El Programa Nacional de Salud 2001-2006
Indicios de Fracaso

Valentín Cardona
23 de julio de 2001

 

Como vendedores de ilusión aparecieron.

Primero fue Vicente Fox quien anunció el Programa Nacional de Salud (PNS) 2001-2006, que se integró desde ya al Plan Nacional de Desarrollo (PND), y en el que se toca, sólo de pasadita, el problema de la salud en México.

Tres días después, Julio Frenk Mora, secretario de Salud, hizo lo suyo en el Centro Médico Nacional Siglo XXI, por cierto, en una pasarela también clásica que rindió honores a los procedimientos del viejo régimen.

El PNS fue presentado en un libro de 205 páginas, cuyo contenido sustancial se inscribe sobre 120. Los grandes ausentes fueron los mecanismos que permitirán el combate a la corrupción y la impunidad al interior de la Secretaría de Salud (Ssa), y ni siquiera se esboza la compleja problemática que aqueja a decenas de miles de médicos del país: frente al fisco, frente a las aseguradoras, frente a la ética…

En el documento, Frenk Mora establece como prioritaria la necesidad del incremento de los recursos económicos al sector salud, razón por la que defiende -como lo hizo López Portillo con el peso-, la aprobación de la reforma fiscal que plantea incrementar IVA a medicinas y alimentos, entre otros.

El Programa arranca con un mensaje del presidente:

— … En todos los rincones de México he escuchado el mismo reclamo: mejores servicios de salud, más médicos y enfermeras, mayor facilidad en el acceso a las consultas y los tratamientos. El rumbo estratégico del cambio que queremos para México en este sentido se define en el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006.

Derivado de este, el Programa Nacional de Salud busca atender tales anhelos mediante líneas de acción específicas y en el marco de una revisión a fondo de nuestro sistema de salud…

No se analizan en el PNS los graves problemas estructurales que mantienen a los marginados –sobre todo-, en un estado de clamor permanente.

ILUSIONISMO

Nadie como Frenk Mora explica mejor el contenido del PNS.

"Es producto –asegura-, del esfuerzo y la imaginación (sic) de decenas de funcionarios de todas las instituciones del sector salud…"

Hay más, en el capítulo correspondiente a la "Introducción", aparece el primer encuentro desafortunado con la realidad. Y es que se realizan comparaciones temerarias entre México y otros países alejados, por mucho, de las condiciones nacionales.

En el documento se consigna:

"… Los problemas financieros relacionados con la atención de la salud representan ya una seria carga para la población. Este complejo reto se debe en parte al aumento de los costos de la atención. Más importante aún es el hecho de que 52 por ciento de los gastos totales en salud se cubren directamente con recursos del bolsillo de las familias al momento de utilizar los servicios de salud. En Colombia, en contraste, este gasto representa 25 por ciento del total y en Gran Bretaña apenas alcanza el tres por ciento…"

En la comparación con Colombia, quienes elaboraron el PNS omiten señalar que, precisamente Colombia, enfrenta hoy en día el problema de salud más desgarrador de su historia. Y que, si se puede comparar a Colombia con México argumentando que el primero invierte más en salud, también se puede comparar en los niveles de corrupción establecidos por Transparencia Internacional que ubica a Colombia un lugar arriba de México –Colombia lugar 50, México 51-, nada honroso, pero cierto.

Y es verdad, el problema que enfrenta Colombia, se dio por el establecimiento de un Programa de Salud casi idéntico al que se pretende instaurar en México, sobre todo, en materia de "seguros populares de salud".

Por si fuera poco, el Capítulo I "En dónde estamos", se conforma por una compleja comparación de cuadros, gráficas, estadísticas y aún encuestas, por medio de las cuales se trata de ubicar a México en algún panorama. Y se ubica: es desolador.

A través de la retórica, se justifican también los grandes avances a raiz de comparar al México de los años 30 con el México actual, luego, se establecen los mecanismos con los que se pretende atacar la múltiple problemática, y, a más de siete meses en el poder, la mayoría de los planteamientos se proyectan al futuro.

Se compara también la inversión que realizan países de la "región latinoamericana" en relación con lo que invierte México en salud respecto al Producto Interno Bruto (PIB), se ubica a nuestro país en el último lugar –22-, en una tabla hecha a la medida para los propósitos que se persiguen, ahí, se compara a México con 21 países, 16 de los cuales ni siquiera se encuentran en el Continente Americano.

Además, entran a la comparación cuando menos 10 países de los llamados del "primer mundo, o altamente industrializados", para quienes el "problema" de la salud, dejó de serlo, desde hace décadas.

Así transcurren 46 cuartillas del documento, que dan paso al capítulo II: "A dónde queremos llegar".

