Jóvenes, pobres y drogadictos…
el caso de los héroes ABC

“Ese día nos encontrábamos aquí por el arroyo, debajo de un árbol, cuando de
repente comenzamos a ver un humaredón que se soltó hacia la gasolinera. Entonces nosotros pensamos que era la llantera, porque ahí está una llantera grande, y corrimos todos y ya cuando llegamos pues vamos viendo que era la guardería. Y yo lo que hice pues me metí, me metí sin pensarla. Íbamos como 3 morros: el José, El Negro y yo. Entonces yo no la pensé y me metí pa’ dentro. Y entre el humaredón y todo ese jale me devolví pa’ trás porque estaba muy oscuro adentro. No veía nada. Entonces dos polecías (sic) que andaban ahí me dieron dos lámparas, me quité la camiseta, me la puse en las narices (sic) y me dejé ir otra vez pa’ dentro, pa’l llamaradón. Y ya comencé a aluzar hasta que vi una niña que estaba sentadita en una esquina, con los bracitos así encogiditos y el pelito recogido. No se le quemó el pelito. Y yo dije: “¿Será niña o será muñeca?” Porque parecía una muñequita, la piel como de plástico, así amarilla. “¿Será o no será?” decía yo… estaba entre sí y no, pues. Y lo que hice pues que la quiero agarrar, la agarro de abajo de los sobaquitos así y entonces sentí lo caliente… y la dejé caer, porque me quemé las manos, pues. Entonces lo que hice ¡pum! me quité la camiseta que traiba y la envolví, la envolví y la agarré bocabajo y ahí voy pa’ fuera, pa la puerta. Saqué a esa, iba viva ésa, el corazoncito le iba funcionando. Ya la entregué afuera y me dejé ir otra vez pa’ dentro…”. 1
Es la voz de Juan López Trujillo, mejor conocido como “El Cayetano”, un tipo ameno y sonriente con la mirada no perdida pero sí lejana al momento de hacer memoria. No es alto ni chaparro. Es muy flaco pero igualmente correoso. Vive en la colonia Y Griega y es uno de los varios que ahí arriesgaron su vida por salvar la de otros. Atendiendo los
1 Charla-entrevista con Juan López Trujillo, “Cayetano”, por Benjamín Alonso Rascón, 16 de julio de 2009, colonia Y Griega, Hermosillo, Sonora, México. Todos los testimonios orales fueron recogidos por el que escribe, de tal forma que en adelante se obviará la mención de su nombre. El término charla-entrevista lo utilizo para dejar claras la flexibilidad y la informalidad que caracterizaron los espacios de diálogo entre investigador e informante, conceptos que pierden rigidez en un entorno donde además de los intereses epistémicos habitan la camaradería y la fraternidad.
intereses de los presentes y los propios de un servidor, diré que Cayetano es acaso el
héroe menos olvidado entre los héroes olvidados del 5 de junio en Hermosillo.
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El 5 de junio de 2009 una vasta y compleja cadena de responsabilidades hizo chispa en un almacén al sur de esta ciudad. Y sucedió que la chispa devino explosión ya que el aire estaba infestado de fuertes cargas de negligencia, corrupción y abandono. Así, pues, 49 vidas se esfumaban violentamente como violentamente se esfuman 49 y más vidas en la cotidianidad de un mundo enfermo y decadente. El evento, se dijo, vino a destapar la cloaca en una ciudad aletargada, donde no pasa nada o casi nada; el evento, se interpretó, representó el último clavo del ataúd de un partido político cuyo nombre no me interesa recordar; el evento, pues, sacudió las conciencias –“todas”– de la comunidad hermosillense, la que en adelante “no permitirá” otro 5 de junio ni nada que se le acerque. Esto y más en el ámbito de las reacciones visibles a la tragedia. Sin embargo, el evento también sería ocasión para dejar ver otros aspectos de la sociedad que somos a cien años de no sé qué y a doscientos de diga usted. Reacciones menos claras pero más importantes las hubo y en una de ellas hemos enfocado nuestra atención:
“…A esos sí los reconocieron y toda la cosa, pero a nosotros ni las gracias nos dieron”. Jóvenes, pobres y drogadictos. Estigma y exclusión en la sociedad hermosillense; el caso de los héroes ABC *
Benjamín Alonso Rascón **
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Una versión preliminar de este trabajo fue presentada como ponencia en el XXII Simposio de la Sociedad Sonorense de Historia. Hermosillo, 27 de noviembre de 2009.
