IMSS, choque de rufianes
Juan Molinar Horcasitas, policía especialista en trabajo sucio; Valdemar Gutiérrez Fragoso, mafioso charro sindical

Juan Monrreal López
10 de enero de 2007

De la academia al poder. De constructor de discursos demócratas a especialista en campañas de odio y miedo. Del diálogo, al “uso legítimo de la fuerza”.
Así, en dos simples líneas podría resumirse la trayectoria política del director del IMSS, Juan Molinar Horcasitas, quien de analista comicial pasó a formar parte de los consejeros electorales del IFE, para ulteriormente enrolarse en la banda dura del Partido Acción Nacional (PAN), hasta llegar a organizar -con César Nava-, la guerra de miedo y odio contra Andrés Manuel López Obrador, cuando este era el candidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos.
Ligado a Santiago Creel Miranda desde que ambos fueron consejeros del IFE, Molinar fue arrastrado a la Subsecretaría de Asuntos Políticos de la Secretaría de Gobernación (Segob), una vez que Creel, hoy coordinador de los senadores panistas, fue nombrado responsable de la Segob por Vicente Fox.
Fue allí donde Molinar aprendió a explotar la información política propiedad del Estado para sí mismo y a favor de Acción Nacional. Desde las oficinas de la calle de Bucareli terminó por desteñir sus discursos académicos para pasar a reproducir la realpolitik priísta de emplear los aparatos del Estado a privanza, muy lejos de los objetivos de la nación.
Faccioso como es, Creel Miranda decidió desde la Segob que Molinar Horcasitas fuera diputado plurinominal a la LIX Legislatura para fungir como enclave creelista en San Lázaro. La tirada era construir una extensa red de alianzas con miras a preparar la contienda interna del PAN, con el propósito final de hacerse de la Presidencia de la República.
Molinar caminó seguro por la vía de la diputación plurinominal, luego lo convirtieron -con todo el poder de Fox y Santiago Creel- en vocero oficial del “blanquiazul”. Pese al poder, pese a todo, Fox, Creel, Molinar y compañía fueron rendidos al interior del PAN por la maquinaria de “El Yunque” Manuel Espino.
Sometido, Molinar brincó a la coordinación de análisis del equipo de Felipe Calderón en donde en ese sitio estratégico exprimió al máximo toda la información que amasó en Gobernación. Con archivos e historiales de los personajes más importantes de la contienda electiva del 2006, armó la guía para estructurar la guerra de miedo y odio a través de los medios masivos, principalmente contra López Obrador. Hecho el trabajo sucio Molinar recibió su recompensa, Calderón le dio la dirección del IMSS, pero bajo una consigna: modificar la parte medular del Contrato Colectivo de Trabajo del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), es decir, la prestación estrella: el Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP).

Choque de rufianes

El primero de diciembre de 2006, un envalentonado y a la vez temeroso Valdemar Gutiérrez descalificó la designación de Molinar, de hecho, pidió al presidente “espurio” Felipe Calderón Hinojosa, no imponerlo como director del IMSS, por ser -dijo- un personaje “afecto a la intolerancia y la mano dura”. “Significaría un retroceso para el país”, denunció.
Como si se estuviera describiendo su propio retrato, Valdemar aseveró que Molinar Horcasitas “ha recurrido al uso de la violencia como método efectivo para resolver los conflictos”, y señaló que la llegada de Molinar representaba “una amenaza para el IMSS”, pues dijo, “no se caracteriza por mantener disposición al diálogo”. Incluso, Valdemar acusó que el arribo de Horcasitas al IMSS “sería con la intención de instaurar el oscurantismo para todos aquellos que tienen relación con el instituto”.
A pesar de las bravuconadas, el 5 de diciembre Molinar puso frente al Consejo Técnico del IMSS la prestación estrella. Dijo: “No podemos omitir el hecho de que tenemos en puerta la revisión de nuestro marco laboral, que incluye al régimen de pensiones y jubilaciones del personal del Instituto, cuya viabilidad se encuentra en riesgo y que ha sido motivo de recientes iniciativas y debates”, advirtió.
Como policía y mafioso, Molinar difícilmente puede pensar en la base trabajadora del IMSS, pues desconoce en absoluto lo que es el IMSS, así como carece de experiencia administrativa. Él, como otros tantos nombramientos de Calderón, obedece a estrictos criterios políticos, incluso policíacos.
Una cosa es cierta, la designación de Molinar define la intención abierta de doblar al SNTSS, emprendiéndola contra su eslabón más débil: Valdemar Gutiérrez Fragoso, un secretario general con pasado negro y presente turbio, emergido de un congreso sindical amañado. Ese 5 de diciembre pasado, día de la “toma de protesta” de Molinar ante el Consejo Técnico del IMSS, Valdemar se concretó a mascullar que “sus agremiados buscarán trabajar de forma conjunta en la solución de los problemas que enfrenta la institución”, pese a que Molinar dejó como espada de Damocles modificar el RJP en la próxima revisión contractual.
Según Molinar, “el talante deberá ser una solución que integre a trabajadores e institución”, convencido remató: “no busquemos una negociación donde lo que uno gane lo pierda el otro. Busquemos y encontremos una solución donde el instituto gane. Que gane su presente y consolide su futuro”.
Valdemar no dijo más ese día. Salió agachado del “evento”, flanqueando al nuevo amo del IMSS. Lo hizo seguro que pensando en las fichas policíacas que Molinar Horcasitas, usa como barajas bajo la manga para someter al gremio de médicos, enfermeras, técnicos, administrativos y demás agrupados en el SNTSS, cuyo eslabón débil es el propio Gutiérrez Fragoso, “su” secretario general.
La guerra entre rufianes está cantada. Molinar está para tapar la porquería del foxismo y para terminar con el RJP. Valdemar está para callar y ser sometido por su negro historial. Para su propia defensa, queda sólo la movilización de los trabajadores agrupados en el SNTSS.

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