Salud e Hipermodernidad: dicotomías en un país de ensueño

Donovan Casas Patiño*, Alejandra Rodríguez Torres**

 

*Profesor de Tiempo Completo de la Licenciatura en Nutrición de la Universidad Autónoma del Estado de México- Centro Universitario Amecameca

**Médico Familiar del Instituto Mexicano del Seguro Social Sección Estado de México Oriente

 

México, al igual que el resto del mundo, se encuentra anegado dentro de políticas neoliberales, lo que ha conllevado a escenarios excluyentes de su colectivo, en esta nueva era histórica  se vive marcado por un mundo globalizado, donde la felicidad se obtiene acumulando bienes, un colectivo hedonista que se ha perfilado hacia el individualismo, despertando en su núcleo necesidades mercantilizadas e imaginarios de pertenencia social en base a consumos  con el fin de calmar las emociones de exclusión social provocadas por el vaivén de una vida fugaz, constructos de privatización a gran escala con dominación del otro, erosión de las identidades sociales, con abandono ideológico y político, bienvenido a la era del vacío y la inmediatez, donde los individuos son despersonalizados y remodelados a condiciones económicas mercantilistas de un modo de vida, de aspiraciones y de control social. La salud en este tenor no es la excepción, por contrario, se comenta que es un bien que no tiene precio, mejor dicho, sí lo tiene, puesto que detrás de esta búsqueda incesante de salud en los colectivos, existe una construcción mercantil usurera que busca interés de capital monetario a costa de la salud, donde la medicina en su práctica médica con mirada biomédica hegemónica curativa aparentemente “resolutiva” a corto plazo del padecer, compite por la ganancia económica del diagnóstico médico, la salud y la medicina en estos tiempos se convierte en una herramienta de sometimiento y biocontrol. Son precisamente la inmediatez, la soledad, el individualismo, el poder social, la condición de clases, la domesticación médica, la tecnología y tecno-burocracia, lo que condiciona que como profesionales de la salud nos alejamos más y más del otro, del que padece, del que siente, del que pide, del que sufre, creando así una brecha más grande entre el que vive sumergido en los mares del olvido y el que tiene el conocimiento como poder de participación social, estableciendo las brechas de la interrelación impersonal y operativa en un país que se describe como de ensueño.

La realidad que se vive en México puede ser la realidad de otro país a menor escala en otra latitud del planeta; en este país el transcurrir de los días es más complicado con el paso de las estaciones y los sexenios políticos, el sentido común se encuentra coaptado por el Estado y los medios corrosivos de comunicación, el sentido común del colectivo es aquello que refleja la realidad imperante del fenómeno social en su propia dinámica este nos ofrece perspectivas incongruentes del discurso político oficial, la pobreza en México azota a 97 millones 440 mil mexicanos (82 por ciento del total de la población), esto quiere decir que de cada 10 mexicanos 8 sufren esta desgracia1,  a diferencia de las cifras oficiales que reportan 52 millones, las políticas de combate a este mal se desvanecen enfocándose en regalar 13.8 millones de televisiones digitales, una por hogar, esto para lograr que el apagón analógico en el país se cumpla para el 31 de diciembre de 2015 fecha límite establecida en la reforma de telecomunicaciones aprobada en 2013, en aras del Programa de Trabajo para la Transición a la Televisión Digital Terrestre (TDT), ya publicado en el Diario Oficial de la Nación2, dejando a un lado el problema principal que azota al país el hambre, la marginación y la pobreza, además por si fuera poco sin consulta de la colectividad mexicana, en aras de un gobierno demócrata autoritario dictador se aprobó esta ley desvirtuando el sentido más amplio de la garantía universal del ser humano la participación social, aquí se demuestra que la inequidad preexiste cuando existe una desigualdad (social, cultural, política, religiosa, de salud, económica, etc.) donde el poder se ha acumulado en algunos cuantos los cuales manifiestan tendencias incongruentes de la necesidad básica del individuo, en este caso, sistemas alimentarios básicos. 