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Investigador independiente. [email protected]
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Esta ponencia se plantea como principal propósito abrir el micrófono a “los sin voz” y a partir de sus imágenes, ideas y sentimientos, elaborar un relato que entretejiendo testimonio y análisis nos lleve a un estadio de reflexión sobre la actuación del hermosillense contemporáneo en su realidad frente al otro. Ese otro con el que se comparte un espacio y un tiempo históricos determinados. Ese otro que soy yo.
Hablando de la metodología de esta indagación, se procura que en lo posible sean los meros protagonistas de los eventos quienes indiquen el camino a seguir del observador, pues son ellos los vivos portadores de una realidad dinámica y compleja. Será, pues, la narrativa testimonial oral de los actores la que sentará las bases de este relato descriptivo y reflexivo, el cual ubicamos en el universo de la historia oral, la literatura testimonial y la literatura de resistencia. Siguiendo a Bárbara Harlow2 y a la profesora Mabel Moraña, anotemos que en la literatura de resistencia confluyen historia y narrativa impulsadas por la voluntad de “dar a conocer o mantener viva la memoria de hechos significativos,
protagonizados en general por actores sociales pertenecientes a sectores subalternos”.3
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2 Barbara Harlow, Resistance literature, New York, Methuen, 1987. 3En un escrito titulado “Documentalismo y ficción: Testimonio y narrativa testimonial hispanoamericana en el siglo XX”, Moraña ensaya un balance metodológico e historiográfico sobre la literatura testimonial hispanoamericana. Ahí, sostiene que “la literatura testimonial es en general literatura de resistencia, ya que expone una problemática social específica, en muchos casos vinculada a luchas por la liberación nacional o al amplio tema de la marginalidad que adquiere, principalmente a partir de los años 80, gran notoriedad en las letras latinoamericanas. En este sentido, la literatura testimonial tiende a echar luz sobre las contradicciones del sistema imperante, a revelarse contra el status quo, o a solidarizarse con reivindicaciones o luchas populares que cuestionan el ‘orden’ de sociedades autoritarias, discriminatorias y excluyentes”. Mabel Moraña, “Documentalismo y ficción: Testimonio y narrativa testimonial hispanoamericana en el siglo XX”, en Políticas de la escritura en América Latina. De la colonia a la
Modernidad. Caracas, Ediciones Excultura, 1997, pp. 117­118.
El 9 de junio de este año, es decir a cuatro días del incendio que nos mantenía en shock,
revisaba yo la edición en línea de El Universal cuando topé unas declaraciones que jalaron mi atención. Era la voz de un testigo directo a la hora del rescate en la guardería: "Un joven drogadicto ayudó a salvar a niños y logró entrar a la guardería, entró y sacaba y sacaba (a niños) y al final estaba muy cansado, se sentó en la calle. Nadie lo tomó en cuenta, yo sí lo tomé en cuenta y lo conozco".4 Tres líneas retuvo mi cabeza: “joven drogadicto”, “nadie lo tomó en cuenta”, “lo conozco”. El olfato investigativo marcaba claramente la directriz a seguir. Sin embargo, era muy temprano para conocer las reales dimensiones del “nadie lo tomó en cuenta”. Un mes después no tendría dudas y me enfilé a la Y Griega grabadora en mano.
Las rúas del barrio me recibieron anchas y polvosas. Muchos árboles y arbustos pero sobre todo mucha gente en la calle: las señoras hacen una pausa en su camino a las tortillas y platican; niñas y niños juegan en la avenida como si fuera el patio de su casa; “bolitas” de jóvenes en las banquetas o en la parte frontal de la casa de uno de ellos. No veo computadoras ni teléfonos, me siento bien. No escucho los ruidos de carros y grandes máquinas a no ser por el lejano rugir de los trailers que pasan por el periférico, perímetro de este barrio. Me siento bien. Luego, conforme camino en dirección a una de esas “bolitas” en las banquetas, un aroma interesante llega a mi nariz. Me acerco más y más pega. Huele bien.
