Cuatro grandes convergencias
Salud y seguridad social, fraudes del foxismo

Jani Luna González
26 de marzo de 2003

Para Gustavo Leal Fernández, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco, el trabajo realizado por el Congreso de la Unión -diputados y senadores- en materias de salud y seguridad social, “ha dejado mucho que desear”.
En el marco del desarrollo del Tercer Foro de Diplomados en Ciencias de la Salud Pública realizado el pasado 18 de marzo en la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la UNAM, Leal Fernández sostuvo que, a su parecer, las comisiones de Salud y Seguridad Social de la Cámara de Diputados “tuvieron una insuficiente comunicación con la sociedad, y además, operaron en términos muy clientelares.”
De la Comisión de Salud encabezada por la abogada María Eugenia Galván Antillón, dijo que le parece que “forma parte del gran fraude que hasta ahora ha resultado el foxismo” en políticas de salud y seguridad social. Sin embargo, aclaró, “yo esperaría el final de la legislatura para medirle la productividad que me parece que fue muy baja, sin considerar la calidad parlamentaria de su trabajo”.
Del trabajo deficiente de la Comisión de Salud, Leal Fernández consideró que se debe a que Galván Antillón -panista que hizo su carrera política a costillas de Luis H. Álvarez- “no me parece que sea una persona competente para estar a cargo de la presidencia de una Comisión de Salud, pues durante toda la legislatura se la pasó apoyando a Julio Frenk y a sus iniciativas financiera y muy poco hizo como comisión por dar voz a los médicos, las enfermeras, y las profesiones afines”.
En resumen, dijo, “yo creo que el saldo de esta Comisión de Salud de la LVIII Legislatura es mucho muy malo”.
De la Comisión de Seguridad Social dirigida por el perredista Cuauhtemoc Montero Esquivel, Leal Fernández opinó que se desenvolvió de manera “similar” a la de Salud, porque “le paso por enfrente la reforma de la ley del IMSS del 2001”. Se podría decir, concluyó, “que el saldo de esta Comisión, sin ser tan malo como la de Salud, es un saldo que dejó mucho que desear”.
Y así, preparada la entrada a su conferencia titulada “Cuatro grandes convergencias, lo que esperamos de la política pública de salud y seguridad social”, Leal Fernández finalizó:
— Estas dos comisiones de la Legislatura 58 cambian el 6 de julio, y ya estamos empezando a ver las listas de panistas, priístas y perredistas. Personalmente yo no me siento muy representado en ninguno de estos nombres que empiezan a aparecer, pero creo que es de la mayor importancia que en los próximos años podamos hacerle un marcaje ciudadano a presión a estas dos comisiones de la Cámara de Diputados que tanto tienen que ver con las políticas de salud y de seguridad social.
Antes de exponer las “Cuatro grandes convergencias”, Leal Fernández dividió su ponencia en 4 partes: Las elecciones del 2003; Los tiempos de Zedillo; Los tiempos del “cambio” invisible de Vicente Fox y ¿Qué podemos aguardar de la nueva Cámara de Diputados?. Luego, entró a las convergencias. Queda aquí la conferencia:

LAS ELECCIONES DEL 2003

El resultado electoral de la próxima jornada del 6 de julio del 2003 puede traducirse en una nueva composición, más equilibrada, del Poder Legislativo. Ella augura la posibilidad de que asistamos, por fin, a una auténtica discusión de las políticas públicas nacionales. Es por tanto, previsible, la elevación del nivel en el debate parlamentario y la consecuente expansión del aprendizaje tanto del Estado como de la sociedad.

