Se agita la mafia
De la Guerra Sucia al Narcotráfico

Valentín Cardona
26 de octubre de 2004

 

Le dije que el arma estaba marcada, que tenia huellas, y que por las manos de quien provenía seguramente con ella había sido asesinada más de una persona. Era una pistola tipo revolver calibre .38 especial, marca Taurus de fabricación brasileña, igual a la que usó el verdadero asesino de Luis Donaldo Colosio.
En broma le dije también que tal vez el regalo era en realidad una trampa, que en cualquier momento nos cerraría el paso la Policía, y así, con las manos en la masa, sería culpado de algún homicidio. Fue entonces que Roberto Gallardo Gómez aventó el revolver que acariciaba al piso de mi auto y se ensució ahí mismo, en los pantalones.
Momentos antes Gallardo Gómez había salido del penhouse de Miguel Nazar Haro, de una cita a la que me pidió lo acompañara. Lo esperé en el coche, afuera del edificio marcado con el número 1855 de Insurgentes Sur. Nazar negociaría con Gallardo un supuesto adeudo que con él tenía Sigfrid Molet Gurrera, dado que éste lo había “embaucado” con un departamento.
Nazar se encargaba de arreglar las deudas pendientes de Molet con sus demandantes y había contactado a Gallardo debido a la presión que este ejercía sobre Molet a través de los medios. Gallardo mantenía constantemente amenazado a Molet con denunciarlo y escribir un reportaje sobré sus “fraudes” en el semanario Proceso y en la revista Asuntos 2000, entre muchos otros.
Asuntos nació de la ilusión que tuvimos tres amigos que creímos posible hacer periodismo y Gallardo se incrustó en el proyecto para “manejar” las finanzas, sólo mostró interés en cuanto la publicación le servía para cobrar facturas personales, a Molet, a Domingo Mugirá, a Adrian Marenco, y a los Autrey, que según su dicho tenía demandados por medio del abogado César Fentanes, pues todos lo habían “embaucado”.
Las ambiciones de Gallardo propiciaron la desaparición de Asuntos en su número 12.
Sabe Dios que tanto pasó en aquella reunión con Nazar, pero lo cierto es que Gallardo salió también con una especie de fobia, tal vez consigna, contra Proceso y su fundador.

Paradójico, pues Gallardo portaba y porta, como sus credenciales, algunos ejemplares del semanario en el que aparecieron algunas notas con su firma, por supuesto, relacionadas con sus “enemigos”.
No fue casual el peregrinar de Gallardo por diversos medios impresos portando un “valioso” expediente sobre presuntos multimillonarios fraudes fiscales cometidos por el Consorcio Azucarero Escorpión (CAZE) en perjuicio del fisco federal. Los documentos, que según Gallardo le fueron entregados por sus “contactos” en Nafinsa, en realidad le habrían sido proporcionados por Nazar. La información, en efecto, fluyó.
Ante la suciedad quise terminar con Gallardo toda relación, todo contacto, pero era demasiado tarde, pues en paralelo a la creación de Asuntos me convenció de asociarnos en “participación” para la compra, reparación y venta de equipo médico.
Como “experto asesor financiero” desarrollado en Nafinsa, Gallardo elaboró el proyecto. Él y su hermano Alfonso se encargarían del mercado del sureste y del bajío, pues éste último contaba con un establecimiento en la ciudad de León, Guanajuato; Gallardo manejaría el negocio desde Córdoba, Veracruz.
El caso es que Alfonso nunca apareció y la asociación en participación derivó en una sociedad anónima de capital variable denominada “Gabinete Diagnóstico por Imagen de Córdoba”. Roberto Gallardo Gómez y su “prima” Elvira Estrella Gómez quedaron como tesorero y presidente de la sociedad respectivamente, a Gallardo se le asignaron todos los poderes.
Se abrió entonces un gabinete de radiodiagnóstico y laboratorio clínico denominado “Multimagen La Misión”, que al paso de los meses evolucionó y se convirtió en prospero negocio, pero sólo para ellos dos. Ante el reclamo, Gallardo reaccionó con la inusitada presión de que le dejara para él el negocio, y de que incluso le devolviera su supuesta inversión, si no, me dijo, “te las tendrás que arreglar con Nazar”.
 