Estos aparatos televisivos serán entregados a los 13.8 millones de hogares inscritos en el padrón nacional de beneficiarios de programas sociales de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), informó la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), este es un Programa de Desarrollo Humano Oportunidades (Oportunidades), que tiene como objetivo apoyar a las familias que viven en condición de pobreza alimentaria con el fin de favorecer el desarrollo de las capacidades asociadas a la educación, la salud y la nutrición3 , esto nos conduce a que un programa social se convierta en el más grande eje controlador electoral y partidista de todo América Latina, el argumento por el cual se pretende regalar o cambiar los televisores es, que  “Al cambiar su televisor analógico por un televisor digital, las familias tendrán ahorros económicos anuales del orden de 1,638 millones de pesos al año y el Gobierno Federal dejará de erogar anualmente 3,276 millones de pesos por concepto de subsidios (…) asimismo, se evitará la emisión de gases de efecto invernadero equivalente a lo que producen 324,000 autos en un año.” (foto 1), informó la SCT 2 , si el sentido común nos remite a obtener una percepción más allegada a la realidad del vivir en esta tierra, podemos observar, sentir y oler a colectivos pobres, marginados, excluidos, olvidados y mal nutridos que prexisten ocultos detrás de nuestra realidad reconstruida por el biopoder, como conservar la calma con estos perversos discursos, televisión y programación por cable, he ahí la solución marginal de un pueblo que se ahoga en su propio olvido de telenovela de Disneylandia; aunado a lo anterior el octavo Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM) de la ONU (organización de la Naciones Unidas), que incluye reducir la pobreza extrema hasta frenar la propagación del SIDA y garantizar el acceso a una educación primaria, con la vista puesta en 2015, y que sigue un modelo acordado por todos los países del mundo y todas las instituciones de desarrollo, es olvidado en este país de fantasmas de una realidad oxidada.

 

 

Gerardo Ruiz Esparza, secretario de la SCT y el gobernador de Tamaulipas, Egidio Torre Cantú en la “entrega” de televisores digitales con la beneficiada a la que no dejaron que se lo llevara, Simulacro de entrega.
Foto: Milenio

 

En el país de la ignominia, la desnutrición azota a México desde sus inicios como nación, esta ha sido históricamente un problema de salud pública sus primeros estudios están plasmados en el artículo publicado por Patrón Correa en Yucatán (1908) denominado “¿Qué es la culebrilla?”, haciendo referencia a una entidad nosológica la cual Carrillo Gil demostró más tarde, que era equivalente clínicamente al Kwashiorkor y se debía a una hipo alimentación cuantitativa y cualitativa. Tiempo después, Federico Gómez (1946) en su artículo “Desnutrición”, reconoce que toda la diversidad de los Síndromes referidos anteriormente eran grados de un mismo padecimiento de etiología variada, que actualmente se le denomina desnutrición4. A esta se le asocia con problemas en salud grave como debilidad visual, talla baja, agrupación fuerte como predictor de mortalidad5,6, enfermedades infecciosas (gastrointestinales, respiratorias, piel, inmunológicas, etc.7), disminución de la capacidad intelectual, alteración en la curación de heridas, trastornos emocionales (ansiedad, depresión, irritabilidad).

La desnutrición es un proceso que se inicia cuando el individuo no ingiere lo suficiente como para cubrir sus necesidades y progresa hasta la aparición de cambios funcionales y estructuralesque están relacionados con la duración y severidad de la restricción y que afectan adversamente la salud y la calidad de vida, en México se tiene datos de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, que existen 1,194,805 niños con desnutrición crónica en el país; esta desnutrición crónica está presente en zonas urbanas en un 10.1% y en zonas rurales de 19.9%, cabe mencionar que según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y la ONU, México es el segundo país con mayor desigualdad económica, 45.5%  de la población (53.3 millones de personas) vive en condiciones de pobreza de las cuales 9.8%  (11.5 millones) viven en pobreza extrema, el 23.3% (27 millones) vive en pobreza alimentaria y el 12.5% sufre desnutrición crónica8,9; esta situación ha conllevado a políticas de tipo paternalista partidaria electoral y desde hace décadas sin resultados claros, comprobables y sustentables. Los principales programas son:

El Programa de Desarrollo Humano Oportunidades (Oportunidades), que tiene como objetivo apoyar a las familias que viven en condición de pobreza alimentaria con el fin de favorecer el desarrollo de las capacidades asociadas a la educación, la salud y la nutrición3, esto lo hace a través de una transferencia monetaria; atención y promoción a la salud de los grupos vulnerables y apoyo a la educación.

