La prostitución en la Merced: ¿Mal necesario?

Jani Luna González
6 de Agosto de 2001

 

La prostitución en México es una realidad que irrita, pero que nadie enfrenta.

Es originada por problemas económicos, políticos y sociales que se remontan al pasado y que se incrementan en el presente.

A menudo, la autoridad recurre a la puerta falsa como solución al problema, y entonces establece "zonas de tolerancia", y justifica: "letrinas de toda sociedad".

Como ejemplo, el de La Merced, lugar de refugio y trabajo para cientos de prostitutas a las que el desarrollo no ha dado lugar de alojamiento, y en donde los hombres que sufren las mismas penas, encuentran un escape a su realidad y a sus necesidades fisiológicas.

Cual mercancía, las prostitutas de la Merced son identificadas por la Secretaría de Salud con un tarjetón, símbolo de ser aptas para ejercer el oficio mas antiguo de la humanidad. Carecer de él, les puede significar permanecer 36 horas en la delegación, y ser víctimas de abuso económico y aún sexual de agentes judiciales y policías.

Lo cierto es que la realidad es brutal, y el incremento de la prostitución es directamente proporcional a problemas como la pobreza, la migración y la falta de empleo, entre otros. A más pobreza: más prostitutas. A más migrantes: más prostitutas. A menos capacidad de empleos: más prostitutas. Así de simple.

ES LA MERCED

En La Merced hay mujeres para todos los gustos y para cualquier capacidad económica de quienes las necesitan. Las hay morenas y blancas, altas o bajitas, delgadas o gorditas, también jóvenes, maduras y viejitas.

Sin embargo, las características físicas de las sexoservidoras de La Merced, se pierden ante las agresiones de los hombres que acuden a ellas, e inclusive de los mismos policías y judiciales.

Sara, conocida así entre sus compañeras desde hace dos años, y originaria de Hidalgo, narra su historia:

— A los 12 años cumplidos llegue a la ciudad pensando que todo era más sencillo, sin embargo te enfrentas a rechazos de la gente y a humillaciones. Mi primer empleo fue en una fábrica, luego trabajé como empleada domestica hasta que salí embarazada.

Afirma: ¡400 pesos a la semana no son suficientes para el sustento de un hijo, por eso decidí trabajar en esto!.

Sara llega a La Merced como a la una de la tarde y se va hasta las seis, en ocasiones se queda a dormir en los hoteles del rumbo. Por "ratito", o por relación sexual, cobra 75 pesos, por lo que al final del día, llega a juntar de 300 a 400 pesos. "Eso sí, no me dejo besar el cuerpo, y menos la boca". Asegura.

Sara exige a sus clientes que se coloquen dos condones para evitar cualquier infección, y se inyecta mensualmente "Patector Rosa", para no embarazarse. Y antes de iniciar cualquier relación sexual, Sara se pone lubricante, y si no tiene, "me pongo agua para humedecer la vagina y no me duela la penetración".

Eso si –agrega sonriendo-, únicamente me descubro la vagina, y les digo: "ándale papi a lo que venimos". Reconoce que su familia no sabe que es prostituta, "y si se enteran, dice, no sabría ni que hacer, mi mamá se decepcionaría por ser lo que soy".

COINCIDENCIAS

Las prostitutas de La Merced coinciden en muchos aspectos y son solidarias, por ejemplo aseguran, "cada relación sexual dura de 10 a 15 minutos, tiempo que tiene el cliente para lograr eyacular, por lo que no hay tiempo para charlar o conocer a la persona".

Todas, deben de cumplir con los requisitos que la delegación Cuauhtémoc les impone para permitirles trabajar, la Secretaría de Salud remite a las sexoservidoras al hospital de "Portales" para que les entreguen su tarjeton, la cartilla de la mujer, la credencial de CONASIDA, al igual que su carnet y les realicen los siguientes estudios:

"Papanicolaou, prueba de Elisa, glucosa y química sanguínea"

"En cuestión de requisitos son muy estrictos" dice Sara, y explica: "los agentes judiciales pasan por todo anillo de circunvalación revisando los documentos", y cuenta:

— Sí no los traes, te suben a una camioneta y te trasladan a la delegación en donde te detienen durante 36 horas. Y también los policías con uniforme azul detienen a los clientes en el momento que salimos del hotel, según porque es un delito que tengan relaciones sexuales con prostitutas.

