Por Camilo Villanueva

Twitter: @LetraSilenciosa

 

 

Sabes, mi querido amigo, la noche está para escribir sobre despechos, desazones y por qué no, sobre desamores. ¿Estás dispuesto a leer? ¿Sirvo café para ambos? No importa, aquí empiezo:

La primera vez que me enamoré tenía alrededor de trece años, ¡estaba bien pequeño! Y hasta ahora no he querido tanto como aquella vez. Esa persona me enseñó el sabor de los labios de alguien que te gusta, la dulzura de una caricia que excita y enamora, el anhelo de sonreír en mitad de un orgasmo. Sus manos eran cálidas a pesar de la temperatura, tenía la ropa adecuada para quitársela. Yo, en medio de mi inocencia, no sabía lo que ocurría. Pero me gustaba, sí que me gustaba. La tarde que pasamos juntos sucedió tan rápido: a las 4:14 p.m. estaba entrando por la puerta de su apartamento y casi siendo las 7:00 p.m. salí por la misma. Fueron poco menos de tres horas y, te confieso, fue una eternidad. Nos quedamos mirando fijamente con tanta intensidad que, por poco, detuvimos el tiempo. Pero ahí no acaba; después de aquella vez no volvimos a vernos. Todo pasó rápido, como te dije. Incluso nunca más supimos el uno del otro. Así como empezamos a querernos nos olvidamos, aunque por mi parte nunca la olvidé. Por eso entiendo tu dolor, por eso entiendo cuando me dices que no soportarás vivir sin ella; porque lo viví, porque lo he sufrido y porque también he tenido que olvidar sin quererlo.

Pero eso no es nada, amigo mío, desde esa vez he tenido que querer con obstáculos más difíciles todavía: la distancia que provoca y aleja. Nunca querrás conocer el amor a distancia, ¡te amañas! Ni siquiera imaginas lo bonito que es escribir sabiendo que alguien está detrás de la hoja con la esperanza de abrir el sobre y encontrar que por fin puede tocar tu caligrafía. Aunque ese no es el caso. Como te digo, siempre encontrarás personas que te quieran, te correspondan y te defrauden. Yo he defraudado más de una vez también. Y a pesar de todo lo que te planteo, todavía no considero saber querer. Porque ese verbo incluye mucha experiencia y a mí todavía me falta camino. Entonces, si lo que necesitas es un consejo, aquí va: haz lo que mejor creas. Porque no podría decirte qué hacer, tú eres quién ha estado, vivido y sufrido. Tú sabrás qué hacer. Por mi parte, yo seguiré escribiendo y buscando el momento adecuado para volver a querer, defraudar, caer y levantarme.

La noche es larga y bien podría seguir escribiendo, pero todavía sobra insomnio. Ahora escucharé un poco de música y veré transcurrir los sueños de los demás mientras trazo con mi caligrafía más triste otro texto lleno de recuerdos. Tú piensa lo que harás, pero eso sí: no pierdas la razón. O piérdela, al final la vida se trata del amor, la locura, el alcohol, el café y todo lo demás.

 

Con cariño,

Silencio.

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