El programa de Abasto Social de Leche (Liconsa), cuya finalidad es apoyar a los hogares beneficiarios para que puedan tener acceso al consumo de leche fortificada con micronutrimentos a bajo precio10.

El Programa de Apoyo Alimentario (PAL), que atiende a población altamente vulnerable y que no cuenta con los beneficios de Oportunidades.

El Programa de Desayunos Escolares (PDE) del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) está dirigido a niñas y niños con algún grado de desnutrición y en situación de riesgo, que asisten a planteles públicos de educación preescolar y primaria11.

Además por si no fueran tan amplios y variados estos programas, en México se creó otro más basado en la experiencia Cero Hambre en Brasil -aplicada hace una década en Brasil que ya no existe, ahora hay un programa que se llama Brasil sin Miseria12,  este programa se anunció como la epopeya de toda gran campaña la Cruzada Contra el Hambre13, delimitada a otorgar alimentos en 500 comedores a nivel nacional, esta campaña dio su banderazo de salida en el 2013 con esto se pretende abatir la pobreza alimentaria de 11 millones de mexicanos para el 201514, como compromiso del Milenio, la pregunta que se desprende es ¿y los otros millones de pobres con que políticas sociales se atenderán?, aunado a lo anterior la falta de transparencia con la que en ocasiones se han operado los programas conlleva a fraudes cuantiosos en esta Cruzada Contra el Hambre -actividades culturales, como los concursos de cortometrajes, fotografía y conciertos-12,15,16,17, donde la marginación y la pobreza sigue en aumento, como se pretende continuar con programas sin sentido sustentable y participativo, el reconocimiento de la marginación en México no es suficiente, en realidad se debe ir más allá: si no se eliminan las causas de la pobreza, marginación, penurias, miseria social, y el hambre difícilmente se podrán resolver los enormes desafíos que persiguen y azotan a la gran mayoría de los mexicanos.

Así de esta manera paliativa se ha tratado de combatir a la desnutrición y pobreza, desde hace más de 50 años, en este abundancia inmensa de desgracias se perpetua la desnutrición en 1.2 millones de niños menores de cinco años y a 10 por ciento de los escolares de cinco a 11 en el 200718, desnutrición en 1.7 millones de niños menores de cinco años en México en el 201119, a esto expertos del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), diseñaron un proyecto llamado el reloj de la desnutrición, con el cual se pueden realizar proyecciones situacionales respecto a la desnutrición, y el resultado es que si el comportamiento en políticas económicas continua así, en 70 años se erradicara por completo la desnutrición en el país 18, está ampliamente documentado que re­ducir la desnutrición en edades tempranas redunda en el aumento en el crecimiento, en el desarrollo cognitivo, el desempeño escolar, y en la disminución de la morbimortalidad infantil 20; además una mala nutrición infantil se asocia de manera negativa en adolescentes y adultos reduciendo la capacidad de trabajo y el desempeño intelectual 21, influyendo en las capacidades, la productividad y el desarrollo económico, esta desnutrición mantiene sumergida a los niños del país con deficiencias graves en su desarrollo, y al parecer no existe hasta este momento un puente mediático entre el futuro estadístico y el sentido común que respira nuestra infancia en México.