CONTACTO CON EL NARCO
 
Fundé el Portal Imagen Médica a finales del año 2000, revista especializada en asuntos de salud y seguridad social; por los temas tratados más temprano que tarde comenzaron las amenazas. Las primeras y directas provinieron de Gustavo Lomelín Cornejo, entonces director de Comunicación Social de la Secretaria de Salud, a cargo hasta nuestros días de Julio Frenk Mora.
Lomelín se quejó de que la revista mantenía un ataque frontal al secretario y de que en sus páginas sólo se destacaba lo negro del personaje que siente un “profundo” amor por México, gracias a que este país abrió “las puertas” a sus antepasados que huyeron del horror nazi.
Lomelín me amenazó, a secas. Respondí con una denuncia contra él y contra Frenk Mora ante la Procuraduría General de la República, en obvio por amenazas.
Como perros de caza agentes de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) iniciaron su investigación, pero no a los denunciados, sino a mi persona y colaboradores. Cansado del acoso localicé a uno de los de la AFI y le dije que la cosa era clara y cristalina, que yo había denunciado a Lomelín y a Frenk, y que ellos deberían de ser precisamente el objeto de la investigación.
En Imagen Medica quedó escrito el estilo Lomelín de actuar: un pequeñísimo y vulgar Nazar en acción. Poco después, Gallardo Gómez acusó públicamente que había sido por mí “embaucado” en el negocio arriba descrito.
Las amenazas, el hostigamiento, la fotografía clandestina, y hasta posiblemente la intervención telefónica a Imagen Medica continuaron, de hecho, se hicieron casi constantes. Con ello se aprende a vivir.
En septiembre de 2003 escribí una pequeña nota que versó sobre la venta de recomendaciones presuntamente firmadas por Alfonso Durazo Montaño y Ramón Muñoz Gutiérrez al módico precio de 50 mil pesos cada una.
Me enteré por voz de amigos reporteros que la información fue “minimizada” por la Presidencia y que incluso algunas “llamadas” impidieron que se le diera seguimiento.
Un mes después, un amigo de esos que se cultivan solos y que labora para una de tantas agencias de inteligencia del gobierno federal, me advirtió que se habían girado ordenes de entregar un informe de todo lo que se tuviera de Imagen Medica y de mi persona.
Me alertó a que me cuidara y me confió que alguien de “arriba”, de la Presidencia, había encargado al Estado Mayor “partirme la madre”, a como fuera.
Me soltó de plano que el Estado Mayor había contactado a “un tal” Gallardo, de Veracruz, quien sería el instrumento para apresurar la “partida”.
He recibido llamadas de Córdoba de gente que tiene la finalidad de localizar a Gallardo Gómez y a su esposa Elvira Estrella. De hecho, me han informado que abandonaron su casa, en Fortín de las Flores, y que son buscados debido a la venta de acciones de la sociedad.
Hay indicios de que Gallardo “flota” entre el Distrito Federal, Guanajuato y Jalisco para evadir la acción de la justicia; de Elvira se dice que de plano huyó a los Estados Unidos.
Acostumbrado a moverse entre las sombras y desde las cloacas de la clandestinidad, Roberto Gallardo y Luis Gallardo -uno de sus dos hijos, por cierto buscado por daño en propiedad ajena y allanamiento de morada- dedican parte de su tiempo a buscar “enemigos” del autor, con la finalidad de integrar un “grupo” que se mueve también en las tinieblas.
Apenas el 26 de septiembre último, raudo vehículo cerró el paso del mío sobre Avenida Central, era un Ford Thundirbird rojo, de modelo no muy reciente. Un par de jóvenes energúmenos descendieron nomás al “descontón”. Pegaron fuerte y desaparecieron protegidos por el manto de la negra noche y el aguacero.
