La sombra temeraria del
Gran Telescopio Milimétrico Valentín Cardona
“Mientras más tiempo se retrasen los proyectos, más tiempo vivirás del presupuesto”, reza así, un popular refrán entre algunos científicos mexicanos. México enfrenta en el desarrollo científico sus peores momentos. Y es que la guerra al interior de la cúpula científica nacional se recrudece porque Vicente Fox no encuentra al “talento” que dirigirá al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). El llamado “megaproyecto” del Gran Telescopio Milimétrico (GTM) considerado como “el proyecto más ambicioso que ha emprendido México en su historia”, bien podría ser el reflejo de la incertidumbre científica que caracteriza al México que se debate entre la corrupción, la impunidad, y la eterna miseria. Y en efecto, al igual que en todas las esferas oficiales, la información sobre los vicios y virtudes del GTM es resguardada celosamente por Alfonso Serrano Pérez Grovas, principal impulsor del proyecto ideado por Paul Goldsmith. En el ir y venir de las cifras oficiales Pérez Grovas pasa fácilmente de 50 a 80 millones de dólares respecto al costo del proyecto, como también, pasa fácilmente de un siglo a otro sin definir su conclusión. VALIOSO EJEMPLO
TIEMPOS COMPARTIDOS Ya en invierno del año 2000, Pérez Grovas sostiene el mismo discurso que dio origen al megaproyecto hace 13 años. Sin embargo, las contradicciones son evidentes; hoy, Pérez Grovas recuerda: “En el caso de México, el proyecto se presentó al Conacyt, y después de una serie de evaluaciones de diferentes comités, así como de un grupo de empresarios que analizó sus posibilidades tecnológicas, el proyecto fue aprobado en noviembre de 1994, mediante el Programa de Apoyo a la Ciencia en México (PACIME)”. Y se justifica: “Desafortunadamente en diciembre vino la devaluación, así que a principios de 1995 contábamos con la mitad de los fondos del que unos días antes pensábamos tener, pero el propósito de conseguir financiamiento continuó desde entonces”. El número 155 de la revista “Ciencia y Desarrollo”-utilizada por Pérez Grovas como plataforma informativa–, asienta: “Sin importar esa situación adversa, a partir de 1995 se empezaron los trabajos, y para ello se recurrió a un conjunto de expertos a escala internacional, se formó un comité técnico consultor y se licitó el diseño del instrumento, para otorgarlo, después, a la empresa alemana MAN Technologies”, también se dijo que “luego de estudiar múltiples posibilidades en el centro del país, en la Sierra de San Pedro Mártir, en Baja California, y otras como la del Tacaná, en la frontera con Guatemala, se decidió que el sitio con las mejores condiciones era el Cliltépetl o Cerro de la Negra, ubicado en el municipio de Chalchicomula, en el estado de Puebla”. Las sospechas de corrupción que varios investigadores del Conacyt sostienen sobre GTM, se incrementan cuando en el mismo número, se confirma que “el tiempo de observación del GTM se dividirá en partes iguales entre los mexicanos y los norteamericanos, ya que ellos aportaron el 50 por ciento de los recursos para su construcción, esto es, 40 millones de dólares”. De acuerdo con los investigadores, el Conacyt podría estar contribuyendo a la violación de la soberanía nacional, “pues ningún extranjero puede tener más del 49 por ciento de participación y mucho menos de uso de nuestras instalaciones y territorio” BIENESTAR PARA LAS FAMILIAS Los compromisos que Pérez Grovas asumió con el megaproyecto: “Ayudar al desarrollo del país, atraer divisas y generar empleos”, entre otros, hoy se derrumban. En efecto, trabajadores que participan en la construcción de la base del telescopio, son empleados por la empresa “Adriann’s de México, S.A. de C.V.”, la mayoría son contratados por 28 días, y sometidos a un intenso ritmo de trabajo en condiciones de riesgo extremo. Los trabajadores