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4 Curiosamente, por lo que se verá más adelante, esta declaración la hizo Héctor López, padre de Francisco, el joven que utilizó su camioneta para derrumbar una pared de la guardería y con ello posibilitar un rescate mayor. Véase “Hombre que tiró muro para salvar a niños llora ante la tragedia”, nota de la agencia EFE aparecida en la edición online de El Universal, Ciudad de México, el 9 de junio de 2009 a las 00:10 horas. Disponible en http://www.eluniversal.com.mx/notas/603435.html [consulta: 26 de noviembre de 2009]
Mi llegada generó reservas entre los muchachos, pues excepto algún periodista por ahí
nadie los había entrevistado en los días inmediatos al incendio, y que alguien llegara con esas intenciones 42 días más tarde era cosa extraña, por decir lo menos. Pero vino la confianza y se hizo el diálogo. Yo tenía interés por saber qué había pasado y qué sentían ellos. A cambio, ellos tenían no ganas sino necesidad de hablar… y hablaron.
El Pitufo es un compa alto, moreno y fornido. Lleva una barba de candado, emite una envidiable tranquilidad y suele robarle un pedazo a la tarde para “hacer deporte”.
“Yo estaba aquí en la casa cuando empezó (el incendio) y vi un humaredón pa’llá y me quedé viendo: “¿qué será?” dije yo. “Pos sabe”. Yo tenía algo en la hornilla, me estaba guisando una comida. Y salí hasta allá hasta afuera y me regresé y me dije: “algo me dice que vaya pa’llá, algo me dice”. Y me quedé viendo otra vez el humo y “sabes qué, voy a apagar esta madre y me voy a ir pa’ llá”. Y cuando iba ahí en la escuelita me grita una señora “¡Apúrate, apúrate! ¡Se están quemando los niños, se están quemando los niños!”. Y sobre de ella (la guardería), precisamente andaba en estos chores y en la tirahuesos blanca. Ya cuando llego me paro y veo el desmadre de gente: cero policías, ni un bombero… y aquellos (Cayetano, José…) sacando los niños. Y volteo pa’ un lado y estaban los morritos a un lado de mí, estaban los morritos todos pelados acá retorciéndose y yo “¡Ay güey!, ¿qué onda qué hago qué hago?”. Y llega una patrulla, un pick up, y “¡Ahí, los niños ahí!”. Y empiezo a agarrar a los niños y a subirlos; y cuando llego con el primer niño la patrulla ya estaba llena. “¡No, a la otra a la otra!”. Y yo me quedo con la niña en los brazos, la volteo a ver y la niña toda llena de ceniza, de carbón los ojos… toda pelada. Y yo “¡En la madre! no mames…”. Y en cuanto llegó la otra patrulla ¡pum! ¡pum! y ¡sobres! “¡otro! ¡otro!” y ya salgo corriendo y ai’ viene un bombero con un niño todo pelado: ojitos, cabeza, todo… Y se tira al suelo y le da respiración y no volvía… y le pegaba al suelo el bato y nada el morrito. Y el bombero lo que hace: se le queda viendo al morrito y se desmaya… y yo
‘¡¿Que ondas con este bato?!’”.5
El Negro fue otro de los primeros en entrarle al rescate y también en testimoniar. 16 años,
ojos luminosos, complexión delgada, cicatrices, pelo a rape, “de aspecto cholo” diría
simplistamente cualquier periódico local:
“Ese día estábamos ahí en el arroyo, ahí no las llevamos en casa de una morra. Ahí estábamos, íbamos a comprar unos tabacos ahí con doña Chelita, y de repente vimos un flamón que había tronado machín, o sea lo que es un chingo de humo. Y nosotros pensamos que había sido la gasolinera y salimos corriendo pa’llá.
(…) Mira los que andábamos adentro fueron este bato (José), fui yo, el Martín, el Chonte, el Pancho Güilo, quién más… Y había un chingo de gente que no se animaba a entrar, dos tres batos grandes ya… desesperados.