Menos mal que no usaron una pistola tipo revolver calibre .38 especial de manufactura brasileña, sino los puños cuyos nodillos fueron parados en seco por mi nariz que terminó rota en varios pedazos. Me dejaron, pues, vivir para contarla.
Gallardo integró a su grupo a un hombre que tiene poder e influencias en Nezahualcóyotl, se le asocia con la venta y distribución de narcóticos en el Centro Médico Nacional “La Raza”, “ciudad dentro de una manzana” en la que ni la PGR ha podido desterrar el narcotráfico a pesar de sus operaciones “secretas” en las que ha usado la figura del “testigo protegido” y personal “encubierto”.
Se llama Gerardo Merino Vital, aunque a veces utiliza el alias de Gerardo Merino Sosa.
Quienes lo conocen lo definen como un tipo “ladino y ambicioso”. Sus primeros pasos en el crimen los habría dado a través del robo hormiga de diverso material radiográfico y de laboratorio, pues hace años que ocupa un turno nocturno como técnico radiólogo en el Hospital de Especialidades de “La Raza”, por cierto, tiempo y lugar adecuados para la realización de actividades ilícitas.
Según informes en poder del autor, Merino Vital acostumbra traer siempre una fuerte suma en efectivo -de 50 a 100 mil pesos-, que “pa’ lo que se ofrezca”. Con el poder corruptor que le da el dinero sucio, dicen que en Neza no hay quien se le resista y que puede comprar voluntades. Desde la de un agente del Ministerio Público, pasando por policías judiciales, hasta la de jueces y magistrados.
Para el lavado de dinero Merino Vital utiliza el negocio denominado Laboratorios Mevit, con sede en Neza, en los que ofrece servicios de tomografía, rayos-X, ultrasonido, laboratorio clínico, densitometría, mastografía, y colposcopía, entre otros “servicios”.
Además, patrocina a la sospechosa “Asociación Nacional Ave Porvenir A.C.”, de la que su “prima” Leopoldina Vital Lázaro se dice directora y presidenta. Según informes obtenidos en Neza, Vital Lazaro tiene nexos con el cártel regional y utiliza a la asociación como medio de presión al servicio del PRD en Neza, muy al estilo de “La Loba”.
Parece casualidad, pero el modus operandi que distingue al crimen organizado está presente y es muy similar a las actividades de Merino Vital. De acuerdo con los informes, Merino utiliza varios automóviles para la compra-venta de narcóticos y el intercambio de efectivo.
Utiliza el Gran Marquis y la Suburban que deja estacionados en lugares predeterminados, luego, sujetos con duplicado de llaves realizan el intercambio de dinero por drogas y viceversa. Entre otros, gusta utilizar de noche y madrugada el estacionamiento subterráneo del centro comercial “Center Plazas”, en Aragón.
Aunque se presumen cercanos vínculos de Leopoldina Vital con el cártel de Neza, se asegura que Merino Vital opera sólo y que poco a poco gana terreno a los cárteles que operan en La Raza. Fuera de ahí extiende sus redes a través de médicos de “cartera” registrados en su compañía “escudo”, Laboratorios Mevit, utilizada para encubrir la posesión de bienes y ocultar el verdadero origen y destino del dinero.
A sus médicos Merino Vital paga en efectivo fuertes sumas por concepto de “comisiones”, bajo el supuesto de ser el pago por el “envió” de pacientes a su negocio para la realización de estudios de laboratorio y gabinete “se necesiten o no”. Pero de hecho, mediante estos procesos complejos del manejo de efectivo Merino Vital transformaría los beneficios monetarios derivados de actividades ilícitas en fondos con un origen aparentemente legal.
Muy pocos días atrás me llegó un nuevo aviso. El señor militar que busca “partirme la madre” acaba de recibir buen hueso en la Policía Federal Preventiva.

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