Aunado a lo anterior, en este mar de historias epidemiológicas de lo social la Obesidad azota sin piedad al colectivo mexicano, la obesidad se considera como una enfermedad crónica multifactorial que se define como el exceso de grasa corporal que pone al individuo en una situación de riesgo para su salud, se determina a partir del cálculo en el índice de masa corporal (IMC) que se obtiene al dividir el peso en kilogramos entre la estatura en metros al cuadrado, un IMC mayor de 30 es obesidad, y entre 25 y 29.9 sobrepeso22,23, la obesidad se considera una patología de riesgo variada agrupada a: lumbalgia, infertilidad, osteoartrosis, hiperuricemia, disnea, apnea del sueño, diabetes, hipertensión, cardiopatía isquémica, litiasis vesicular, accidentes cerebrovascular, ovarios poliquísticos, síndrome metabólico, dislipidemia24, catarata, enfermedad del hígado graso no alcohólico, además disminuye la esperanza de vida en un promedio de 9 años y actualmente asociado a cáncer de mama, colon y endometrio25,26,27Según datos de la segunda encuesta de salud y nutrición de los Estados Unidos (NHANES)28, las personas obesas entre 20 y 75 años de edad tienen un riesgo relativo 2,9 veces ma­yor de enfermar de Diabetes Insulina Dependiente que las personas de peso normal. La misma encuesta muestra que ese riesgo relativo es de 3,8 para los obesos de 45 a 75 años, y de 2,1 para los de 20 a 25 años.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que para el año 2015 habrá aproximadamente 2 millones 300 mil adultos con sobrepeso, más de 700 millones con obesidad y más de 42 millones de menores de cinco años con sobrepeso, acuerdo con proyecciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se estima que más de dos de tres personas tendrán sobrepeso u obesidad en el año 202029.

En ese sentido México se debate entre ambientes completamente científicos para tratar de debilitar a la Obesidad, conferencias, seminarios y disputas entre diferentes expertos nacionales como internacionales tratando de ofrecer análisis y respuestas a esta pandemia, se realizan aproximaciones desde el ámbito biomédico, los temas que repetidamente abordan son del panorama epidemiológico actual de la obesidad, nutrición y composición corporal, comorbilidades, genética y obesidad, síndrome metabólico, nanotecnología y obesidad, cirugía bariatrica,  farmacología y obesidad, nutrición y actividad física, obesidad infantil, entre otros ya la obesidad va en aumento.

En 1993, resultados de la Encuesta Nacional de Enfermedades Crónicas mostraron que la prevalencia de obesidad en adultos era de 21.5%, mientras que con datos de la Encuesta Nacional de Salud 2000 se observó que 24% de los adultos en nuestro país la padecían30, con mediciones obtenidas por la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, se encontró que alrededor de 30% de la población mayor de 20 años (mujeres, 34.5%, hombres, 24.2%) tiene obesidad31,32. En la actualidad, México y Estados Unidos ocupan los primeros lugares de prevalencia mundial de obesidad en la población adulta (30%), la cual es diez veces mayor que la de países como Japón y Corea (4%).

En México, las tendencias de sobrepeso y obesidad en las diferentes encuestas nacionales muestran un incremento constante de la prevalencia al largo tiempo. De 1980 a la fecha, la prevalencia de obesidad y sobrepeso en México se ha triplicado alcanzando proporciones alarmantes33,34,35,36. El sobrepeso y la obesidad se han convertido en el factor de riesgo modificable más importante del país. En la actualidad 71.3% de los adultos mexicanos padece esta condición, con una prevalencia ligeramente elevada en las mujeres y por grupo de edad la obesidad es más frecuente en la cuarta y quinta década de la vida37.

En estudios realizados en la década de 1980 en Santiago de Chile, se encontró que 5% de la población masculina y 28% de la femenina era obesa (los valores del peso para la estatura fueron 120% más altos que el valor de referencia)38, esto aunado a políticas de corte neoliberal implantadas en ese país, y confirmo que la estratificación de la muestra de acuerdo con la condición socioeconómica permite advertir que la obesi­dad es más frecuente en los sectores socioeconómicos más pobres. Aunado a lo anterior en Brasil en dos muestras diacrónicas de nivel nacional notaron que hubo un aumento de la obesidad en los grupos de nivel socioeconómico más pobre en un periodo de 15 años39, este paso se dio en una dinámica social de tinte de dictadura militar a una sociedad demócrata con política económica de globalización: un fenómeno muy vasto y complejo, no sólo económico, sino también social, político y cultural.