(…) Y neta, los policías estatales primero no dejaban entrar. (…) Y nosotros estábamos buscando por dónde entrar y un compa de aquí del mismo barrio, el Daniel, tiró una refrigeración con la Cherokee y por ahí tiraron al Cayetano, wey. Y sacó como a 6, 7 niños. Fueron los primeros niños que sacaron, pero no se podía entrar (…) Estábamos yo, este bato (Cayetano), el compa (Amedh) y un policía. Y la raza “¡por aquí vamos a entrar!” y una muchacha de ahí de la guardería nos ayudó a entrar. Y ella entró así sin nada, wey; nosotros con toalla, un desmadre, ya bañados con agua. Y un escándalo machín. Y entramos pa’ dentro, en cuanto le pegué la patada a la puerta salió un chingo
5 Charla-entrevista con Héctor Gabriel López Trujillo, “El Pitufo”, 17 de julio de 2009, colonia Y Griega, Hermosillo.
de humo negro… ¿cómo quieres que no se hayan muerto los niños? ¡Es de a
huevo! 6
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Al pasar revista a los testimonios recogidos encontramos que el inicio de los rescates en la conflagración de la guardería ABC está íntimamente ligado a policías y bomberos, representantes de ese Estado que tiene el deber de salvaguardar la integridad de sus ciudadanos. Sin embargo, la estrecha relación de policías y bomberos con los rescates no tiene mucho que ver con actos de heroicidad. Al contrario, mucho se habla de 1) la ausencia de elementos policiacos y “tragahumo”; y 2) la nulidad de ambos conforme fueron apareciendo.
Mario es otro de los que arriesgaron cuero y pellejo. Rebasa los 30 años, todos vividos en el barrio, y es fácil advertir el respeto que le guardan los compañeros.
“Te voy a decir lo que pasó conmigo. Yo llegué aquí, dejé el carro y me fui chicoteado sin parar. Llegué (a la guardería) y ya estaba acordonada el área. Ahora no tengo niños ahí pero tuve una niña, hace rato. Y llegué y me le metí a los chotas. Los chotas me quisieron agarrar y ¡fun! me les metí pa dentro, me metí por la puerta principal. Cuando ya llegué adentro ¡en la madre el humo estaba bien enchiloso! Entonces no veía nada, te estrellabas con las cosas, te trompezabas (sic). Y agarrabas un niño, ibas y lo dejabas a la puerta y agarrabas
6 Charla-entrevista con Julio César Contreras Soto, “El Negro”, 16 de julio de 2009, colonia Y Griega, Hermosillo. Los nombres completos de los héroes aludidos por el Negro son: Víctor Manuel Uriarte Avilés, “El Chonte”; Luis Alfredo Ibarra Navarro, “Pancho Güilo”; Martín Ángulo Ojeda Vázquez; Daniel Vázquez Mejía e Hiram Amedh Jiménez Villafaña. Cabe anotar que no bastaron dos encuentros de charla-entrevista con “la raza del barrio” para conocer sus nombres completos. El caso del Negro fue especial: su nombre lo develó “El Rosa”, que rápidamente explicó: “Cómo no me voy a saber su nombre si todos los días lo oía cuando nos pasaban lista”. “¿En la escuela?”, inquiere el entrevistador. “No, en el bote, cuando caímos juntos. El Negro y yo somos carnalitos desde chiquitos, y hasta al bote caímos juntos una vez”. Charla-entrevista con “El Rosa”, 6 de enero de 2010, colonia Y Griega, Hermosillo.
otra vez pa’ dentro. No sé cuantas veces lo hice, como unas 7, 8 veces conté,
como unos 8 niños; entonces en la última ya me metí por los hoyos de los que hizo el carro (el de El Fran). Porque por la puerta principal ya no nos dejaban entrar por ahí. Yo me les metí otra vez a los chotas, ya no se veía ni madre ni madre y entonces fue cuando duré más tiempo adentro (…) Ya después nos juntamos todos… y ya caí agotado con el humo porque había durado un chingo adentro. Y ai’ me quedé y un policía me dijo “¿Qué onda te sientes mal?” Y me dio una botella con agua y me la eché pero en la cara, no me la tomé, estaba bien agitado. Y ya me aliviané y fui a buscar a mi doña, porque yo venía con mi
doña”.7
José es uno de los valientes con menor edad y menor estatura, pero con una energía y un lance extraordinarios. Sus palabras son como él: claras y fuertes.