El texto inicia con "La democratización de la salud", para explicarla, se recurre a un debate casi filosófico entre los conceptos de democracia, salud, y ética, para concluir que "existe un vínculo profundo entre salud y democracia", y ese: es el "mensaje central" de todo el PNS.

Pero el "mensaje central" es superado por la "visión" del PNS que anuncia también la permanencia del modelo cuando menos cuatro sexenios. "En el año 2025 todo mexicano tendrá acceso a un seguro de salud, independientemente de su capacidad de pago, su nivel de riesgo o su filiación laboral. Este seguro, a su vez, le garantizará el acceso a servicios bajo un modelo integrado de atención a la salud", se dice.

OBJETIVIDAD

Así, diseñado y fundamentado sobre "supuestos éticos", el PNS plantea el Capítulo III correspondiente a "Qué camino vamos a seguir": "objetivos, estrategias y líneas de acción".

Los cinco objetivos –mejorar las condiciones de salud de los mexicanos; abatir las desigualdades en salud; garantizar un trato adecuado en los servicios públicos y privados de salud; asegurar la justicia en el financiamiento en materia de salud; y fortalecer el Sistema Nacional de Salud, en particular sus instituciones públicas-, "buscan concretarse" mediante la implantación de 10 estrategias:

— Vincular la salud con el desarrollo económico y social; reducir los rezagos en salud que afectan a los pobres; enfrentar los problemas emergentes mediante la definición explícita de prioridades; desplegar una cruzada por la calidad de los servicios de salud; brindar protección financiera en materia de salud a toda la población; construir un federalismo cooperativo en materia de salud; fortalecer el papel rector de la Secretaría de Salud; avanzar hacia un modelo integrado de atención a la salud; ampliar la participación ciudadana y la libertad de elección en el primer nivel de atención; y fortalecer la inversión en recursos humanos, investigación e infraestructura en salud.

Las "estrategias" -clasificadas como sustantivas e instrumentales-, a su vez, plantean para su éxito la realización de diversas "líneas de acción" –66-, que a su vez generan cientos de "acciones, actividades, metas, propuestas, componentes, y metas de alto impacto."

Instrumentada ya la compleja red de objetivos, estrategias, líneas de acción, y demás, se da paso al Capítulo IV, "Cómo medimos los avances": "La rendición de cuentas como parte del proceso democrático".

En sólo siete cuartillas confusas, el PNS da lugar a uno de los pilares fundamentales de toda democracia: La Información. Y aunque es poco explícito, se alcanza a distinguir:

— La rendición de cuentas es el proceso a través del cual las instituciones de gobierno dan a conocer a los ciudadanos las decisiones que toman durante el ejercicio de sus funciones, la forma en que asignan los recursos disponibles y el impacto que ambos procesos tienen en la vida de los municipios, los estados o el país en su conjunto. Dar cuenta de lo hecho implica, por lo tanto, la existencia de procedimientos explícitos, públicos y detallados cuyo objetivo último es proteger los derechos de los ciudadanos contra los posibles agravios de las instituciones del Estado. En el fondo, la rendición de cuentas se basa en la idea de que las personas tienen derecho a conocer los principios y razonamientos que están detrás de las decisiones que afectan su bienestar básico.

Pero a pesar de la utópica mención, ocho días después de la presentación del PNS, cayó de nuevo el manto de la impunidad sobre lo escrito.

En efecto, la Ssa, en un acto de "cautela y hermetismo", negó la información a los medios de cómo y con quién se piensa contratar el seguro popular de salud –mecanismo que pretende dotar de servicios de salud a los mexicanos marginados-, a pesar de que se piensan invertir 150 millones de pesos en un "programa piloto".

Enrique Ruelas Barajas, subsecretario de Innovación y Calidad, fue el encargado de justificar la violación al naciente PNS, dijo a La Jornada: "no queremos generar falsas expectativas con información incierta… porque cualquiera de las piezas que saquemos a la luz pública sin estar seguros nos puede costar la credibilidad de todo el programa, o peor aún, fracasar a largo plazo, por eso estamos siendo cautos".

Lo cierto es que Ruelas Barajas desestimó uno de los párrafos del PNS -que por cierto le rinde culto en la sección de "agradecimientos"-, y que dice así:

— La rendición de cuentas sobre las acciones del sistema de salud tiene múltiples objetivos.

Además de generar información para la ciudadanía, puede ser un medio eficaz para mejorar la toma de decisiones, identificar nuevos desafíos, promover el diálogo acerca de las políticas nacionales de salud y contribuir a poner a la salud en el centro de los debates nacionales, proporcionando información oportuna y confiable sobre un aspecto central del bienestar de los ciudadanos.

Arreglos en lo oscurito, pues.

Las últimas 40 cuartillas del PNS, fueron consumidas por los agradecimientos, la bibliografía y los apéndices.

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