se quejan de constantes vejaciones a su persona, y es que tampoco hay sindicatos que los defiendan y muchos, ni siquiera tienen Seguro Social. Casi 80 trabajadores entre soldadores, pulidores, cortadores y ayudantes, arman las pesadas bases que sostendrán la parábola de 50 metros de diámetro que colocará a nuestro país “en la vanguardia de la investigación astronómica mundial”. Nuestro testigo regresa a su casa cansado, es soldador de primera y durante 8 horas consecutivas tiene que permanecer bajo el humo tóxico provocado por la fusión de los metales al soldar, sin mascarilla, sin extractor o ventilador, sin nada. Explica al reportero que no se pueden quejar en Adriann’s, algunos que lo han hecho han sido despedidos, asegura. Algunos se han desmayado, ratifica contundente, y enfurece; “ni siquiera nos dan leche para descontaminarnos”. Explota: “Hace poco vinieron de TV Azteca, hicieron un reportaje de las partes terminadas del telescopio, pero a nosotros que nos estamos partiendo la madre ni nos pelaron. A un señor lo vistieron bien para las tomas, le dieron todo el equipo de protección nuevecito, planta de soldar nueva, y tan pronto se fueron los de televisión regresaron todo al almacén”. Ruben Carrada Hernández, gerente administrativo de Adriann’s de México dice al reportero que para entrar a la empresa se necesita un permiso directo de Pérez Grovas, o de la dirección general del Conacyt. La empresa Peritos en soldadura (Persa), encargada de realizar la revisión de las soldaduras por ultrasonido, realiza las pruebas a los soldadores que ingresan a trabajar, y constantemente revisan las piezas soldadas, nuestro testigo explica: “ellos ni saben nada de soldadura, es más muchas piezas que ellos regresaron por tener ‘poros’ se fueron a la pintura sin reparación”. Luego de explicar que Adriann’s de México construyó una “nave” para guardar las piezas de la base del telescopio terminadas, nuestros testigos aseguran que muchas de las piezas ya terminadas están arrumbadas en los patios, “todas oxidadas”, pues estuvieron expuestas a las lluvias pasadas, por lo que la corrosión es ya muy fuerte”. LA SALIDA
EL OBJETIVO Cuando el Gran Telescopio Milimetrico se termine, pesará sobre él la gran sospecha de su obsolescencia, y es que el avance tecnológico mundial no se detiene ante caprichos de mala planeación, o malos objetivos. Lejos, muy lejos de la realidad nacional, la ciencia en México está basada en una cultura añeja y encerrada en un sistema económico, político y social inculcado por el partido político que gobernó los últimos 71 años. La autoestima antepuesta al beneficio colectivo. Cuando el Gran Telescopio Milimétrico se termine, no va a ser más ligera el hambre para las comunidades indígenas, ni va a llevar mejores salarios al magisterio, ni becas a los estudiantes necesitados, como tampoco mejores aulas a las escuelas rurales. Cuando el Gran Telescopio Milimétrico se termine, unos cuantos mexicanos podrán ver el material meteorítico, los asteroides y los restos de cometas, otros tantos podrán registrar microondas del rango de las altas frecuencias. Y los americanos, dueños ya de otra parte de territorio nacional, gozarán de su edén de observación estelar a perpetuidad. La gran identidad conceptual entre la construcción de la central nucleoeléctrica de Laguna Verde y el GTM, proyecta otra vez su sombra temeraria. Nunca llegó a México el publicitado destape del desarrollo tecnológico nuclear, tampoco el bienestar para las familias, ni la masiva generación de empleos. A cambio llegaron: La absoluta dependencia del exterior, el mayor costo de producción de electricidad, y la constante amenaza sobre cientos de miles de personas de una catástrofe nuclear, entre otros. El rescate de la quiebra a la empresa vendedora de los reactores nucleares obsoletos, embargó a México, hasta la posteridad. |