“O sea que los polis son los que estaban afuera, ellos sólo estaban recibiendo a los niños, ellos son los que estaban saliendo en la tele, ellos son (a) los que les tomaron las fotos. Pero quienes estábamos de este lado de la barda, donde estaba el fuego, donde estaba lo bueno… ¿quiénes eran? Esos no los
conocen”.8
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Dice doña Viviane Forrester, señora de avanzada edad y mayor sabiduría, que en estos tiempos “se alza una suerte de ventana cada vez menos transparente entre los
7 Charla-entrevista con Mario Asunción Vázquez Mendoza, 16 de julio de 2009, colonia Y Griega, Hermosillo. 8 Charla-entrevista con José Guadalupe Ibarra Moreno, 16 de julio de 2009, colonia Y Griega, Hermosillo. Cabe decir que José no fue el único miembro de la familia Ibarra Moreno que participó en los rescates, pues su hermano Francisco Antonio, muy conocido como “El Chapo”, también tuvo una activa participación en los hechos del 5 de junio y en las variadas visitas que hicimos a la Y Griega en julio y diciembre de 2009, y en enero de 2010. Asimismo, resultaron de mucho valor los testimonios de Francisco Javier Siqueiros Acedo y Fortino Murrieta Cruz, (“El Javi” y “El Chino”, respectivamente), también jóvenes del barrio.
desposeídos y sus contemporáneos. Y puesto que son cada vez menos visibles, puesto que se les quiere borrar, apartar de esta sociedad, se les llama excluidos”.9
Y tal parece que en nuestro caso, el “humaredón” que despedían los almacenes siniestrados el 5 de junio empañó más esa ventana e hizo más daño al conjunto de la sociedad hermosillense que a los propios jóvenes rescatistas. Y es que tanto prensa, gobierno y sociedad civil quedaron cegados y nunca se enteraron de la presencia y acción de un José, un Mario, un Pitufo, un Cayetano y un Negro, sólo por citar los aquí aludidos. Por esta vez hablemos de la prensa.
9 Viviane Forrester, El Horror Económico, México, Fondo de Cultura Económica, 1996/2000, página 17. Otros ejemplos de grupos humanos invisibles lo son los awajun en el Perú y los beurs de Firminy. En el caso de los amazónicos sucedió que el mismo 5 de junio de 2009 se volvieron tangibles al protagonizar una resistencia de enormes proporciones contra el Estado peruano en la ya histórica batalla de Bagua. Vale rescatar las palabras de Alfonso Wieland sobre el caso: “Pero lamentablemente los que no hemos cambiado somos nosotros: la amazonia seguimos viéndola como un territorio a explotar, un territorio vacío, sin gente. Los awajun no son ciudadanos, son invisibles al ojo del mestizo y del blanco. ¿Consultarles a una población indígena minoritaria sobre el uso de extensos territorios de la amazonia? Es una pregunta ociosa para nuestras autoridades”. Véase Alfonso Wieland, “El Perú sin Hortelano“, Ayacucho, 6 de junio de 2009, disponible en el website de Peace and Hope Partneship International. En tanto que los beurs, como se les conoce a los jóvenes franceses de ascendencia árabe, también rompieron con su invisibilidad al rebelarse contra la discriminación racial y el abuso policiaco de que son objeto en la Francia de la Liberté, Égalité, Fraternité, esto el 6 de julio de este mismo 2009: “Desde el lunes, en Firminy han ardido más de 50 coches, los escaparates y ventanas de más de una decena de comercios están destrozados a palos y un pequeño centro comercial circular, renovado hace un año -con su peluquería, su farmacia y su tienda de periódicos y lotería-ardió por los cuatro costados la madrugada del jueves después de haber sido presa de un ataque con varios cocteles molotov”. Véase “Revuelta en la Francia profunda”, nota de Antonio Jiménez Barca, en El País, Madrid, 12 de julio de 2009. (A propósito de las causas y efectos de la gran revuelta juvenil de 2005, antecedente directo de la explosión de Firminy, el autor de esta ponencia presentó otra más en 2006 cuando el XXXI Simposio de Historia y Antropología de la Universidad de Sonora, titulada “La rebelión del subsuelo. Mitos y fracturas desde París en la era de lo global”). Y por si todo esto fuera poco, el 5 de julio de este mismo 2009 otro colectivo de seres humanos invisibilizados dijo ya basta y se rebeló contra la segregación étnica de que han sido objeto históricamente por parte del gobierno. Los disturbios ocurrieron en la región china de Xinjiang y dejó como saldo casi 200 personas muertas y más de 1600 heridas entre uigures (los alzados) y han (la etnia mayoritaria en China): “el peor episodio de violencia étnica registrado durante décadas en este territorio”, evaluó El País. Véase “China ejecuta a nueve presos de Xinjiang”, nota con información de agencias, en El País, Madrid, 10 de noviembre de 2009, y Alberto Brunat, “Saldos de la segregación”, en Proceso, número 1707, 19 de julio de 2009, México.
