El simulacro de Benjamín González Roaro
A tres años y medio de foxismo intenta “transparentar” la información

Jani Luna González y Valentín Cardona
25 de junio de 2004

Parte 1

 

Reunión de trabajo, decían unos; comparecencia le llamaban otros. Lo cierto es que la presencia del director del ISSSTE, Benjamín González Roaro, ante cinco diputados integrantes de la Comisión de Salud y Seguridad Social en la Cámara de Diputados se trató de un simple simulacro.
En efecto, González Roaro simuló por unos momentos interés en resolver el problema de las jubilaciones y pensiones que según su discurso apocalíptico mantiene al ISSSTE en la virtual quiebra. Sin propuesta alguna, el alfil de Elba Esther Gordillo dejó a los diputados el encargo de resolver, basados en simulaciones, en los resultados de una supuesta auditoría de la ASF, y en estudios actuariales, el problema financiero de la institución presuntamente derivado del régimen pensionario.
Al igual que Santiago Levy, director del IMSS que para aplastar a los trabajadores sindicalizados gusta de recurrir a ejemplos hipotéticos, González Roaro basó su exposición ante los diputados en simulaciones cargadas de alarma y confusión, aunque no era su intención “presentar ninguna cifra alarmista ni causar con estos datos alguna circunstancia en la cual se pretenda generar un estado de confusión”.
Lo que queremos, señaló el director del ISSSTE, “es transparentar los datos que ya existen y que son de órganos externos plenamente reconocidos y confiables, como la propia Auditoria Superior de la Federación (ASF)”.
Y para “transparentar” la información de los órganos “confiables”, González Roaro se apoyó única y exclusivamente en una “variable”: el trabajador.
No es todo, el efecto de la severa crisis financiera que sacude al ISSSTE se sintió en la Cámara de Diputados la mañana del jueves 17 último, pues González Roaro se presentó ante los legisladores con solo un juego de copias de su tesoro, la auditoría al sistema de pensiones del ISSSTE que supuestamente practicó la ASF a la cuenta pública de 1999 -y los correspondientes estudios actuariales-, que al final del acto, y como si se tratara de algo solemne, entregó al presidente de la Comisión de Seguridad Social, Miguel Alonso Raya.
Y algo insólito, pues tampoco había un solo juego de copias para los medios de comunicación de la presentación estilo Power Point que González Roaro defendió, y aunque el director de Comunicación Social del ISSSTE, Carlos Olmos Tomasini prometió entregar las copias en el transcurso de la reunión, esta se terminó sin que los materiales llegaran.
Ambos fenómenos contrastaron con el dispendio de recursos públicos bajo los cuales se ha promocionado el “penoso” libro de González Roaro “La seguridad social en el mundo”, hecho que González Roaro negó a pregunta expresa de Imagen Médica. “No, de ninguna manera, es Siglo XXI -la Editorial-, la que ha estado haciendo la publicidad”, contestó.

