Evidencia para las políticas

De Guillermo Soberón al abogado José Antonio González Fernández.
1982-2000: ¿Adiós? FONSIDA y los medicamentos

Gustavo Leal F.*
Parte XIII

Se trata de un arco de tiempo que cubrió 18 años; los tres últimos sexenios priístas de “políticas de salud”.

Parece claro que los entonces jóvenes asesores -hoy ya no tanto- del delamadridismo -y sus inspiraciones involuntarias1 – tomaron un riesgo político que les era poco familiar, por no decir desconocido. Y sin embargo se arriesgaron. Así suelen ser, como diría M.Schwob 2 , los tiempos decadentes. Nunca falta el pitoniso que “cree” poder medir la profundidad del precipicio. Y, por supuesto ¡falla! En el año 2000, ya sin sombra de duda alguna, podemos afirmar que estaban y estuvieron menos que poco acertados. Pero, ¿exploraría el foxismo la misma veta?

Y es que los retos y pendientes en la arena de la salud no eran, ciertamente, de poca monta. Revisemos uno.

FONSIDA y los medicamentos

Al comparecer ante el Congreso para la Glosa del Sexto Informe de Gobierno del presidente Zedillo el abogado González Fernández, secretario de Salud, afirmó que:

“Fonsida no ha logrado resolver la demanda de medicamentos; no ha podido incrementar sus recursos y capacidad de atención. En lugar de ser un fondo, tendría que haberse creado como un fideicomiso público”3.

En mayo del 2002, en su entrega número 70, el suplemento Letra S publicó un agudo Editorial4 en el que señala:

“El manejo terapéutico del sida se ha vuelto cada vez más complicado. El stock de medicamentos antirretrovirales y de pruebas clínicas, así como el número de instituciones de salud que los ofrecen se han multiplicado a la par de los problemas creados por la impericia y la falta de ética médica y por la ausencia de criterios unificados en la prescripción y adquisición de los medicamentos. A ello ha contribuido no sólo la propia naturaleza mutante del virus o la creciente cantidad de fármacos desarrollados para combatirlo, sino también el peso de los intereses comerciales en juego”.

Conviene recordar que en el año 2001 y después del enfrentamiento entre Sudáfrica y 39 transnacionales farmacéuticas, Merck Sharp&Dome anunció que suministraría a instituciones de la red pública mexicana -vía convenio con la SSA- dos antirretrovirales con descuentos de hasta 80 y 82 por ciento: Indinavir, con precio de 4 mil 268 pesos por tratamiento mensual y que sería proporcionado a sólo 855 pesos y Efavirenz, que cuesta 4 mil 112 pesos y que sería surtido por 764 pesos5.
Pero, continúa el Editorial de Letra S:

“Como un caos definió el subsecretario de Salud, Tapia Conyer, el desorden que se vive en torno al tratamiento del problema de salud más complejo. Y la dimensión de este caos se desconoce por la falta de un diagnóstico claro que de cuenta de cinco años de tratamiento antirretroviral. Las políticas erráticas que se han seguido en la prescripción y el suministro de los medicamentos son, con mucho, las principales responsables de ese caos, sin olvidar la perniciosa influencia de las compañías farmacéuticas sobre médicos y pacientes (…)”.

Sólo que, coincidentemente, Roberto Tapia Conyer, ya era subsecretario de la Secretaría de Salud, primero con Juan Ramón de la Fuente, luego con el abogado González Fernández y, ahora, en el gobierno foxista del “cambio”.
¿Cómo enfrentaría el foxismo ese y otros de los muchos pendientes de la agenda de la salud? ¿Sería capaz de diseñar los “diagnósticos claros” y reorientar las “políticas erráticas” a que alude el Editorial de Letra S?

* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco


1Héctor Aguilar Camín, Después del Milagro, Cal y Arena, México, 1989.
2Vidas Imaginarias.
3La Jornada, Reforma, 19 de septiembre, 2000.
4La Jornada.. La entrega también incluye el artículo de Alejandro Brito “Tratamientos Contra el Sida. Poner Orden
5Gustavo Leal F., “Manto frente al mercado de la tristeza”, La Jornada, 5 de mayo 2001.

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