En otro estudio realizado en comedores populares de los barrios pobres de un distrito del área metropolitana de Lima se encontró una asociación directa entre la obesidad y la condición económica: la prevalencia de exceso de peso y de obesidad entre las mujeres fue de 32,6% y 13,1%, respectivamente40, este país al igual que otros del continente aseguro su política económica a la inversión extranjera y privada además de exportación de bienes; el comportamiento de México respecto al estado nutricio de la población adulta, es de 73 de cada 100 mujeres y 69 de cada 100 hombres adultos presentan exceso de peso; es decir, la sumatoria de ambas cate­gorías: sobrepeso y obesidad, la ENSANUT-2012 reporto que la prevalencias de sobrepeso y obesidad en la población adulta por el tipo de localidad de residencia, es para la categoría de sobrepeso muy similar en ambos tipos de localidades: rural (39.1%) y urbana (38.8%), para la categoría de obesidad se encon­tró una diferencia de 7.5 puntos porcentuales mayor en las urbanas (34%) en comparación con las rurales (26.5%), esto debido a: migración poblacional del exterior al interior por modelo económico centralista y semi-industrializado, otro, dinámica social en nutrición caracterizado por un alto consumo de alimentos ricos en grasas de origen animal, hidratos de carbono procesados, harinas refinadas y azúcares simples (es más barato y económico consumir una sopa procesada –Maruchan- que procesar un kilo de frijol) , y bajo consumo de proteínas y carnes magras además de nula fibra alimentaría, también encontramos jornadas laborales largas, extenuantes y mal pagados, los niños y adolescentes con horarios escolares amplios con poca actividad física y con horarios inadecuados para alimentación, lo que condiciona una alimentación fugaz, rápida y barata.  

México en esta época de implantación de políticas neoliberales, ha destruido por completo la producción del campo por falta de subsidios, el frijol, el maíz, la leche, leguminosas y cárnicos, ahora son más caros que los alimentos procesados o productos denominados chatarra, situación que llevó a que las familias de bajos ingresos comenzaran a consumir pastas y otros productos de bajo precio, pero con altos niveles de carbohidratos y azucares, en ese sentido este país de en-sueño debería caracterizarse por un patrón de consumo más rico en alimentos de origen animal, pescados y mariscos y cereales; en suma, más diversificado, así como una mejor condición de los ingresos de la población.

El estado nutricional del país no puede ser arrebatado del análisis económico-político-cultural-social, puesto que los sistemas alimentarios van ligados por completo al sistema filial cultural donde toda dinámica social influye directamente e indirectamente esta práctica, es por esto que podemos observar en la tabla 1, como en un periodo de 10 años en México el aumento en la compra y consumo de alimentos tales como refresco y carbohidratos refinados se han filtrado en el colectivo, reafirmado y colocando dentro de la preferencias del gusto, usos y costumbres de la colectividad mexicana, dejando a un lado productos como cárnicos, leche, frutas y verduras, por otro lado esto puede también analizarse desde la vertiente de un ingreso per cápita cada día más reducido, con restricción salarial que se ha convertido en un verdadero despojo de orden social, en el que el promedio nacional de percepción de los trabajadores es de apenas dos salarios mínimos, es decir, 8 dólares por jornada ­cuando en otras naciones se paga eso por una hora­, y el país padece el empobrecimiento generalizado de su sector laboral41, pero que en discursos políticos se suprime esta realidad “hace mucho que México dejó de ser un país pobre, México es un país de renta media con un problema de pobreza muy importante que tenemos que enfrentar, que estamos enfrentando, que estamos resolviendo, pero en este momento ya es un país de renta media que viene a consolidar clases medias como hace tiempo no lo lograba”42, pero los cálculos más recientes reportan que 80 millones de pobres existen en Mexico, o sea, 79.4 por ciento de la población total del país vive en situación de pobreza y marginación, pobreza que está muy ligada a desigualdad, porque no es un problema de escasez absoluta sino de reparto desigual de los recursos disponibles, donde dentro de toda esta complejidad se manifiesta un comportamiento epidemiológico social de obesidad y sobrepeso dentro de políticas mundiales de seguridad alimentaria.