EL DESEQUILIBRIO

Según González Roaro, la auditoria del 99 se “dirigió a identificar la problemática estructural del régimen de pensiones, la situación de sus reservas, e incluyó también algunos aspectos de carácter operativo y de los sistemas de información del instituto relacionado con las pensiones”, y como resultado de esa auditoria -mencionó- fuimos objeto de 29 observaciones, que, dijo, “ya fueron atendidas por el instituto a satisfacción de la ASF”.
De acuerdo con lo expuesto por González Roaro, la primera preocupación de la ASF fue el desequilibrio actuarial entre ingreso y gasto, y sobre esto, “la ASF dijo de manera contundente que no existe una relación financiera sana entre aportaciones y beneficios”. La ASF pidió entonces al ISSSTE una explicación sobre el por qué no existía ese equilibrio actuarial, y el ISSSTE justificó con explicaciones sobre la “pirámide poblacional”.
Montado en la pirámide poblacional, González Roaro brincó a que hay 4.6 cotizantes por jubilado -en el 2003- y de ahí, a la “expectativa de vida”, que aseguró, ha aumentado en el país a 75 años. Y por esa razón, “la pensión antes se pagaba por dos años y medio, y ahora se paga por más de 20 años”.
Con esos sólidos argumentos, el director del ISSSTE entró de lleno a los ejemplos “ilustrativos”: “un trabajador ingresa al ISSSTE con edad promedio de 25 años, trabaja 30 años -de acuerdo con la Ley del ISSSTE, y se retira a los 55 años; con una esperanza de vida de 73 años, cobrará 18 años una pensión directa y, su viuda, cuatro años más”.
Así las cosas, “si se cobra una pensión por 22 años, el egreso que se va a tener es de un millón 400 mil pesos, mientras que la cotización por 30 años fue de 216 mil pesos -calculando al 7 por ciento de cuotas capitalizadas-, lo que nos lleva a ese déficit de 1 millón 218 mil pesos”. Esto, remarcó González Roaro, “es otra manera de explicar el desequilibrio entre los ingresos y los egresos del instituto”. Prosiguió: “y para encontrar el equilibrio entre ingresos y egresos, tendríamos que llevar las contribuciones del 7 al 40 por ciento del salario básico, entonces, sí tendríamos un ingreso de un millón 400 y un egreso de 1 millón 400”.
González Roaro siguió en su búsqueda del “equilibrio” financiero del ISSSTE, obsesionado de manera enfermiza con la “variable” trabajador, y lo hizo al grado de caer en lo absurdo. Y es que, en otro ejercicio de “simulación” mencionó: “si lleváramos la cuota a un 21 por ciento podríamos obtener un equilibrio del año 2003 al año 2008, pero después de 2008 ese desequilibrio se volvería a presentar; si lleváramos la cuota a un 35 por ciento, tendríamos un equilibrio hasta el año 2018, pero después se volvería a presentar el desequilibrio…”. “Vemos como esta variable no sería suficiente para lograr un equilibrio entre ingresos y egresos en una perspectiva de largo plazo”.
Basado en la “ampliación” de los años de cotización, González Roaro resumió “… tendríamos que llevarlo a 50 años de cotización para que al 7 por ciento tuviéramos un ingreso de 560 mil pesos y, lógicamente al recibir menos tiempo una pensión -en este caso por 6 años-, se tendrían 560 mil pesos de egreso…, y lo mismo veríamos en una proyección a largo plazo, como moviendo la variable de edad, obviamente a parámetros absurdos, se podrían lograr estos déficit menores”.
En las explicaciones a la ASF, el ISSSTE también echo mano de los resultados de los estudios actuariales, al respecto, González Roaro apuntó que, el último, arrojó que “si quisiéramos tener una cuota de equilibrio, esto es, que los ingresos producto de las cuotas fueran suficientes para pagar las pensiones, en el año 2003 esa cuota de equilibrio debería ser del 19 por ciento del salario; para el 2006 debería de estar en el 23 por ciento; para el 2010 en el 30 por ciento; para el 2020 en 52 por ciento, y 71 por ciento del salario para el año 2050”.
Y no sólo eso, pues la ASF también quiso conocer el “costo para el erario -para las finanzas públicas-, para solventar ese déficit”. Como respuesta, el ISSSTE hizo sus “proyecciones”, en obvio, con sus “datos”, y resultó que para el “sexenio actual, ese costo a valores del año 2002, a precios constantes del 2002, será de 130 mil millones de pesos”.
Y faltaba más, González Roaro calculó el “déficit” para el “siguiente” sexenio, que dijo, “en caso de que las cosas continúen igual será de 309 mil millones de pesos” y para un siguiente más, “del 2013 al 2018, sería de 531 mil millones de pesos”.
Llegaron luego las “comparaciones” de lo que “significan” los 25 mil millones de pesos que según González Roaro son el déficit del ISSSTE en este 2004. “… ¿a qué equivalen 25 mil millones de pesos? Una vez y media el PAFEF, esa partida que ustedes destinan para apoyar a las entidades federativas que en la actualidad es de 17 mil millones de pesos; en el sexenio, estos 129 mil millones de pesos equivalen al presupuesto del sector eléctrico de un año o a la deuda pública de las entidades federativas, que está en 113 mil millones de pesos”.
González Roaro de plano voló: “En el sexenio que entra -el déficit-, sería igual al presupuesto del sector educativo; en dos sexenios -del 2001 al 2012-, sería igual a las reservas del Banco de México, y en tres sexenios, mayor que la deuda externa del sector público”, dijo.