La edición del 6 de junio de El Imparcial, el diario de mayor influencia en Sonora, dio un
importante espacio al testimonio de dos vecinos de la colonia Akiwiki, quienes “sin pensarlo dos veces” se acercaron a ayudar.10 Al día siguiente, la misma primera plana incluyó la trascendental colaboración de Francisco Manuel Lopez Villaescusa, apodado El Fran, quien “derribó muros con pick-up y salvó vidas”, como titularon la nota.11 Hasta aquí todo en orden: se reconoce la providencial colaboración de “los vecinos”, “los civiles”, “los voluntarios”. Sin embargo, en la misma edición del domingo 7 de junio se perfila el rumbo de la cobertura noticiosa que El Imparcial y el grueso si no todos los medios de comunicación hermosillenses habrían de seguir.
El diario de la familia Healy, como es natural, dio una amplia cobertura a lo que ponderó como “el día más aciago en la historia de Hermosillo”.12 En ese tenor creó la sección titulada Luto en Sonora, la cual incluyó ese domingo dos notas más relativas al “héroe desinteresado”, como calificó la reportera Alejandra Meza al Fran, quien “debido al impacto resultó con hinchazón en un brazo, pero nada de consideración y ayer ya se encontraba trabajando en su taller”.13 De tal forma que tres notas en una misma edición dedicada a un acto por demás notable y celebrable, nadie lo discute, pero no el único ni muchísimo menos, como lo empezaban a entender éste y otros periódicos locales.
Así fue que Dossier Político no quiso quedarse fuera del homenaje y en su primera plana del 8 de junio, dedicada al “viernes negro” hermosillense, cabeceó: “Francisco Manuel Lopez evitó una tragedia mucho mayor… es un héroe”. Páginas adentro se insertaba una
10 “Ayuda vecino en rescate”, nota de Guadalupe Gutiérrez, en El Imparcial, Hermosillo, 6 de junio de 2009, primera plana. 11 “Francisco derribó muros con pick up y salvó vidas”, nota de Alejandra Meza, en El Imparcial, Hermosillo, 7 de junio de 2009, primera plana. 12 “Vive Hermosillo el día más aciago de su historia”, nota de Virginia de Viana, en El imparcial, Hermosillo, 7 de junio de 2009, página 1B 13 “Destacan vecinos valor de Francisco Manuel”, nota firmada por la Redacción de Periódicos Healy y Agencias, en El Imparcial, Hermosillo, 7 de junio de 2009, página 6; y “Vence Francisco miedo y pared para salvar niños”, nota de Alejandra Meza, ibídem., página 13.
nota de El Universal, periódico de la Ciudad de México, en la que se daba voz al testimonio
del Fran, al tiempo que se hacía notar: “Francisco Manuel, a quien han nombrado en el estado “heroe” por su hazaña, trabaja en un taller de laminados y fue su padre quien le dio aviso del incendio. El joven tiene la columna desviada e inflamación en los músculos por los impactos que realizó con su camioneta para salvar vidas”.14
De este modo la sociedad sonorense, mexicana y más allá se iba enterando de la muy plausible intervención de este joven y de los efectos negativos para su salud. Todavía no transcurría una semana del suceso cuando López apareció en la primera plana de El Imparcial sosteniendo a su hijo recién nacido (“¡su mejor recompensa!” festejaba el rotativo), y en la primera plana de Expreso, platicando de lo difícil que se le estaba tornando lidiar con “la fama”. “Ayer le hablaron periodistas de Colombia, España, Italia,
Francia y Estados Unidos”, destacó el reportero Javier Quintero.15
¿Pero dónde quedaban “los demás”, todos aquellos vecinos que habían entrado una y otra vez con o sin boquetes de camioneta? La respuesta la da el propio Expreso en su edición del inmediato 6 de junio al titular una subnota con la expresión: “Héroes anónimos”. Cito: “También surgieron los héroes anónimos que sin importarles su propia seguridad se lanzaron al fuego para rescatar a los pequeños”.16 Y en efecto fueron
anónimos estos salvadores: ningún nombre aparecía en ese texto y mucho menos se hablaba de los efectos que fuego y humo generaron en su salud…
14 Textualmente el cintillo de Dossier Político en su primera plana reza: “Francisco Javier López evitó una tragedia mucho mayor… es un héroe”. Sin embargo, el nombre correcto es Francisco Manuel López, como se escribió arriba y como el propio Dossier lo corrige en la nota de interiores, titulada “Tenían plástico derretido en la piel”, publicada originalmente en El Universal, donde sí se especifica el nombre de su autora: Shaila Rosagel. Véase Dossier Político, Hermosillo, 8 de junio de 2009, número 1713, primera plana y página 18; y El Universal, Ciudad de México, 8 de junio de 2009, página 4-A. 15 “La fama lo tiene acosado”, nota de Javier Quintero, en Expreso, Hermosillo, 10 de junio de 2009, primera plana; “Llega Ángel para Francisco”, nota de José Ponce, en El Imparcial, Hermosillo, 10 de junio de 2009, primera plana. 16 “Desata el fuego su crueldad”, nota de Myrna Alonso, en Expreso, Hermosillo, 6 de junio de 2009, página 4A.