 

En ese mismo tenor la situación de nuestra alimentación está basada en aquellos productos que se encuentran a nuestro alcance económico y en el entorno, de esta manera el individuo y la colectividad sufre una domesticación que involucra cambio en los hábitos alimentarios la transición dietólogia, por un lado la mercadotecnia televisiva, de radio e internet conducen al colectivo hacia el consumo de alimentos traídos de lejos, los cuales se insertan en nuestra dieta básica; Coca-Cola, Pepsi-cola, Burger King, McDonald’s, PizzaHut, DominosPizza, Sabritas, Bimbo, Chocomilk, Zucaritas, etc., esta incorporación a la dieta mexicana ha sido sin restricción alguna por parte del Estado el cual podría salvaguardar un status dietológico nutritivo, por otro lado la accesibilidad a establecimientos comerciales donde se expenden alimentos rápidos en su preparación como; Embutidos, Sopas Instantáneas, Tacos, Pizzas y Guisados Congelados, etc., son en ocasiones muy baratos y fáciles de obtener, que en su preparación culinaria se traduce en platillos fáciles de elaborar, en una preparación rápida y lista para ingerir; aquí cabe señalar, que si el alimento es constructo cultural a la obesidad se le debe entender: como una respuesta social de adaptación colectiva en aras de preservación del ideario cultural, ahora bien si un pilar fundamental de combate a la obesidad es una alimentación balanceada, adecuada, disponible y nutritiva, cabría resaltar que los alimentos de cada individuo están condicionados por la cultura, esto es en una dieta accesible y dieta preferida, la primera es el conjunto de alimentos y bebidas a las que puede acceder en un entorno cercano, ya sea económicamente o por localidad, la segunda es el conjunto de alimentos y bebidas que son elegidos sin obstáculo alguno, entonces un acercamiento a la realidad colectiva en el cambio de hábitos alimenticios donde la diversidad en estos es reinante de la esfera neoliberal, se puede concluir que a pesar de múltiples políticas en salud de castigo a empresas de engordura el inserto cultural de apropiación de alimentos preferidos se ha consolidado en el gen social del colectivo mexicano, el cual se reproducirá socialmente sin remordimiento alguno. 

Fuente: Rivera JA y Col. Epidemiological and nutritional transition in Mexico: Rapid increase of non-communicable chronic diseases and obesity. Public Health Nutrition. 5: (1A) 113-122, 2002

 

Esto se convierte en una compleja situación, la cual nos remite al análisis de un pilar fundamental de la existencia humana, los llamados sistemas alimentarios: complejos procesos mediante los cuales los grupos humanos obtienen las materias primas de la naturaleza para su comida y bebida con fundamento en la cultura y su tecnología, donde se procura una dieta -conjunto y cantidades de los alimentos o mezclas de alimentos que se consumen habitualmente y/o conjunto de nutrientes que se ingieren durante el consumo habitual de alimentos-, cabe mencionar que en nuestra época de hipermodernidad la obesidad es producto de un sujeto comedor (desinhibición alimentaria), más libre porque ya no hay límites político-religiosos, perdiéndose el control de sí mismos, esto es una paradoja sociocultural que vive el individuo y la colectividad, porque el individuo tiene una infinidad de alegrías y al mismo tiempo no tiene control de sí mismo y esa es la condición del individuo contemporáneo, es decir que entre más posibilidades de elección tiene, menos poder tiene de sí mismo, esto es la situación innegable de la dinámica social del México actual, donde los fantasmas del olvido social se pueden convertir en participes de una sociedad interconectada a través del consumo de productos de la mercadotecnia que producen satisfacción efímera en el individuo desatendido de la sociedad.

Anteriormente se consideraba que la obesidad (mala nutrición por exceso) y la desnutrición (mala nutrición por ausencia), tenían causas y etiologías diferentes, y que además eran completamente opuestas, se malentendía que la desnutrición era consecuencia de estados de carencia causados por la pobreza y que la contraparte, la obesidad derivaban de situaciones de abundancia y sedentarismo, sin embargo actuales investigaciones han revelado que la presencia de estados comorbidos de desnutrición durante periodos críticos en el crecimiento y desarrollo fetal durante la gestación y el primer año de vida, se vinculan con aumento en el riesgo futuro de padecer diabetes tipo II, hipertensión y enfermedad coronaria, esto se considera la hipótesis de Baker 43,44, la cual postula el origen fetal de las enfermedades crónicas no trasmisibles, esto sugiere que la desnutrición intrauterina tiene efectos en la programación de la estructura y función de órganos y tejidos, estos efectos dan origen a las enfermedades crónicas no transmisibles.

