Por Karen Cervantes
Twitter: @karencitoww
“Ella era un alma más o menos buena, pero el mundo
está lleno de almas más o menos buenas
y mira donde estamos”.
—Charles Bukowski.
Se le nubló la vista por tanto llorar, pero cuando por fin pudo ver, cambió para siempre.
Fue encantadora hasta ese jueves de septiembre; sí, su corazón se había quebrado ya muchas veces hasta que aquel día se rompió. Ella vivió una sola vez, pero murió muchas veces, mejor dicho, la mataban con palabras y promesas que jamás se verían cumplidas.
La decisión llegó entre lágrimas y momentos turbios.
Se había cansado del silencio que la atormentaba, casi muere de asfixia por tanto que calló.
Terminó con los fantasmas poco a poco, liberó el peso que soportaba su espalda.
Para irse dejo caer sus penas, malos momentos y tristezas, pero temió que en un descuido la vida misma se le cayera y no pudiera levantarla.
Pero antes llegó el momento de su venganza, antes de irse dejó besos y lágrimas detrás.
Quiso ser mala, pero ese papel no le quedaba y pensó que devolviendo las viejas heridas que no habían cicatrizado se reencontraría con la sonrisa que tenía olvidada y arrinconada, pero no fue así.
No pudo ser mala, solo se conformó con ser gris.