Además, señala Sara, "hemos interpuesto una serie de denuncia en la delegación Cuauhtémoc por abuso de autoridad y corrupción de los policías de dicha delegación" y asegura que han transcurrido varios meses y Dolores Padierna, delegada en Cuauhtemoc, "hace caso omiso".

No es todo, Sara apunta que "elude trabajar con borrachos o drogadictos para evitar agresiones", y recuerda:

— En una ocasión, cuatro militares con aliento alcohólico se acercaron preguntándome que cuanto les cobraba por tener relaciones sexuales con ellos. Sara les respondió:"sí les trabajo, pero uno por uno", en ese momento, uno de los militares dio dos pasos hacía atrás, y la abofeteo.

Es extraño, dice Sara, entre nosotras no hacemos amistad, pero cuando mis compañeras observaron que me golpeaban, todas se unieron y amenazaron al militar diciéndole "que si lo vuelven a ver por ahí, lo van a demandar".

Y concluye: "Ahora estoy aquí, no sé durante cuanto tiempo más, tal vez mañana decida regresar a mi pueblo y olvidar esto tan amargo".

MÁS

El hotel Ampudía, en anillo de circunvalación, maneja una tarifa de 50 a 60 pesos por habitación, con duración de 20 a 30 minutos como máximo.

Algunas prostitutas son "controladas" por la señora Rubí, quien les indica en que parte de anillo de circunvalación se paren para trabajar, sin embargo, un grupo de sexoservidoras coinciden en que "son controladas todas aquellas que lo permiten", y aseguran, que "aquí en la merced puede venir a trabajar cualquier mujer", con la salvedad de portar el tarjeton que se les entrega en el hospital.

Y en efecto, Angélica de 40 años y también sexoservidora detalla: "Son siete años de mi vida los que llevo en este oficio, por ratito cobro 50 pesos y también tengo tarjetón, aquí aprendes a ser autosuficiente y no depender de nadie, además de que trabajas los días que quieres", y expresa:

— Muchas de nosotras no venimos los fines de semana para que nuestros familiares no nos vean aquí paradas, con los pies hinchados por la mala circulación que tenemos…

Angélica tiene dos hijos, los dos barones, uno de 13 y otro de 14 años, ellos viven con su abuelita porque su mamá no los puede atender, tampoco los lleva a la escuela, únicamente les manda dinero para su sostén y estudios, y los visita una vez por mes.

Según Angélica, "la mayoría de las niñas son de provincia y muy jóvenes, por eso es la diferencia de precios entre una y otra", sonrojada y en tono irónico culmina: "Jamás podré cobrar lo mismo que una niña de 22 años, mí tiempo ya paso y ahora estoy vieja a comparación de ellas, pero tengo que seguir trabajando por mis hijos…"

Además de los requisitos de las autoridades, Rubí exige a las sexoservidoras la presentación de su credencial de elector y su tarjetón, "para comprobar la mayoría de edad y permitirles trabajar".

Estela, de 22 años y también prostituta, cobra 350 pesos por relación sexual. Cuenta:

— Tengo dos semanas que ingrese a trabajar como sexoservidora, las muchachas me enseñan cómo tratar a un cliente, y que parte de mi cuerpo me pueden tocar.

Nerviosa ante las preguntas de la reportera agrega: "no te puedo decir nada hasta que llegue Rubí y me autorice a hablar".

Las prostitutas subrayan que viven solas, por lo que a veces se quedan a dormir en el hotel. Concluyen: "¿Para qué nos vamos a nuestras casas, sí allá nadie nos espera, y de aquí nadie nos corre?".

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