Esta breve mirada a los contenidos de la prensa local nos permite vislumbrar el inicio de una campaña propagandística en favor del héroe único, una tesis nunca enunciada como tal pero puesta en marcha consciente o inconscientemente por los formadores de opinión pública de esta ciudad. No olvidar, por otra parte, los posteriores reconocimientos simbólicos pero sobre todo materiales que “el joven de la camioneta” habría de recibir: la Cheyenne del año, cortesía del ex gobernador Manlio Fabio Beltrones, la “enchulada” de la pick up utilizada para abrir los hoyos en las paredes de la bodega-guardería, la exención
de pago por los servicios de parto, los sonoros aplausos y otros gestos que la sociedad civil dedicaban a su persona y a la camioneta misma cuando ambos aparecían en las multitudinarias y numerosas marchas por la justicia, un reportaje en Discovery Channel y en fin los mil y un espacios que los medios de comunicación dedicaban a “El Héroe de Hermosillo”, incluido aquel corrido que un buen hombre escribía y cantaba:
Voy a brindar un corrido, a Manuel López y a Francisco,
hombres de mucho valor, así es el padre y el hijo
que han salvado muchos niños, en el momento preciso17
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Con todo esto y más que aquí no se ha dicho, resulta fácil entender las palabras de El Negro, por cierto primo hermano del Fran:
“Ai’ en que mi abuela llegaban reporteros de Alemania, de Argentina, de
Uruguay… preguntando por mi primo porque ahí estaba el carro, ahí lo vieron
17 “Corrido héroe Francisco López Villaescusa”, video del periódico Reforma (Ciudad de México), en su edición electrónica, también disponible en http://www.youtube.com/watch?v=Rk5egYTwZOw [consulta: 12 de noviembre de 2009].
los primeros reporteros. Y lo querían tratar y yo le dije a mi nana que todo bien, pero que la neta yo no quería tanto… ¿cómo se dice? tanto agradecimiento, pues. Es lo que es, pues; yo lo hice sin pensarlo: no pensé en nada, ni en la fama ni en nada. Y wacha el morro: no era pa’ que le hubieran dado tanto al morro ese pues. Es mi primo el morro pero se me figura que está mal el gobierno (al reconocerlo “tanto”), ¿sí o no Pitufo? (Pitufo: A huevo). Porque la neta el morro sí le pegó en la madre al carro y ponle que se haya lastimado la cintura y que le esté metiendo tanto “chorizo”. Pero esa ondeada de que agarraron el carro y lo mandaron arreglar, quesque una forma de gratitud… ¿esa madre qué? ¿Por qué se tiene que agradecer? Fueron héroes… Fuimos héroes, la neta. Por mas bichis que anduviéramos fuimos héroes los que anduvimos adentro… y nos tiraron a la mierda, pues.”18
Vuelve la voz de El Josecito, como cariñosamente lo llaman en el barrio:
“O sea que los polis son los que estaban afuera, ellos son los que estaban recibiendo a los niños, ellos son los que estaban saliendo en la tele, ellos son a los que les tomaron las fotos. Pero quienes estábamos de este lado de la barda, donde estaba el fuego, donde estaba lo bueno… ¿quiénes eran? Esos no los conocen. Al carro chocado, al morro, porque estaban afuera. A esos sí los reconocieron y la chingada. Y a la gente que una cámara los logró grabar.
Pero los que estaban adentro del incendio, que fuimos nosotros, que sacamos los niños, ¿A esos que eh? Ni las gracias nos dieron…”.
