Por Fernando González
Twitter: @DePapelyTinta

 

No te escribo porque estoy extrañándote, te escribo porque estoy olvidándote.

 

La última vez que te escribí seguías doliéndome. Seguías enterrada en mi pecho; punzando en mi piel. Seguías jugando con mi mano a soltarla y volver a tomarla a tu antojo. Lo mismo hacías con mis sueños.

 

¿Recuerdas ese «para siempre» que me prometiste? Yo solía hacerlo hasta que entendí que si te fuiste fue porque no volverías. Y si volvías era para terminar de recoger aquellas cosas que olvidaste en nuestra habitación; todas menos a mí. A veces pienso que nunca nos entendimos. O te entendiste. O me entendí. A veces pienso que nunca fuimos para nosotros.

 

Te lloré tantas veces que esperaba que en alguna de esas lágrimas se te ocurriera regresar diciéndome que todo estaría bien y que volverías a tomar mi mano para nunca soltarla otra vez. Tan equivocado estaba; tan equivocados estábamos. Nos equivocamos al pensar que sería eterno cuando ni siquiera éramos conscientes de cuánto dura la eternidad. Estábamos tan equivocados que nos olvidamos de cuidar la esencia y lo que llevamos dentro. Nos pusimos a cuidar la carne. Así de mal estábamos.

 

Decidí escribirte porque te me estás yendo de la piel, de los recuerdos y del pecho. Decidí escribirte porque nos veo tan rotos que lo único que nos puede pegar son las letras. Y no, no quiero pegarte para también pegarte en mi alma. Decidí pegarte en papel porque es la única forma de concluir nuestra historia tan incompleta y tan insuficiente. Es la única forma en la que ya no volverás a doler.

 

Te escribo por última vez porque sé que después ya no podré recordar ni lo que me hizo extrañarte tanto.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here