La mafia de la reproducción asistida
Prófugo de los E.U. en 1996, a Ricardo H. Asch Schuff
México le “abrió cariñosamente los brazos”

Parte I

Valentín Cardona

14 de julio de 2004

 

Aprovechando la desesperación de todas aquellas parejas incapaces de procrear, pero que cuentan con recursos económicos, proliferan en México los autodenominados “especialistas” en Reproducción Asistida, verdaderas mafias que lejos de ver este padecimiento como un problema de salud pública, ven en sus pacientes una forma de ganar dinero, nada más.
Los “verdaderos” especialistas establecen clínicas en “forma”, y se instalan normalmente en hospitales de “prestigio”. Los usurpadores, se agrupan en clínicas “patito”, y trabajan en una especie de clandestinidad “a la vista”. Especialistas y usurpadores tienen el mismo fin: exprimir hasta el último centavo posible a aquellos que por tener un hijo son capaces de darlo todo.
Tan inmenso y lucrativo es el “mercado” de la infertilidad, que se libra una sucia guerra de todos contra todos; especialistas contra especialistas, especialistas contra usurpadores, y usurpadores contra usurpadores. Todo se vale con tal de “conseguir” parejas infértiles o con problemas de concepción.
Incluso, hay centros y clínicas en reproducción asistida que ofrecen “jugosas comisiones” a los médicos ginecólogos por “pareja enviada o recomendada”; y es que los ginecólogos son los primeros especialistas médicos que supuestamente tienen el contacto “íntimo” con la infeliz pareja.
No es todo, al amparo de las lagunas legales en la materia, especialistas y usurpadores suministran fuertes dosis de costosos medicamentos –en los que también ganan comisión o revenden ellos mismos- que provocan en las mujeres una gran producción de óvulos, que después de ser fecundados con el esperma de su pareja -a lo que se llama fertilización in vitro-, se implantan en el útero para lograr el desarrollo del embrión.
Lo grave, es que a las mujeres les son extraídos gran cantidad de óvulos, que al quedar en poder de la clínica son congelados y nadie sabe su posterior uso o destino. De hecho, la pareja no sabe a ciencia cierta si su hijo de probeta es suyo o de otros padres biológicos, a menos, claro, que un estudio de ADN les de la certeza.
Todo esto y más sucede en México mientras Julio Frenk Mora, fracasado secretario de Salud del foxismo se esmera inútilmente en defender los turbios manejos de la autodepuesta a la silla presidencial Marta Sahagún y su fundación Vamos México. Y no sólo eso, pues mientras no existe legislación ni propuesta alguna sobre reproducción asistida, Frenk Mora intenta enderezar y legalizar al sospechoso Instituto Nacional de Medicina Genómica, el último juguete de su maestro Guillermo Soberón Acevedo, y que se pudo hacer realidad gracias al uso de recursos públicos.

