Alonso Ancira Elizondo, más muertos a su conciencia
Negligencia criminal, acusa el sindicato
Juan Monrreal López
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28 de marzo de 2011
Torreón, Coahuila.- Tras la explosión de una bolsa de gas metano que mató a dos trabajadores mineros el sábado 27, alrededor de las 9 de la noche en la mina 7 de Barroterán, Coahuila, el Sindicato Nacional de Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMYSRM), emitió un boletín donde acusa que “ las pésimas condiciones de seguridad industrial e higiene que prevalecen en esa mina, igual que en las otras que están concesionadas al Grupo Acerero del Norte (GAN), que dirige Alonso Ancira Elizondo, también director de Altos Hornos de México (sic)”, causó la muerte de dos trabajadores mineros y puso en riesgo la vida de cerca de 250 obreros más.
De acuerdo al oficio del sindicato, después del percance, la empresa lanzó amenazas a los trabajadores y sus familiares si hacen trascender con extraños los pormenores del accidente, “la empresa amenaza a trabajadores y familiares con represalias si divulgan cualquier dato del siniestro; les avisa que les quitará el reparto de utilidades que por ley les corresponde”, apunta el comunicado.
Desplazados de la dirección sindical de la Sección 303, los seguidores de Napoleón Gómez Urrutia -quien se ostenta como secretario general del gremio-, aseveran que “los líderes cobardes de la Sección 303 del Sindicato Nacional de Mineros, no han dado la cara para atender ni a los deudos de los muertos ni a los trabajadores heridos. Se trata del secretario general y del secretario de trabajo de dicha Sección 303, quienes mediante amenazas y coacciones fueron impuestos como líderes “charros” por Alonso Ancira Elizondo, director del Grupo Acerero del Norte (sic)”.
La postura expone las pugnas sindicales existentes en las secciones mineras de la Cuenca Carbonífera, a raíz del conflicto entre Napoleón Gómez Urrutia, contra el secretario de Trabajo Javier Lozano Alarcón y los dueños de los consorcios mineros más poderosos de México, en manos de Alberto Bailleres González (Peñoles); Germán Feliciano Larrea Mota Velasco ( Grupo México), así como de Alonso Ancira Elizondo (GAN) .
La circular obrera recalca la complicidad existente entre los empresarios mineros y el secretario de Trabajo, para crear “minas de sangre, donde hay esclavismo”.
Internado aún en el hospital del IMSS de Nueva Rosita, Coahuila, el minero Adrián Sandoval Espinosa -quien vive en Barroterán-, reveló que el estallido del sábado 27 fue a 2 mil 500 metros de profundidad, contrario a lo difundido por el vocero de la empresa, Francisco Orduña, quien difundió que la explosión fue a 120 metros de hondura.
El sindicato señala la necesidad urgente “de que se legisle a nivel federal y local, para que se castigue penalmente a las empresas que por negligencia criminal permiten que se den estos hechos, calificados como Homicidio Industrial (sic)”, una demanda que el movimiento contestatario de los mineros de las Secciones 288 y 147 de Monclova, plantearon en 1978 y 1979, y que motivó la expulsión del SNTMMYSRM a más de 700 mineros del sindicato que en ese momento dirigía Napoleón Gómez Sada, padre del actual dirigente del sindicato minero, Napoleón Gómez Urrutia, quien en esos días trabajaba en el Banco de México.
Así, mientras el “charro” sindical Gómez Urrutia acusa a los “neo charros” de la Sección 303 de la mina 7 de Barroterán, los familiares de los deudos y heridos no han recibido apoyo alguno.
En el IMSS de Nueva Rosita, Adrián Sandoval Espinosa y José Ignacio Navarro Moreno, heridos en el socavón, reiteradamente reconocen a José Manuel Camacho Grimaldo, como un “héroe” que salvó su vida; un quijote como muchos que existen en el fondo de las minas coahuilenses.
Los muertos, Juan Francisco Rodríguez Piedra y José Manuel Camacho Grimaldo, se suman a los miles de mineros coahuilenses muertos por estallidos y derrumbes en esta zona carbonífera, las más grande e importante de México.
El accidente se originó cuando una cuadrilla de 10 trabajadores “topó” con una bolsa de gas metano que voló por la fricción de la “máquina del frente”, derrumbando la pared de la mina que sepultó a Juan Francisco Rodríguez Piedra, quitándole la vida en el terreno. José Manuel Camacho Grimaldo fue trasladado al IMSS de San Juan de Sabinas, hospital distante a más de 50 kilómetros de la zona del accidente y a más de una hora de camino, ahí falleció.
Junto con ellos, tres mineros jóvenes fueron hospitalizados por contusiones. José Ignacio Navarro Moreno de 21 años, Elidio Gloria Beltrán de 28, ambos son vecinos del poblado “Las Esperanzas”, y Antonio Díaz Vallejo de 29 años, de Minas de Barroterán.
El vocero de la empresa, Francisco Orduña, explicó que en el turno de “segunda” laboraban 250 trabajadores más. Luego justificó al citar que el accidente fue similar al de Pasta de Conchos, pero en este caso, el sistema de extracción de gases, si funcionó, por lo que el “estallido” no se extendió a lo largo de los túneles.
El próximo 31 de marzo, se conmemorará el 42 aniversario del estallido de las minas 2 y 3 de Barroterán, en el que perdieron la vida 156 mineros.