. En el caso anterior, los números están sustentados en la percepción del espectador medio, sobre la que influyen la moda, la publicidad y, en ocasiones, aún el escándalo que eventualmente generan los protagonistas del filme. Entonces, acaso un parámetro cultural válido sea la percepción de espectadores informados sobre su permanencia en el espacio de la literatura especializada en asuntos cinematográficos.

Considérese que, de acuerdo con la bibliografía establecida por el crítico español Agustín Sánchez Vidal en su libro Luis Buñuel. Obra Cinematográfica (1984), acaso la más completa de las hasta ahora publicadas en torno a la persona y obra del director aragonés, a esa fecha se le habían dedicado 68 libros y folletos monográficos; y se había analizado su obra en 34 estudios que encuadraban su filmografía en contextos más amplios. Se enlistaban además 109 ensayos y artículos en revistas de cine; y las críticas cinematográficas dedicadas a sus películas, en diarios y revistas de todo el mundo, sumaban 582 notas.

Las cifras son impresionantes, y sin embargo se sienten un tanto cuanto vacías, a falta de una referencia que les de mayor significado. Quizá empecemos a dimensionar su importancia si las contrastamos con los resultados de otros autores cinematográficos igualmente trascendentes, si bien cabe mencionar la dificultad de la tarea: a mediados del siglo pasado, la crítica cinematográfica estaba empeñada en reconstruir la filmografía de los autores cinematográficos, y poco a poco el propósito se cumplió. Hoy día se tiene el cuidado de llevar un registro minucioso de la obra de la mayoría de los directores de cine, aún al margen de la importancia de éstos.

Pero no sucede así con el recuento bibliográfico de los cineastas, aunque se advierte que el tema empieza a preocupar a quienes se abocan al análisis cinematográfico. Desde luego, el trabajo de Sánchez Vidal mencionado es ejemplar en ese sentido, y la empresa española que se encargó de editar su libro, Editorial Cátedra, ha hecho extensivo ese detalle a otros volúmenes de su colección, como los dedicados a Eisenstein, Lang y Bresson, de que nos hemos servido ampliamente.

Lo mismo sucedió en el caso de la biografía de Visconti escrita por Laurence Schiafano, que además incluye información puntual sobre la participación de este director en el campo de la ópera y el teatro, pero la situación fue distinta para el resto de los 14 directores citados en primer término en la lista de cineastas distinguidos, y así, para tener una base de comparación con cierta representatividad en ocasiones fue necesario reconstruir, a partir de varias fuentes, las bibliografías de marras; sin embargo debe reconocerse que ninguno de los recuentos que se presentan a continuación es exhaustivo ni, sobre todo, definitivo.

Hubo que formular un criterio para contabilizar el número de películas atribuibles a cada director. Así, en los caso de Eisenstein, Buñuel y Welles se incluyeron cintas inconclusas y/o medio metrajes, porque finalmente han generado el mismo interés para la crítica que las de metraje normal o terminadas. De otra parte, se omitieron cortometrajes o filmes hechos para la televisión, por considerar que abultaban demasiado la filmografía de algunos realizadores, sin que la crítica internacional tuviera acceso a esa parte de su obra, lo cual iba en contra de una cierta equidad procurada en la elaboración de la muestra.

ESTUDIOS CRÍTICOS SOBRE ALGUNOS AUTORES CINEMATOGRÁFICOS*

Autor
Libros y folletos mono- gráficos
Estudios
panorámicos o poligráficos
Ensayos y artículos
Críticas cinemato-gráficas (a)
Total de textos
Películas filmadas (b)
Coefi-ciente a/b
Sergei M. Eisenstein
24
41
24
18
51
7 + 2
inconclusas
18/9
=
2
Fritz Lang
17
10
32
24
83
40
24/40
=
0.6
John Ford
14
33
13
68
128
76* *
68/76
=
0.8
Alfred Hitchcock
91
19
82
22
214
54***
22/54
=
0.4
Orson Welles
13
4
64
30
111
11 + 1
inconclusa
30/12
=
2.5
Roberto Rosellini
7
14
21
46
88
24****
88/24
=
3.6
Luchino Visconti
18
10
53
113
194
19
113/19
=
6
Robert Bresson
25
26
60
199
310
14
199/14
=
14
Luis Buñuel
68
34
109
582
749
37
582/37
=
15.7

