Por Nancy Padilla

Twitter: @nancypadillap

 

 

Mi primer novio supo que lo amaba cuando lo escribí en un retazo de papel, pero nunca me escuchó pronunciarlo.  

Escribo por cobardía. Nada mejor que arremeter contra el prójimo con el arma más letal del mundo, la palabra, sin que este se entere.

La escritura fue el reemplazo de mi psiquiatra. Escribo por necedad, a veces lo hago para cambiar el mundo y después lo hago para reclamarle que por qué no ha cambiado. Es como si al escribir pudiera apoderarme del futuro y condenar a la gente que alguna vez me hizo daño. Escribo por lo que fue, por lo que no fue y por lo que quisiera que fuese.

Cuando estudié Periodismo me enseñaron la objetividad a toda costa, lo que no me dijeron es que las cosas “cuadradas” son aburridas. No hay nada como inmiscuirte en las historias para sentir las emociones de tus personajes. Cuando narras las cosas usando más al corazón que a cualquier parte del cuerpo, las vivencias se duplican: sufres más, lloras más, te decepcionas más, pero disfrutas más.

 

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