Existen también otras teorías que se atribuyen la asociación entre el crecimiento fetal y el riesgo de futuras enfermedades crónicas al aumento rápido de peso que en compensación sufren los niños que nacen con bajo peso, lo que resulta en cambios endocrinos y metabólicos que lleva a las enfermedades crónicas 45,46, esta desnutrición que prevalece en el periodo crítico de la gestación y los primeros dos años de vida tiene efectos adversos en el crecimiento (talla baja), desarrollo mental, desempeño intelectual y desarrollo de capacidades, además de aumentar el riesgo a padecer enfermedades crónicas a largo plazo, particularmente en poblaciones que experimentan transición nutricional, esta desnutrición contribuye directamente a la perpetuación de la pobreza, puesto que en definitiva durante el curso de la vida infantil esta tendrá efectos en la salud y el desarrollo de las capacidades, que si esta se mantiene en una línea recta encontraremos adolescentes y adultos, con capacidades de desarrollo deficientes para su actividad laboral, que al final repercutirá en la cuestión económica de ingreso per cápita del hogar al que conforman, condicionando una reproducción social continua de pobreza y marginación. La desnutrición hoy en día debe mirarse a través de sus causas complejas las cuales involucran determinantes biológicos, socioeconómicos y culturales, donde el estado nutricio de una persona debe ser visto como el resultado de múltiples factores biológicos y sociales, y no solo desde una mirada acotada biomédica curativa.

Respecto a la obesidad esta es resultado de un origen complejo y muticausal, donde la transición nutricional cursada por casi todos los países, es resultado de procesos tales como: urbanización y flexibilización laboral (reorganización de la densidad poblacional en fraccionamientos de interés social condicionando alta concentración poblacional, modificándose el dinámica social del colectivo, aquí los individuos solo pernoctan, y se incorporan al trabajo de 6 días a la semana, con horarios de más 60 horas a la semana, donde se rompen lazos familiares y se producen malos hábitos alimenticios por la prontitud: de llegar temprano al trabajo, desplazamiento y movilidad al trabajo de más 6 horas en promedio día, desempeño laboral continuo y sin descansos, así como sueldos bajos), modificación de la dinámica familiar (la mujer desempeña cada día más actividades fuera del hogar, agregándose al mercado laboral, quedando a cargo de los menores los abuelos los cuales ya cansados y enfermos ofrecen alimentos procesados altamente calóricos; además en los hogares donde habitan madres de familia con sobrepeso, el 10.8% de alguno de sus hijos menor de cinco años tiene también sobrepeso, en contraste, en los hogares donde habitan madres de familia con obesidad, esta cifra se eleva a 14%), cambios tecnológicos en la producción y procesamiento de los alimentos (políticas e innovaciones tecnológicas en alimentos que condicionan mayor prioridad a la distribución y producción de alimentos baratos y altamente calóricos), medios de comunicación (los cuales elaboran técnicas para influir de manera directa en la preferencia de ciertos alimentos, los cuales aumenten su consumo y adquisición), globalización e hipermodernidad (el individuo se encuentra solo y en cuatro paredes donde su única intervención y relación al medio es por medio de aplicaciones tecnológicas y televisivas, aunado a esto un alto estado de trastornos emocionales –depresión, estrés, ansiedad, angustia-, los cuales condicionan a un individuo libre y sin ataduras para poder consumir alimentos que permitan paliar su dolor emocional y también pertenecer a la sociedad tecnológica), pobreza (suele condicionar menores oportunidades de actividad física recreativa y habitualmente se asocia al consumo de mayores cantidades de alimentos con alta densidad energética), inadecuada seguridad alimentaria (elevada accesibilidad y disponibilidad de alimentos densos en energía y pobres en fibra y micronutrientes, así como bebidas con alto aporte calórico), y patrones culturales (pérdida paulatina de la dieta tradicional, por patrones en la dinámica social, la inmediatez de la vida fugaz conlleva al consumo de alimentos breves y fáciles de preparar, la tortilla y el frijol de aleja del consumo popular mexicano), es así que el panorama de la obesidad es un marco repleto de factores en común que fijan una postura de complejidad, donde el abatir un solo factor haría que exponencialmente se multiplicaran más factores a esta patología, es por esto que la obesidad debe mirarse al igual que la desnutrición desde sus causas biológicas, socioeconómicas y culturales.