EL PIANTAO ASCH SCUHFF

La presente investigación de Imagen Médica comienza con la historia de Ricardo Héctor Asch Schuff, médico argentino egresado de la Universidad de Buenos Aires, que en 1996 huyó de los Estados Unidos tras acusársele en el estado de California de una serie de delitos, entre otros, de robo de embriones.
A pesar de que al menos ocho poderosas instituciones de los Estados Unidos siguieron los presuntos delitos cometidos por Asch Schuff -incluídos la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) por sus siglas en inglés, y el Departamento de Justicia (DJ)-, este encontró refugió y protección en México, en el Hospital Ángeles del Pedregal.
No es todo, a los pocos meses de su arribo a México, Asch Schuff obtuvo la Cédula Profesional 2355014, expedida por la Secretaría de Educación Pública (SEP) el 11 de septiembre de 1966. Según la SEP, la cédula lo “faculta para ejercer como ‘médico cirujano’, en virtud de haber cubierto los requisitos académicos y legales correspondientes”.
La prontitud inédita con que Asch consiguió la impunidad en México llamó la atención de propios y extraños en el ámbito médico, pues es bien sabido que pasan años para que un médico extranjero legalice, primero, su estancia migratoria, y después, sus estudios académicos.
Según fuentes consultadas por Imagen Médica, Asch tenía y tiene poderosos “padrinos” en México, entre los “secretos a voces” figuran Roberto Madrazo Pintado, actual presidente del PRI; Miguel Limón Rojas, secretario de Educación Pública en el sexenio del “accidente” Ernesto Zedillo; Olegario Vázquez Raña, dueño del Hospital Ángeles, y hasta el mismo “Oso”, Jeffrey Davidow, exembajador de los Estados Unidos en México.
Además, Asch presume de tener fuertes vínculos en la Secretaría de Salud (SSa) federal, en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), y en las televisoras “líderes” de México.
Lo cierto es que arropado, y tan pronto como obtuvo su cédula, Asch comenzó a ejercer; pero no como cirujano, sino como especialista en reproducción asistida, en el Ángeles del Pedregal.
Dos años después, en 1998, Asch se asoció con el actor Saúl Lisazo y con el exfutbolista Mario Favaretto -ambos argentinos-, para fundar el restaurante estilo argentino “Piantao” -en Plaza Cuicuilco-. Según la página de internet del Piantao, “para realizar ese sueño loco y maravilloso, llamaron a otro ‘piantao’, el arquitecto Daniel Kolic”; el resultado: “un reconocidísimo ejemplo de la gastronomía y la creatividad argentinas, plenamente integradas a este maravilloso país que nos abrió cariñosamente sus brazos”.
De acuerdo con Alfonso Gutiérrez Nájar, médico especialista en Reproducción Asistida y dueño de la Clínica de Infertilidad del Hospital Ángeles del Pedregal, el “asilo” a Ricardo Asch no fue del todo cariñoso.
En entrevista con Imagen Médica, Gutiérrez Nájar niega cualquier sociedad o vínculo con Asch en el pasado y en el presente; aunque recuerda, “cuando el tuvo su problema en los Estados Unidos el Ángeles lo aceptó, y nosotros le dimos asilo temporal en esta Clínica, en la cuál estuvo un par de años…”
Conocido como el “Zar” de la reproducción asistida en México, Gutiérrez Nájar es uno de los más insistentes promotores para la creación de normas que rijan esta práctica en México, de lo que hasta ahora, y de manera sospechosa, la Secretaría de Salud y el Congreso de la Unión han hecho caso omiso.
En el Ángeles del Pedregal Asch consulta como especialista en reproducción asistida, y debido a problemas recientes con Gutiérrez Nájar se lleva a sus pacientes a tratamiento al Hospital Santa Mónica, en Polanco, en donde opera una Clínica de Reproducción Asistida.
Para la práctica de cada especialidad médica se requiere una cédula profesional y el reconocimiento de la sociedad o federación médica correspondiente, y la Reproducción Asistida no es la excepción. Cuestionado por el ejercicio que de esta profesión realiza Asch, Gutierrez Nájar ataja: “no tengo la menor idea, tiene que tener una cédula, y si le otorgaron esa cédula -que no sé cómo se la habrán otorgado, porque ni siquiera presentó un exámen, ¡nada!, ¡nada!- entonces, ¡o es fraudulenta o la compró o hay mucho dinero!”.

¿Tiene usted conocimiento de que Asch esté haciendo aquí lo mismo que en California? Se le pregunta

— Si efectivamente tiene la clínica en el Santa Mónica, ¡seguramente que lo va a hacer! Si consiguió un título, ¿tú crees que no va a conseguir abrir su clínica? Yo personalmente no tengo nada contra él, a mí nunca me ha hecho nada. Dijo cosas que fueron falsas cuando llegó aquí, ¡eso sí!, que no tenía ningún problema y en fin…, que los malos eran los gringos.

Se exculpó de todo aquello, pero su comportamiento fue normal y nunca infringió, lo que le dijimos fue que aquí no podía practicar y eso está mal, y está mal en función de nuestras autoridades; y, de quien lo ha cobijado, no tengo la menor idea.

Continuará.

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