* Para identificar las fuentes de este cuadro, consultar la bibliografía al final del ensayo.
* * No incluye películas mudas firmadas con otros nombres (Francis Ford, Jack Ford),
ni cortometrajes o cintas para televisión
*** No incluye cintas para la televisión. ++++Sin considerar cortometrajes ni cintas para la televisión.

Total de textos. La primera conclusión salta a la vista: en números absolutos, la supremacía de Luis Buñuel es inobjetable. Con 749 textos acumulados duplica con creces la cifra de su competidor más cercano (310), que es Robert Bresson; triplica sobradamente la marca de Alfred Hitchcock (214), y casi cuadriplica la cifra del cuarto lugar, ocupado por Luchino Visconti (194).

Libros o folletos monográficos. La categoría más importante del cuadro: no a cualquiera se le dedica un libro. Es interesante notar que el campeón en este terreno es Hitchcock con 91 títulos, seguido por Buñuel con 68, lo que es una distancia considerable. Pero es mayor la correspondiente al tercero y cuarto lugar, ocupados por Bresson y Eisenstein, con 25 y 24 libros, respectivamente. La reflexión que suscitan estas cifras, en primer lugar, es que las cotas alcanzadas por Hitchcock y Buñuel no son fácilmente alcanzables, lo que habla de una atracción particular de la crítica más especializada (la que es capaz de hablar más extensa, sistematizada, documentada o sugestivamente sobre la obra de un director) hacia ellos.

Lo curioso es que, si leemos longitudinalmente las cifras de estos dos cineastas, la trayectoria de Buñuel es consistente en toda clase de textos, pero no así la de Hitchcock, que se muestra débil en lo que a estudios panorámicos se refiere (acaso enquistado únicamente en los temas suspenso y terror), así como en el aspecto “críticas cinematográficas” ( Si recordamos la polémica sobre este autor, que dividió a la crítica cinematográfica francesa en los años cincuentas y sesentas en pro y anti hitchcockianos, acaso tengamos una explicación sobre este asunto) A notar también que Robert Bresson, inesperadamente ubicado en un lugar importante en este cuadro, también tiene una trayectoria consistente.

Estudios panorámicos o poligráficos. Esto es, que traten un periodo, un tema o un género específico; o bien una miscelánea de temas o autores, en los que se ubique de una manera preminente al director estudiado. En este apartado, el primer lugar se lo lleva Eisenstein, con 41 textos; quien teorizó tan copiosa como eficientemente sobre su propio cine que desalentó a otros para hacerlo. Sin embargo, en este apartado es a number one: para constatarlo basta recordar el revival organizado por los Cahiers du Cinema en los años setenta: a lo largo de varios números revisaron su obra, desde una óptica estructuralista.

No obstante, Buñuel aparece en segundo lugar, con 34 documentos, y a continuación John Ford, con 33. El constante Bresson se coloca en la cuarta posición. Al respecto podemos notar que mientras que para Ford es más elevada su posición aquí y no en número de libros o de ensayos y artículos, en Buñuel sucede todo lo contrario. Acaso esa ubicación sugiera que el maestro del western y el cine de acción es mejor valorado por su contribución al cine de géneros que como un maestro en sí mismo. En cambio, sería difícil encasillar a Buñuel en un género o un estilo: incluso desborda al surrealismo del que precede, mostrándose todavía vital e innovador cuando su vanguardia pictórica ya se había vuelto académica.