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

González Roaro reconoció que, en su inicio, el ISSSTE era una institución sana, pues “desde 1960 los ingresos del instituto venían siendo superiores a su gasto”, y reveló que “esos ingresos se destinaron fundamentalmente a la inversión en infraestructura del instituto, que actualmente, a valor en libros, es de 44 mil 500 millones de pesos”.
“Además de la inversión en infraestructura se pudieron generar algunas reservas, esas reservas se empezaron a utilizar desde esta parte hasta esta parte, donde se agotaron las reservas y a partir de ese momento, el déficit ha sido cubierto con el subsidio”, mencionó concentrado en sus “laminas”; siguió alarmado: “¡pero vean ustedes la línea roja cómo cae!, en los siguientes años, lo único que vemos en el horizonte -con la situación que hoy tenemos- es el incremento del subsidio de manera constante y acelerada”.
La ASF preguntó al ISSSTE: “¿díganos cuál es la situación actual de las reservas?”. El ISSSTE contestó: “al constituirse, el instituto ‘absorve’ el déficit que ya traía la dirección general de pensiones civiles, en ese momento había 12 mil pensionados -a los que había que cubrir sus pensiones- y 130 mil activos que adquieren derechos al constituirse el instituto”.
Abundó: “hay que señalar que desde su creación hasta 1983, la ley establecía que los ingresos para el fondo de pensiones se podían invertir de la siguiente manera: 40 por ciento en muebles e inmuebles del instituto, un 25 por ciento para préstamos hipotecarios, un 25 por ciento en préstamos de corto plazo, y un 10 por ciento en bonos o títulos gubernamentales”.
González Roaro aceptó: “Esta disposición, desde luego, permitió que el instituto creciera de manera importante en su infraestructura”.
Y explicó a los diputados: “vean ustedes, de 1960 a 1990, la creación de infraestructura del instituto es asombrosa, ¡llegamos a tener hasta 1627 inmuebles en el instituto! Y, de 1990 al año 2004 el crecimiento ha sido muy menor”. “Y sí quisiera decir –remachó-, que la parte importante, hasta aquí –1990-, se creó el 92 por ciento de la infraestructura que hoy tenemos, ¡la infraestructura importante!; los hospitales importantes, los edificios importantes, grandes del instituto, se crearon hasta esta época”.
Desde 1990, al año 2004, el crecimiento ha sido en “pequeñas unidades en pequeñas clínicas, no tan relevantes como las que se crearon en un inicio”, y podemos ver como desde 1994 –en que la inversión a valores constantes en obra pública fue de 758 millones de pesos-, la inversión se ha reducido en los años subsecuentes hasta prácticamente ser una inversión nula en el año 2002”.
De acuerdo con González Roaro, el ISSSTE “comentó” a la ASF “lo que ya vimos, que desde 1988 se hizo uso de las reservas que existían y que se agotaron en 1993”. Informó también que “en abril del 2000, la junta directiva del instituto autorizó la creación de un fideicomiso para reconstituir la reserva actuarial del fondo de pensiones –al que se llamó FONDEP-, y que la suma de este fideicomiso ascendió a 239 millones de pesos”.
“Este monto realmente es solamente simbólico, si lo tuviéramos que utilizar alcanzaría para pagar tres días del costo de la nómina pensionaria; el monto de la reserva -como aquí lo decimos- es insignificante ante la magnitud del pasivo pensionario que más o menos es del 50 por ciento del PIB”, cerró.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Como en los cuentos de hadas, del relato de González Roaro se desprende que la ASF creyó absolutamente todos los “argumentos” del ISSSTE, por lo que quedó satisfecha, a tal grado, que “recomendó” para el ISSSTE una reforma espejo de la fracasada en el 97 para el IMSS. La ASF concluyó “textual”:
— El esquema de pensiones es inviable financieramente, porque no existe una relación financiera sana entre aportaciones y beneficios.
— La insolvencia financiera derivada del diferencial entre el importe de las cuotas y los beneficios, se ve agravado porque el número de cotizantes disminuye, mientras que el de pensionados aumenta.
— Las fuentes de pago de los pensionados son las cuotas y las transferencias fiscales ya que no existe un fondo con la cuantía suficiente y liquidez debida que permita obtener recursos para el pago de pensiones.
Y luego de “concluir”, la ASF recomendó:
1.- Que se modifique el Régimen de Pensiones para dotarlo de sustentabilidad financiera.
2.- Que se someta a consideración de la autoridad competente modificaciones al régimen de pensiones. “Y hoy estamos hablando con la autoridad competente, que es el Poder Legislativo” –intentó convencer González Roaro-.
3.- Definir si las pensiones se manejarán en base al esquema de beneficio definido o de contribución definida.
4.- Determinar exactamente cuotas de cotización, tiempos de cotización y beneficios a otorgar, escogiendo las mejores opciones operativas y financieras de prestación de beneficios.
5.- Para los nuevos cotizantes se deberá analizar la posibilidad de modificar las condiciones evaluando:
— El incremento de porcentajes de cotización.
— Aumentar la edad y el tiempo de cotización.
— Igualar requerimiento de tiempo de servicios para todos los cotizantes -esto es hombres y mujeres-.
— En todos los casos deberán respetarse los derechos adquiridos de los trabajadores.
— Evaluar la alternativa de emigrar a un sistema de contribución definida que conlleva la ventaja de dar a cada cotizante un beneficio en función de su esfuerzo de ahorro a lo largo de su vida laboral. Una medida de ese tipo es similar a la adoptada por el IMSS en 97, que evidentemente implica costos financieros y sociales que deben analizarse a profundidad.

