Por Tlaloc-Man
Twitter: @merodeadormty
Llueve desde hace 43 minutos. Llueve con nostalgia de timelapse. Me disculparás, se que lo harás cuando me digas “encontré lo mismo que tú” en aquella aurora boreal. Mientras, siguen las gotas resquebrajándose en el filo.
La banca en donde estamos la robamos de una iglesia. Los besos que nos damos los comenzamos en esa misma iglesia. Qué lugar tan incomodo para comenzar a unir nuestros labios, ¿no lo crees? Aún así, lo que comenzamos como amantes desbocados, lo continuamos aquí frente a este pliegue espectral.
–Revienta ese holograma con una voz lenta que te arrulle, que te haga reír mientras haces oscuridad– le dije sin dejar de mirar el espectáculo que presenciábamos.
Cruzó la pierna y me dio un beso. Después quiso demostrar que no es tan malo estar sola contraponiendo un enunciado al mío:
–Es este viento bemol que me obliga a amarrar el corazón para no desbocar alaridos. Un señuelo es la mano y más cuando está vacía.
–Bonita alquimia– susurré.
Es un trance amistoso el que tenemos. No tenemos más, solo besos y el ejercicio de la contemplación humilde. Esa es nuestra iglesia.