Necropsia al Poder

Valentín Cardona
19 de enero de 2002

 

Advertencia de la redacción: La historia de Guillermo Soberón Acevedo es larga. Es una historia que paradójicamente asocia la gloria y el poder de un sólo hombre a la desgracia de una nación. Guillermo Soberón, como "visionario", logró establecer desde la UNAM un grupo de élite privilegiado incondicional a sus objetivos, muchos de quienes hicieron de la ineficacia y la inmoralidad una forma de vida. Luego, ya en la Secretaría de Salud consolidó su sueño: Funsalud. Y desde allí, logró la perpetuidad a través de Julio Frenk Mora, al ser nombrado secretario de Salud del "gobierno del cambio".

Por lo extenso de la historia, se publicará en varios capítulos, éste, es el primero.

Necropsia al Poder I

El más alarmante problema de salud pública, es el hambre. Degrada al pueblo y lo arroja hacia el desgaste. Hambre mecida en la cuna por la pobreza y la ignorancia…

Samuel Máynez Puente

Dicen que sangre azul corre por sus venas. Y que la gloria y el poder han sido sus conspicuas compañeras.

Su padre, Galo Soberón y Parra, era influyente más allá de su natal Guerrero. Cuando el estado era gobernado por el general Alberto F Berber, Soberón y Parra alcanzó una diputación federal en 1937. Don Galo tenía entonces 41 años.

Galo Soberón nació en Chilpancingo en 1896, a la mitad del porfirismo, y cuando México tenía poco menos de 13 millones de habitantes. Cuatro años después, el gobierno de Díaz estaba en plena crisis a causa del surgimiento de los Precursores de la Revolución entre quienes figuraron Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia y Camilo Arriaga, entre otros. El enorme incremento de latifundios auspiciado por el régimen de Díaz, y la sobreexplotación de los indígenas del país, despertó en los anarquistas las ideas de no reelección, la secularización del sistema educativo, la reducción de los privilegios a los extranjeros, y, por primera vez, la protección a la raza indígena.

Era el México revolucionario cuando don Galo tenía 15 años, Porfirio Díaz dejó el poder que resucitó en Francisco I. Madero, fue entonces que Emiliano Zapata tomó las armas y en el Plan de Ayala eternizó su lema: "Tierra y Libertad."

Cuentan que, como hoy, México en esos años era tierra dura y hostil, donde el hambre azotaba al pueblo y los pobres eran mayoría. Afirman que sólo los fuertes sobrevivían.

El año de 1913 quedó marcado por la "decena trágica", por los asesinatos de Madero y Pino Suárez a órdenes de Victoriano Huerta, y por la insurrección de Venustiano Carranza apoyado por Alvaro Obregón, Pablo González y Francisco Villa; don Galo tenía 18 años y estudiaba en la ciudad de México en la Escuela Nacional Preparatoria.

El año siguiente Huerta renunció a la presidencia, huyó del país y Venustiano Carranza asumió el poder. En ese mismo año, en la Convención de Aguascalientes, se nombró a Eulalio Gutiérrez como presidente provisional. Carranza lo desconoció.

Vendría luego la traición de Obregón a Villa, y el reconocimiento de Carranza por el gobierno de los Estados Unidos, el ataque de Villa a los estadunidenses en el pueblo de Columbus, la promulgación de una nueva Constitución en 1917 y la incautación del predio "La Hormiga", a la postre "Los Pinos", ocupado desde antes por una larga lista de personajes del poder de la historia mexicana.

Don Galo tenía ya 21 años cuando Venustiano Carranza fue elegido presidente para el período 1916-1920 y 22 cuando en 1919 asesinaron a Emiliano Zapata por órdenes del gobierno carrancista.

Un año después, Carranza fue desconocido como presidente al proclamarse el Plan de Agua Prieta en el que figuraron Obregón y Pablo González. Venustiano Carranza huyó, pero fue asesinado en Tlaxcaltongo, Puebla. Adolfo de la Huerta asumió la presidencia provisional para poco después ser desplazado por Álvaro Obregón, el primero de diciembre de 1920.

En 1921, doña Carmen Acevedo –esposa de don Galo-, dio a luz un varón al que llamaron Jorge, y en ese año, don Galo terminó sus estudios en la Escuela Nacional de Medicina. Entre 1921 y 1923, bajo el gobierno de Obregón, Galo Soberón y Parra fungió como embajador de México en Francia y Alemania, lugares en los que simultáneamente haría una especialización en la Universidad de París, y otra en el Instituto de Especialidades Tropicales de Hamburgo.

En 1923, don Galo regresó a México y se ocupó como delegado de Salubridad en Iguala, jefe de la Oficina de Sanidad Federal, y director de la Oficina Técnica para la Erradicación del Paludismo. En ese año, Francisco Villa fue asesinado en Parral Chihuahua, y se restablecieron las relaciones diplomáticas de México con Estados Unidos a través de la firma de los Tratados de Bucareli.

Alvaro Obregón dejó la presidencia a finales de noviembre de 1924, y al año siguiente, se decretó la formación del Banco de México. Fue el 29 de diciembre de 1925 la fecha en que doña Carmen Acevedo trajo al mundo al siguiente hijo varón de don Galo, ambos decidieron llamarlo Guillermo.

Al terminar su mandato en 1928, a Obregón siguió en la presidencia Plutarco Elías Calles, quien a final de su gobierno convocó a elecciones que fueron ganadas por Álvaro Obregón, quien no logró por segunda ocasión gobernar al país, pues fue asesinado por León Toral. Entonces, las puertas se abrieron para Emilio Portes Gil a quien se nombró presidente provisional hasta 1930.

La historia de presidencias incompletas la siguió Pascual Ortiz Rubio, quien por sus desaveniencias personales con el general Calles renunció al poder en 1932, año en el que se nombró presidente interino a Abelardo L. Rodríguez, quien gobernó a México de hasta 1934. Luego, seguiría Lázaro Cárdenas del Río, quien resultó triunfante en las elecciones y se convirtió en el primer presidente posrevolucionario en terminar un mandato completo de seis años –1934-1940-, a Cárdenas del Río se le reconoce la expropiación petrolera en 1938, entre otros importantes logros para el país.

Siguió a Lázaro Cárdenas el último general en gobernar al país, Manuel Ávila Camacho a quien algunos atribuyen el haber desarrollado una política conciliadora en lo político y religioso. Despertó también en su sexenio uno de los flagelos más devastadores para el país: la corrupción. Al término del gobierno de Ávila Camacho en 1946, don Galo tenía 50 años, Jorge y Guillermo 24 y 21 años respectivamente.

Desde entonces, el apellido Soberón y Parra trabajaría casi desde el anonimato, abriendo paso a los nuevos Soberón Acevedo, presente hasta nuestros días en los círculos más altos del poder en México…

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here