Ensayos y artículos. La importancia de este apartado estriba en que sus textos, escritos generalmente para las revistas especializadas, intentan un análisis de fondo del autor o sus filmes, en poco espacio y con poco tiempo para la reflexión. Son por regla general laudatorios, y ayudan a construir una reputación en mayor medida que una simple crítica elogiosa. En esta oportunidad Buñuel se coloca a la cabeza de la lista con 109 notas, mientras Hitchcock se vuelve a acercar peligrosamente (con 82); Welles aparece por primera vez en el tercer puesto (64) y Bresson no deja de aparecer, ahora en el cuarto sitio.

Habría que destacar el esfuerzo de Welles, que logra colocarse entre los tres mejores, a pesar de contar con una filmografía sumamente escasa. Justa compensación para alguien que, no obstante sus méritos, no sólo alcanza el penúltimo lugar en el renglón “Libros y folletos” y el último en el de “Estudios panorámicos”, sino que además cada nuevo libro que se le dedica es para atribuirle el mérito de sus filmes al guionista, al editor o al fotógrafo del Ciudadano Kane. En cuanto a Buñuel y Hitchcock, la ventaja que tienen sobre los demás directores mencionados los deja en una posición sin competencia.

Críticas cinematográficas. Finalmente la crítica, como base del sistema cultural de apreciación y valoración de los productos fílmicos, es el dispositivo que catapulta el interés de espectadores y críticos hacia textos cada vez más complejos para el estudio de los autores cinematográficos. Y Buñuel ha sido privilegiado por la crítica; pues se acredita nada menos que 582 notas críticas, seguido muy de lejos por Bresson (199), Visconti (113) y Ford (68). Dificultosamente Rosellini alcanza a reunir 46 notas, y Hitchcock ¡sólo 22!, lo que parece indicar que, en efecto, nadie es profeta en su tierra, pues la mayoría de esas notas se elaboraron en Europa.

Coeficiente de productividad. Pensando que tal vez no sería correcto poner a competir a los directores relevantes en el rubro “monto de notas críticas”, ya que podría haber una relación directa del tipo “a mayor número de películas, mayor número de críticas”, elaboramos un coeficiente muy sencillo relacionando a unas con otras, para determinar qué tan productiva, en porcentaje de críticas recibidas, es cada película de determinado director.

Sin embargo, el resultado del “coeficiente de productividad” parece confirmar la mayor parte de las posiciones alcanzadas por el indicador global, ya que igualmente señalaron a Buñuel (15.7), Bresson (14) y Visconti (6) como los tres primeros lugares; y a Hitchcock y Lang entre los últimos. Los puestos intermedios tienen ligeros desplazamientos, beneficiándose únicamente Eisenstein, Ford y Rosellini, que ascienden algunos peldaños en la escala.

Pero además, de los resultados anteriores podrían desprenderse una pregunta y una hipótesis interesantes: ¿Porqué los veteranos, que iniciaron su carrera en el cine silente no alcanzan, en esta prueba, los lugares de honor? La posible respuesta sería que la variable tiempo no ha sido considerada. En efecto, la crítica de cine, que nació con el cinematógrafo mismo, no alcanzó un desarrollo suficiente sino hasta mediados de los años sesenta, cuando siguiendo el ejemplo de los intelectuales franceses se extendió por todo el mundo. Así, las primeras generaciones de directores fílmicos compiten desventajosamente con los más recientes. Tal vez sea necesario, más adelante, explorar esta veta.

Algunas conclusiones provisionales. La primera, sin duda, es que la falta de rigor en el método (no hay bibliografías confiables, no se incluye a todos los nominados en los primeros puestos, los criterios no son suficientemente objetivos) hace de la exploración estadística emprendida algo todavía amorfo, no consolidado. Se requeriría contar con la información suficiente y un programa de cómputo eficiente para alcanzar un mínimo de objetividad.

Pero a la vez, creemos haber reunido evidencia suficiente para demostrar aquello que se pretendía: si los cinéfilos del mundo han elegido a Luis Buñuel como el mejor cineasta del siglo que recién terminó, la producción crítica que su obra ha generado avala esa pretensión. Y asimismo, la sentencia que encabeza este artículo: Ante nosotros se abre ahora un nuevo siglo para Buñuel.

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