Épocas y décadas de marginación son las que han azotado a México, ahora más que nunca se necesita saber de las necesidades de nuestro pueblo, no las que marcan los indicadores y censos manipulados por el orden hegemónico de las instituciones estatales, los políticos y la sociedad deben caminar, recorrer y observar con sentido común a nuestro país no desde una mirada positivista hegemónica controladora, el mirar con sentido común es observar a un fondo de evidencias que comparten las personas que garantiza dentro de su universo social el diálogo, el conflicto, la competencia y los comportamientos cotidianos, los cuales manifiestan oposiciones como malo/bueno, válido/inválido, correcto/incorrecto, entre otros. Con esto se garantiza un cierto ordenamiento de la organización de la sociedad, y al mismo tiempo que da un orden social 47.

Las políticas creadas para la salud amén de abordar los diferentes puntos referentes a su área, requieren una mirada transdisciplinaria que les permita reflexionar, criticar y proponer sobre una problemática dentro de un contexto determinado, hacia los tres niveles: micro, meso y macro, a partir del sentido común, pues es bajo una mirada real, filosófica, incluyente, propositiva, y responsable del entorno social, donde se pretende ejercer o practicar, sin controles de estructura económica o política que manchen la organización en salud del país. Todo esto con el afán de encaminar hacia el crecimiento humanístico y social, de coparticipación comunitaria, donde el colectivo no siga estándares de oro dogmáticos en salud; es necesario y prudente iniciar con la incorporación de servicios en salud hacia la humanización, el trabajo colectivo, la participación social, la inclusión, la sustentabilidad y la planeación desde un enfoque transdisciplinario.

A manera de conclusión

En México se viven dos momentos en común la obesidad y la desnutrición en relación al grado de salud del colectivo, como tradición mexicana el significado de un individuo de cara redonda con cuerpo ancho aunado a un niño de talla baja con redondez de su cuerpo ha condicionado una construcción simbólica de normalidad patológica de la realidad del país, caminar y transitar por las calles de la ciudad y sus pueblos marcan dentro de fotografías etnográficas un contenido de normalidad patológico, donde la tradición mexicana con su barroco y muralismo convierte a esta mexicanidad en una tradición de cultura patológica, convirtiéndose así en dicotomías perversas en salud en un país de en-sueño.

Estas dos patologías tienen un grado negativo de asociación hacia perfiles epidemiológicos de morbilidad y mortalidad, y estas pueden llevar a gastos catastróficos de bolsillo de manera individual y colectiva, además de aumentar los costos de atención médica por complicaciones de la patología de fondo, así como asociación a mortalidad prematura y aumento de la discapacidad, estos gastos son especialmente graves en colectivos no asegurados y empobrecen a las familias de quienes padecen esta condición, generada a través de la modificación negativa de los factores de determinación social asociados a esta dicotomía.

El Estado en esta dicotomía perversa en salud del siglo XXI, ha buscado el bienestar social del colectivo, desde una mirada biomédica acotada y perversa, donde la atención y solución a la problemática de la obesidad/desnutrición ha sido desde una mirada biomédica, partidista electoral, el sentido común muestra una realidad imperante no solo exclusivamente de una región sino de todo un planeta que en aras de algunos cuantos capitalistas neoliberales se perjudica de manera directa e indirecta a los que menos tienen arrojándoles a un destino de olvido y marginación, es momento no solo de buscar alternativas locales es momento de iniciar un movimiento de participación social en todo el planeta y darnos cuenta que no solo en el país del en-sueño se vive así, es momento de la búsqueda continua de una comunidad planetaria amigable y saludable

Bibliografía:

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