“¿O sea que no han venido a decirles gracias?”
“Nada, ni las gracias nos dieron. ‘Los vagos’ nomás dijeron y se acabó”.19
18 Op. cit. 19 Op. cit.
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Los héroes ABC son los desdeñados por la sociedad que viven y por aquellas y aquellos que escriben la historia ya en libros ya en periódicos. Cómo reconocerles un lugar en la memoria histórica si no dan con el perfil requerido: no son políticos no son empresarios no son filántropos y no son líderes sociales; no aparecen en la pantalla de la televisión local y nacional, no son estrellas de reality shows y no lo son porque no cantan y no bailan, y como van a salir en la tele si están muy “feos” y las plazas para los freakys ya están ocupadas. Además, no tienen trabajo y si lo tienen no es digno y honesto de la sociedad progresista que somos. Además, pues, son morenos y cenizos y llevan marcas en su piel:
son tatuajes o cicatrices. Son estigmas pero no los de la fe cristiana, sino los que impone el buen gusto y la alta y la baja cultura del hermosillense del sonorense del mexicano del ciudadano moderno.
Ahora que se vienen los centenarios y bicentenarios, la ocasión de ocasiones para llenarnos la boca celebrando a nuestros próceres y sus grandes grandísimos logros, mejor sería voltear la mirada a los lados y hacia atrás. No hacia abajo ni hacia arriba, sino acá con la banda, los compas, la raza: esa “gente común que irrumpe sorpresivamente para
trastocar los guiones”.20
Hace 30 años un poeta llamó la atención sobre “un árbol frondoso que nos impide ver nuestro propio sol, cielo y estrellas”, en referencia a la amenaza que representaba para él la invasiva cultura estadunidense hacia los pueblos de América Latina. Hoy ese árbol ha
20 Leonor Correa y Patricia Pensado, “Historia oral de la gente común, una posibilidad en la historia urbana”, en La historia con micrófono, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Ciudad de México, 1994/2006, pp. 79-89, especialmente p. 83. En esta idea de construir una (auto)crítica social alrededor de la tragedia ABC, vale la pena revisar las reflexiones de Paco Alonso Rascón sobre la estructura económica de alienación que subyace a un evento como el de marras y sus perniciosos efectos en nosotros individuos/ sociedad: “Ellos –los infantes-murieron encerrados en una bodega cuando los padres estaban encerrados en su trabajo y resulta que por miedo nos encerramos a nosotros mismos”. Véase Francisco José Alonso Rascón, “Y”, Hermosillo, Octubre de 2009, manuscrito del autor.
crecido y entendemos que sus raíces descansan en procesos más amplios y complejos que los de cualquier Estado-Nación. El punto es que hoy día pesa sobre nosotros un follaje cultural que nos impide ver nuestros propios sol, cielo y estrellas, tal como ha sucedido con estos jóvenes que por jóvenes, pobres y drogadictos han quedado fuera de nuestra visión. Siendo así, vuelvo al poeta y con él propongo: “cortemos de raíz” ese árbol que nos impide ver al “cielo que nos cobija” y a los hermanos y hermanas que debajo suyo habitamos.21
Vaya pues desde esta tribuna un muy sentido y humilde homenaje a los héroes del ABC.
Venga el aplauso, pero venga para ellos…22
21 Palabras de Víctor Jara en Joan Jara, Víctor Jara, un canto truncado, Ediciones B, 1999, pp. 172-173. 22 En noviembre volvimos al barrio para invitar a los jóvenes héroes a escuchar la lectura en voz alta de esta ponencia el 27 del mismo mes en el Simposio de Historia, en Hermosillo. Unos no pudieron asistir por cosas de trabajo y otros no alcanzaron a enterarse. Uno de éstos fue el Negro, que estaba “guardado” según me informó el Pitufo y familia: “los mulas (policías) lo agarraron con pingas y valió madre. Ahorita está en el (reclusorio) intermedio, pero está mejor allá, pobrecito”. “A lo mejor sale en febrero, marzo, pero pa’ lo que va a durar afuera… ya le gustó”. “¿Lo agarraron vendiendo?”. “No, poniéndole nomás”… Afortunadamente el Cayetano sí ocupo una de las 180 butacas del auditorio de la Sociedad Sonorense de Historia y al final de la lectura fue acogido con el aplauso y la atención de los presentes.

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