Por Nancy Padilla
Twitter: @nancypadillap

Es como si solo llegaran sobras de amor, con eso no quiero decir sobras de vida, quiero decir sobras de amor. 

 

Todo en cuestión amorosa me ha llegado de a poco:

El primer hombre que me quiso nunca olvidó a su ex. 

El segundo se enamoró de otra mientras yo me enamoraba de él. 

El tercero estoy casi segura de que ni me quería.

El cuarto decía que me quería, pero no me lo demostraba.

Y así, el quinto, el sexto y los séptimos…

Cuando perdí la esperanza, pensé que si sumaba las cualidades de cada uno, podría lograr construir a mi hombre perfecto. Entonces sumé los ojos del primero, los labios del segundo, la amabilidad del tercero, la sonrisa del cuarto…

Y comparaba al segundo con el tercero y al cuarto con el quinto. Sin embargo, había un ligero problema, ninguno de ellos había permanecido en mi vida. Ya no podía deleitarme no con los ojos del primero, ni con los labios del segundo, ni con la amabilidad del tercero, ni con la sonrisa del cuarto…

Aún pienso que hay esperanza. En el mejor de los casos, el amor de mi vida es el octavo o el noveno. Quién sabe lo que podré sumar o restar de ellos; de lo que sí estoy segura, para mi gran ventaja, es de que los números ordinales no tienen fin.

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