Evidencia para las políticas

1982-1988: el soberonismo priísta arrasa los salarios médicos,
diseña “políticas preventivas” y termina estancando las
coberturas públicas del Sistema Nacional de Salud

Gustavo Leal F.*
Parte III

“En nombre de la disciplina presupuestaria y de la tranquilidad de los inversionistas, el FMI exige invariablemente reducir el gasto gubernamental, lo cual produce como consecuencia casi inevitable recortes en los sistemas de redes de seguridad, de por sí endebles”
Joseph E.Stiglitz1

El saldo de soberonismo priísta bajo Miguel de la Madrid es poco menos que fatal. No sólo optó por “silenciar” la voz de la medicina de los clínicos, sino que a lo largo del sexenio de la “renovación moral” los salarios médicos fueron arrasados y se inauguró la época de los verdaderamente serios problemas de calidad de todo el Sistema Nacional de Salud (SNS):

“el gasto en salud ha sufrido una merma considerable, sea que se lo compare con el PIB o con el total del gasto público federal. Tomando como base el año de 1978, corregido con el índice de inflación respectivo, la reduccción de la participación del gasto en salud dentro del gasto público federal entre 1982 y 1986 fue de 47.1%”2.

Además, el soberonismo priísta buscó incorporar una “novedad”: el vástago de la “prevención” que habría de consolidarse con las ulteriores “políticas” de los doctores Jesús Kumate y Juan Ramón de la Fuente.

Es a partir de 1982, cuando las emisiones gubernamentales empezaron a deslizar mensajes de “autocuidado” a la salud, frente a los “crecientes” costos, se subrayaba, del ámbito curativo.

Avanzar de la atención a la prevención es, sin duda, un moderno y prometedor canon nacido del Siglo XX. Proviene de la segunda posguerra y se asocia, particularmente, con el concepto de salud que acompañara la constitución de la Organización Mundial de la Salud en 1947.

Pero la verdadera prevención se distingue de la que se intenta aplicar en México desde 1982. En tanto que política, la prevención organizada por el SNS soberonista falla en su objetivo: no previene lo que dijo querer “efectivamente” y falla también en sus “prioridades”: propende a “prevenir” a costa de la curación.

Con el Dr. Guillermo Soberón Acevedo como secretario de Salud, las coberturas públicas del SNS se empiezan a estancar. Constituyen su punto de quiebre. A partir de 1982, los engresados de las escuelas y facultades de medicina empezarán a engrosar los contingentes del sector informal:

“la población del país actualmente cubierta -un 87% del total de habitantes-, se encuentra en situación muy diversa: a las instituciones de seguridad social, que cubren al 49% de la población total, correspondió un 83.5% del presupuesto de 1986, mientras que a las instituciones encargadas de la población abierta, con el 33% de los habitantes del país a su cargo, correspondió el 16.5%. El 5% que completa al 87% de la población amparada se considera cubierto por la atención privada”3.

Como en su momento advirtiera Cosio Villegas respecto al destino de la República Restaurada4 y el posjuarismo, nuevamente pesó el país real. Se hizo patente el reducido margen de adaptabilidad de los “modernizadores” de la salud al México de los ochenta. Ninguna modernización es criticable per se. Pero siempre resulta prudente medir sus resultados; preguntarse si, en efecto, alcanzó esa modernización o sólo “modernizaron” insuficientemente:

“…a pesar de los empeños de los modernizadores, las líneas estratégicas para la consolidación del SNS se estrellan con las tendencias profundas de ese México que ellos conciben como moderno, tendencias que en tanto que regularidades culturales de larga duración integran las raíces de los perfiles patológicos y la estructura de la demanda de atención, esto es, del problema social de la salud”5.

Este fue el “cambio estructural” de la salud que habría de recibir en 1988 el Dr.Kumate, secretario de Salud de Salinas de Gortari:

“El marco en que se se desenvuelven los años ochenta es el de los cambios estructurales. Parece muy difícil alcanzarlo sin una modificación de la naturaleza del trabajo y su revaloración en el contexto de los determinantes reales de la cultura nacional. En este horizonte, la política pública de salud no sólo es estratégica y prioritaria: por ella atraviesa el problema social de la salud”6

* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco


1 “El descontento con la globalización”, The American Prospect, 5, Invierno 2002, Stiglitz es premio Nobel de Economía 2001.

2 Alejandro Córdova, Gustavo Leal y Carolina Martínez, “La salud en crisis: un balance sexenal”, La Jornada Semanal, 7 y 14 de febrero de 1988. También disponible en A. Córdova, G. Leal F. y Carolina Martínez S., La Salud en Crisis: Un Balance Sexenal. Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, Departamento de Atención a la Salud, Reporte de Investigación, 53, septiembre 1988.

3 A. Córdova, G. Leal F. y Carolina Martínez S., La Salud en Crisis: Ibid.

4 Daniel Cosio Villegas, Historia Moderna de México, La República Restaurada, La Vida Política, Llamada General, Editorial Hermes, México-Buenos Aires, 1988.

5 A. Córdova, G. Leal F. y Carolina Martínez S., La Salud en Crisis: Ibid.

6 A. Córdova, G. Leal F. y Carolina Martínez S., El ingreso y el daño. Políticas de salud en los ochenta, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, México, septiembre 1989.

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