Por Carlos LM

Twitter: @Bigmaud

 

 

1. Vaya al monte a capturar hormigas. Así como lo oye. Esté preparado porque habrán algunas que se negarán a entrar en las trampas. Ni falta le harán. Lo que se necesita son hormigas dispuestas a colaborar. Con cuatro de ellas será suficiente para cumplir la primera etapa. Para transportarlas, procure llevar un recipiente que tenga una almohada debajo para que así los insectos seleccionados puedan viajar cómodamente. De otro modo se corre el riesgo de muerte en el camino de regreso.

 

Ya que tenga las hormigas en casa, déjelas libres en una habitación equipada con una cama, dos lámparas, un estuche de carpintería y cuatro mesas de centro. A continuación viene la fase más complicada ya que deberá llenar de arena y tierra la habitación y dejar reposar a las hormigas durante el tiempo suficiente hasta que se comiencen a reproducir. Cuando vea nacer a las primeras hormigas, no se rinda, tampoco celebre. Necesita todavía más. Concretamente para que este plan sea efectivo, necesitará de unas catorce mil hormigas. Así que espere con paciencia. No dude en reacomodar sus planes. Será un trayecto difícil. Más vale tomarlo con filosofía. De cualquier forma, si usted es insistente, llegará el día en que tenga a sus catorce mil hormigas al frente. Veinte mil si es posible. En cuanto llegue a ese extremo, abra la puerta de la habitación. Deje que las hormigas paseen e invadan toda la casa. La cocina, el patio, la sala. También que se acomoden en los pasillos. Será en este punto, y en ningún otro, cuando usted deberá llamar a un fumigador. Primero deberá cerciorarse de llamar a una empresa donde atienda una persona del sexo opuesto (o del propio, según sus preferencias). Dígale que necesita ayuda por una invasión de hormigas. “Apresúrese”, agregue con tono desesperado. El fumigador irá a su casa. Lo que toca es sacar a relucir su encanto personal. Enamore a la primera oportunidad si es que puede. De no ser así, repita la operación hormigueril hasta que la compañía controladora de plagas tenga que mandar a vivir con usted al empleado de sus deseos. Será la única forma de atender el problema de tiempo completo. Tenga un bello matrimonio velado.

 

 

2. En medio de un día soleado usted tendrá que perseguir las pocas sombras que encuentre por la ciudad. Primero, como una persona tímida, irá a refugiarse a la estela de los árboles. Eso ya lo sabe. Y está bien, para una persona casada ya con ocho hijos y un nieto. Pero usted, que busca una pareja, deberá recurrir a otras sombras: las que producen las personas. Inspeccione la plaza cercana. No mire rostros, cabellos ni cuerpos. Confórmese con ver las sombras. Habrá alguna que le llame la atención en medio de un día en el que las nubes se han ido a otro lugar de vacaciones. Tendrá usted la excusa perfecta para acercarse a quien le atrae. Tan solo diga: “Perdone usted, tiene una sombra muy bonita. Espero no le moleste que me acueste con ella”. La otra persona sentirá que ha sido halagada. Dirá: “Cómo no. Recuéstese con confianza”. Deberá hacer caso y acostarse con la sombra hasta que a la dueña de ella se le llenen los ojos de envidia. Ahí tendrá que decidir si se queda con la rubia o con la morena.

 

 

3. Camine. Camine y camine. Camine. Aunque parezca simple, la recomendación va en serio: camine. Salga un día de su casa y camine sin ningún rumbo en específico. El destino da lo mismo. De lo que se trata es de no hacer pausas. Camine aunque tenga sed y hambre. Ya pasará por un árbol donde podrá tomar un poco de fruta o podrá caminar hasta un restaurante e ir a la cocina de donde tomará comida para luego salir sin pagar. Se trata de no hacer una sola pausa. Eso es lo importante. Camine hasta llamar la atención de las masas. Al cabo de un tiempo, lo buscarán las cámaras de televisión. Usted será famoso. A los tres meses usted será delgado, atlético y, lo que es importante, será un caminante de verdad. Igual conviene no emocionarse. Tiene que caminar mucho más. Llegará a otras ciudades, conocerá pueblos y rincones con los que muchos no soñarán jamás. Deje que sople el aire. Sentirá una ráfaga de colores chocar contra su cara. Será que ha ido muy lejos. Lo cual da igual, porque esto se trata de conseguir pareja. Y eso es imposible si no sufre antes. Camine. Camine hasta romper los zapatos y camine hasta que, ya descalzo, lo pies le hagan perder sangre.

 

Eventualmente, por caminar tanto, alguna persona chocará con usted. Haga el favor de seguir el paso con ella o con él. Llévelo encima. Uno a lado del otro alcanzarán a amarse. Y más vale no frenar la marcha, porque para impedir que escape, habrá de caminar para siempre.

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