El fracaso de PENSIONISSSTE
Gustavo Leal Fernández

A pesar de que los cuantiosos recursos para el retiro en Afores ya constituyen el principal factor de impulso del ahorro financiero nacional y la insistencia de Vanesa Rubio -vocera de la CONSAR- en la “urgencia” de incrementar las aportaciones dada la “disparidad” entre los trabajadores cubiertos por el IMSS: 6.5 por ciento, y el 13 por ciento que aportan los del ISSSTE, Sofía Belmar el Grupo Nacional Providencial reconoce que los fondos en Afores “no serán suficientes” para “una vida muy holgada”, mientras José Angel Montaño de la calificadora Moody’s asegura que “en el mejor de los casos” los trabajadores se estarán jubilando, apenas, con el 25 por ciento de su último salario.
A diferencia de otros casos, como el sueco, el fracaso de la modalidad mexicana de capitalización individual es patente. Pero, ¿qué sucede mientras en el firmamento de los planes privados de pensiones?
Según KPMG en México, su universo sólo cubre al 10 por ciento de las empresas, aunque entre las multinacionales puede alcanzar hasta el 70 por ciento.
Entre los planes que existen en México resaltan: 1) los de beneficio definido que predeterminan la cantidad a recibir y cuyo costo lo absorbe la firma; 2) los de contribución definida que no garantiza el monto de las prestaciones futuras toda vez que ellas dependen del rendimiento generado en la cuenta individual de cada trabajador y cuyo costo se absorbe entre trabajadores y patrones (como en la Ley calderonista del ISSSTE) y 3) los planes híbridos o mixtos en que se mezclan beneficios y contribuciones definidas y que garantizan una pensión mínima.
Las tendencias en los mil 793 planes que las compañías ofrecen en México muestran que -en 2008-, 66 por ciento fue de beneficio definido, 12 de contribución definida y el 22 por ciento híbridos. Es decir, que al igual que aconteció con los trabajadores al servicio del Estado, la mayoría de los que recurren a planes privados, rechazan las cuentas individuales como las que impuso Calderón en el ISSSTE y a los trabajadores de nuevo ingreso de la CFE y el IMSS. Pero no se atrevió a incorporar al de las fuerzas armadas en el nuevo ordenamiento del ISSFAM.
Para KPMG en México es del todo claro que “a mayor índice salarial, se obtiene un menor índice de reemplazo. Lo que reitera la importancia de que las empresas otorguen al personal beneficios a la jubilación adicionales para incrementar esos índices”.
Justamente lo contrario de lo que ha hecho el calderonismo.
Las más recientes cifras de PENSIONISSSTE contenidas en el Informe Financiero y Actuarial 2009 del ISSSTE muestran que, después del fracaso de las expectativas que Yunes y los tecnócratas hacendarios depositaron en sus inútilmente publicitadas cuentas individuales -porque después de los 2 millones de amparos que le imprimieron a la “reforma” su primer gran referendo en contra, la casi totalidad de los afiliados todavía optó por el programa de beneficio definido(Artículo Décimo Transitorio de la Ley): su segundo referendo en contra-, las cosas no pueden ir peor.
El Informe documenta que la pensión final dependerá del saldo acumulado en esa cuenta, el cual estará en función, de los años de cotización, la carrera salarial, las comisiones cobradas por la administración de la cuenta y los rendimientos que genere la inversión de los recursos “entre otros factores”.
Las víctimas de esta “reforma” calderonista son 228 mil trabajadores con un sueldo básico promedio de 7 mil quinientos pesos y una antigüedad promedio de 11 años.  
A todo lo cual habrá que agregar que PENSIONISSSTE tiene una bajísima expectativa de crecimiento. Al –anunciado pero no cumplido- cierre de las tres secretarías de Estado propuestas por Calderón (Función Pública, Turismo y SRA), así como los programas de retiro, debe sumarse la casi nula contratación pública dentro del Aparatado B del Artículo 123 constitucional, salvo los 45 mil trabajadores basificados por la SSA -que laboraban con “contratos precarios”-, y las 2 mil quinientos plazas de nueva creación que el ISSSTE negocia con la Secretaría de Hacienda para los hospitales de Tultitlán (Estado de México) y Emiliano Zapata (Morelos), según anuncio de José Luis Rodríguez Camacho, secretario general del SNTISSSTE.
Después de fracasar, primero electoralmente y, luego con su desubicado paquete fiscal, al principiar octubre -sumamente presionado- Felipe Calderón propuso que los recursos pensionarios colocados en las AFORE pudieran invertir en proyectos privados de construcción de infraestructura, contradiciendo lo que había declarado apenas unos meses antes: respetar esos fondos que son de los trabajadores.
El objetivo -puntualizó- es “capitalizar” las empresas constructoras para desarrollar proyectos a cambio de “rendimientos más atractivos” para los dueños del recurso. Pero: ¿realmente habrá rendimientos?
Por supuesto que Calderón aún no consulta a sus dueños: los trabajadores, ni para mientes en el patente fracaso de la modalidad mexicana de capitalización individual -señaladamente PENSIONISSSTE- que reclama a gritos una urgente reforma, de la misma manera que ya la reclama la “reforma” Zedillo al IMSS de 1995-97 cuyo fracaso ha culminado en la iniciativa de su actual director, Daniel Karam, para echar mano de la reserva estratégica institucional con vistas a emplearla en el gasto de operación. Afortunadamente, los legisladores cancelaron está cómoda salida del calderonismo. Pero la urgencia de reformar las “reformas” está ya a la puerta. El Congreso de la Unión tiene ahora la palabra.
Redacción:
Este artículo de Gustavo Leal Fernández, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco, se publicó por primera vez en el periódico La Jornada, el sábado 12 de diciembre de 2009.

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