Por Miguel Marcell Guzmán

Twitter: @Mars_Galaxy

 

 

¿Qué puedo decirles acerca de mi cuarto? Veamos… pues es como cualquier otro, con cuatro paredes, un par de puertas, una ventana y varios muebles acomodados. 

A su vez es muy distinto de los otros, ya que este pequeño espacio me ha visto llorar en mi almohada hasta quedarme dormido, reír a carcajadas viendo algún video en internet, escribir cuando más asfixiado me encuentro; ha sido testigo de esos cuantiosos insomnios en que no sé dónde me queda algo de paz entre el caos que soy.

Aquí se encuentra mi universo privado, ese que me hizo mi madre hace un par de años, ese que me anima a sacar mi lado soñador y optimista, así yo suponga que todo se encuentre en mi contra.

¿Por qué el cuarto de Mars? Porque considero que no hay nada más íntimo que nuestra habitación, es ahí donde pasamos casi un tercio de nuestras vidas; no importa si se comparte o si es privado, ni siquiera si está en la casa de nuestros padres o en la nuestra. 

Nuestra habitación es testigo de las veces que jugábamos en la infancia, ese montón de juguetes regados, dibujos, colores, etc. Aquí, a su vez, pasamos nuestra adolescencia y él es fiel testimonio de nuestros traumas, inquietudes, tristezas, alegrías, pensamientos, enojos; y cuando somos adultos, de las veces que amamos, de las veces que repelamos el haber crecido, que tenemos miedo, que nos quejamos de nuestro trabajo, de los problemas cotidianos, ¿y por qué no? De esas veces que nos entregamos a nuestra fase sexual y romántica. No hay mejor sinónimo de intimidad y de identidad que nuestro cuarto. 

Así que les hago la bienvenida a mi cuarto, espero que no les moleste el desorden, que aquí les escribiré desde mi fase más personal e intima sin censurarme ni limitarme; les escribiré del que soy, no del que parezco.

 Quítense los zapatos y pónganse cómodos. 

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