Por Regina Mitre

Twitter: @ReginaMitre

Un preludio.

 

Escribí tanto y borré. Así tengo miles de palabras que nunca he dado a luz, que viven en el purgatorio de mis adentros. En el pecho tengo una fábrica de pensamientos, porque yo pienso con el corazón, las proceso y elijo las adecuadas para ser expulsadas. Cuando estoy conversando con alguien pienso cuatro veces y media las oraciones que pronuncia mi boca. Así: lento, pienso algo de forma natural, entonces visto las palabras, las perfumo y les coloco bellos moños. Qué problema ese de aferrarse al anhelo de concebir las palabras como caricias sin discriminar circunstancia alguna. Siempre creí que era una mujer prudente, «más prudente que honesta»debajo de una caricatura mía guiñando el ojo como mi lema personal. Toda virtud en exceso se convierte en defecto. ¿Superlativo de prudencia? «Cobarde»,pienso sin repetir en voz alta. Miedo, miedo inherente a transformar las palabras en cuchillos que atraviesen entrañas. No me gusta matar.

 

Tan honesta que arda, y un poquito de sal.

 

Ayer soñé que alguien irrumpía en la prisión donde se esconden mis palabras malditas. Turbulencia de maldiciones esperando años para franquear eufemismos.  Frases salvajes que viajaron desde la oscuridad de mis entrañas a mi boca:  enardecidas, bárbaras, ásperas. Esperen, mejor el sueño en presente, vívido:  infierno esperando ser desatado con una mecha. No debo despegar los dientes o desataré una balacera de letras afiladas. Mi lengua roja. No me des razones, no me preguntes, sálvate, sálvate, sálvense. Suciedad en todas partes, una pared al fondo con las palabras escurridas: «La verdad es para los valientes y los fríos», entonces doy un hondo respiro y busco sus ojos porque la verdad siempre entra por las pupilas. Abro la boca: hoguera interna y externa. Cada vez que digo algo que lastima, una parte de mí muere. Un ballet agonizante de palabras que van y vienen, sudor en la espalda, exhalación de libertad, telón rojo que baja y se extiende en el piso como una mancha de sangre. 

 

Abrí los ojos por la mañana.

 

Me duele la garganta, hoy no puedo hablar, hoy no salí de mi cama, hoy solo tengo esta hoja en blanco.

 

 

 

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