LA PRIMERA VEZ

González Roaro siguió con su larga historia, y comentó a los diputados “lo que ha pasado con las valuaciones actuariales del ISSSTE”. Mencionó que en 1970 se hizo el primer estudio actuarial del instituto “para ver cómo se encontraba en ese momento”.
Contó que de 1974 a 1980, años en que las condiciones demográficas “eran aparentemente estables”, se realizaron los estudios actuariales cada tres años, y que, a partir de 1981, se vio que las circunstancias demográficas tenían un “mayor dinamismo”, y que también el esquema de beneficios del instituto se empezó a “mover mucho”, todo eso, “hizo necesario que los
estudios actuariales se realizaran cada año”.
Así llegó a 1988, “cuando por primera vez un estudio actuarial mostró que los ingresos provenientes de la prima estipulada en la ley eran ya insuficiente para cubrir los gastos del fondo de pensiones y prestaciones socioeconómicas”, esto, agregó González Roaro, “empezó a revelar la problemática estructural del ISSSTE y se hizo presente en cada valuación actuarial sucesiva o subsecuente a 1988”.
A tres años y medio de foxismo, González Roaro reveló también lo que ha hecho, “esta administración del ISSSTE ha tendido el interés de mostrar la problemática estructural revelada en las valuaciones actuariales, lo hemos expuesto en los foros que hemos participado en esta Cámara de Diputados, en la Cámara de Senadores, en distintos congresos…”.
Hay más, su administración consideró “conveniente cambiar de despacho” para revisar los años 2000 y 2001 -valuados por el despacho “L. Reagan B.”- “con la intención de corroborar la problemática que venía reflejándose desde las anteriores valuaciones”. En 2002, el ISSSTE volvió a cambiar de despacho, ahora con “Hewitt”, “para corroborar los datos que nos daban…”.
En un arranque de transparencia, González Roaro soltó, “es de señalar que hemos publicado desde este año los resultados de los estudios actuariales en la página de internet de nuestro instituto y están abiertas al público”.
Y resumió lo que dicen los actuarios, haciendo énfasis en que todos “confirman y coinciden la inviabilidad financiera del actual sistema que se tiene en el instituto”. Dicen los actuarios:
— La carga demográfica crítica dice, actualmente en promedio, menos de cinco cotizantes soportan el costo de cada pensionario; para el 2020 esa relación será de dos a uno.
— La prima de reparto es muy por encima de la prima legal, la prima que se necesitaría al cierre del 2002, debería de ser dos veces y media al 7.25 que se tiene actualmente; en otras palabras, se requieren de un peso 50 centavos, vía transferencias, por cada peso que se ingresa a nuestro instituto.
— Para el 2020, se necesitaría un 50 por ciento del salario para tener una prima de equilibrio.
— La edad de retiro y años de cotización no corresponden a la expectativa de vida, porque hay una inadecuada relación entre el número de años cotizados y los años cubiertos como pensionados; actualmente se pagan más de 20 años por cada pensión, y las reservas prácticamente no existen.
— Las cuotas y aportaciones son muy bajas para lograr el equilibrio financiero.
No es todo, González Roaro interpretó lo que dicen los actuarios:
“… los actuarios vuelven a señalar que estas -las cuotas y aportaciones-, tienen que moverse depende si son primas escalonada o primas de equilibrio, a distintos porcentajes de cotización; dicen que en este momento tendría que ser del 33 por ciento si queremos un equilibrio de 10 años, y después de 10 años tendrían que volverse a mover, en fin, ‘cosas que hemos visto que coinciden también con la ASF’.
“El progresivo aumento del déficit del fondo médico, poniendo énfasis en el incremento en el gasto médico a pensionados. Dicen los estudios actuariales que desde 98 se ha operado con un déficit anual en el seguro de salud, y que esto nos lleva a rezagos en materia de inversión, y en instrumental médico, que impacta en el deterioro de la calidad de los servicios de salud, y también ellos señalan el envejecimiento de la población del instituto y su nuevo perfil epidemiológico.
“Esto hace que se prevea una situación más crítica en el futuro y señalan con énfasis el desequilibrio estructural financiero particularmente en el servicio médico para pensionados”.
A manera de resumen, González Roaro dijo: “¿Cuál era la reserva que se tenía, en miles de millones de pesos en el año 2000, 2001 y 2002? Bueno, se tenían 234 millones, 193 millones, y 200 millones. ¿Cuánto se tenía que pagar de nómina para pensionados? 17 mil millones, 21 mil millones, y 25 mil millones”. “Me voy a seguir en el 2002, para no repetir los tres”, acotó.
Siguió: “¿Cuáles eran los ingresos actuariales que se iban a tener en valor presente, o sea, los ingresos de 75 años?, los traen al día de hoy y se esperaba tener 486 mil millones de pesos de ingresos en 75 años. ¿Cuál era el compromisos que ya estaban con los pensionados en el 2002? En 75 años serían 417 mil millones de pesos. ¿El compromiso o pasivo con la generación de trabajadores que en el 2002 estaban inscritos al ISSSTE?, Un billón 777 mil millones de pesos”.
Y terminó anunciando el apocalipsis. ¿Cuál es el pasivo que se generaría con las nuevas generaciones en el esquema actual, las que ingresarían en esos 75 años? Un billón 705 mil millones de pesos, lo que nos llevaría a un pasivo total de 3 billones 900 mil millones de pesos, si le quitamos los ingresos que se obtendrían tendríamos un déficit total del sistema de 3 billones 414 mil millones de pesos”.
Miguel Alonso Raya agradeció al director del ISSSTE “la disposición, la explicación y la entrega de estos estudios actuariales y auditoría, para efectos de que la Comisión, pues pueda tener la oportunidad de estudiar a fondo y, en otro momento, pues poder realizar una reunión de trabajo más a detalle, ya para más en función de ver qué hacemos juntos, y que salidas le empezamos a encontrar a la problemática”.
Raya quiso terminar la reunión, “no sé si tuvieras tiempo para que si los compañeros diputados -están relativamente pocos-, si tuvieran alguna duda, alguna cosa en que se quisiera precisar ahora, y, si no hubiera eso, plantearíamos la oportunidad de poder acceder en detalle a los documentos y en otro momento molestarte y molestar a lo mejor a algunos de tus funcionarios pues para entrar más a fondo y más a detalle de la problemática aquí descrita por parte tuya”, le dijo a González Roaro.
En eso, los diputados Concepción Castañeda, Roberto Vega y Agustín Rodríguez pidieron la palabra, y tanto González Roaro, como Alonso Raya, se quedaron con la cara de what?…

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