LOS TIEMPOS DE ZEDILLO

La política de salud y seguridad social fue arrastrada por la “emergencia económica” de diciembre de 1994. El Plan Nacional de Desarrollo -presentado en mayo de 1995- caracterizó nuestra última gran debacle económica a partir de la insuficiencia del ahorro interno. Este recurso se enlazó con el diagnóstico que, en marzo del mismo año, presentaron las autoridades del IMSS -que dirigía Genaro Borrego- y que culminó en una “nueva ley” polémicamente votada en diciembre de 1995, gracias a la ahora extinta mayoría absoluta del PRI.
La fracción parlamentaria del PRD cuestionó, entonces, severamente el contenido de esta ley, mientras que el PAN se opuso en la Cámara de los Diputados pero la aprobó, después, en la Cámara de Senadores.
Por aquellos días de Zedillo -en los que el PRI todavía tenía la mayoría en las cámaras- el entonces subsecretario de Hacienda, Martín Werner, advirtió que cualesquier modificación al esquema de pensiones, especialmente el que se refiere al régimen legal de las Afores, dependería de la suerte de la mayoría priísta en ambas Cámaras.
Ya con el resultado electoral en la mano, -es decir cuando el PRI por primera vez perdió la mayoría, en 1997- Martín Werner señaló que el Ejecutivo buscaría establecer “consensos” a fin de preservar los criterios de la política económica, básicamente por lo que toca al monto del IVA y al Presupuesto de Egresos de la Federación en 1998.
“Saco a colación esta información -argumento Leal Fernández- porque el escenario en las cámaras cambió vertiginosamente; en 1997, Ernesto Zedillo, por primera vez en la historia reciente de México, perdió la mayoría en la Cámara, entonces, en el año 2000 Vicente Fox fue votado presidente y llegamos así a los tiempos de Vicente Fox, que me parecen los tiempos de un cambio invisible”.

LOS TIEMPOS DEL “CAMBIO” INVISIBLE DE VICENTE FOX

Es un hecho que la composición del Congreso con que ha “trabajado” Vicente Fox a partir del primero de diciembre del año 2000, no ha dejado satisfecho casi a nadie.
Mucho de lo que no ha funcionado en las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo de los últimos dos años, guarda directa relación con la calidad de las iniciativas que ha remitido Fox al Congreso. Un caso es el del famoso “Reformón”, la iniciativa de reforma fiscal que incluía incrementar el IVA a medicamentos y que fue derrotada por los diputados y senadores en el Congreso.
Otro, es la famosa iniciativa de reforma financiera del sector salud para “legalizar” el malhadado Seguro Popular que presentó Julio Frenk con el apoyo del tenebroso senador Fauzi Hamdán -que a sido acusado por Lino Korrodi de ser asesor financiero de Amigos de Fox- en noviembre del año pasado al Senado y que en este momento está en discusión.
O sea, en estos dos casos -el del Reformón y el del Seguro Popular- nos dejan ver dos constantes ya de Fox y que no tienen nada que ver con las prácticas priístas en las cámaras, tanto de diputados como de senadores.
En ambos casos se advierten las siguientes dos constantes:
Primera. Pienso aquí especialmente en Ramón Muñoz, el titular de la Oficina de Calidad Gubernamental -que ahora parece que va a se el secretario de la Contraloría dado que Barrios se va a la Cámara de Diputados-; en Carlos Flores, el jefe de la Oficina de Planeación en Los Pinos y en Eduardo Sojo, el jefe de las Políticas Públicas de Los Pinos.
Y me parece que, como foxistas, al presentar estas iniciativas están yendo únicamente en contra de todas las recomendaciones que se hacen para diseñar buenas políticas públicas, pero, ¿por qué se comportan así estos tecnócratas del foxismo?
Bueno, para decirlo popularmente, estos funcionarios suelen irse por la “libre”: acallan las voces que animan las arenas de las políticas y deciden -como en los tiempos priístas- cerrando cualquier alternativa de debate. Si hubo cambio, el cambio lo debimos de haber visto en el estilo de gobernar, y estamos viendo más de lo mismo pero peor.
Estos funcionarios presentaron al Congreso una obsesión tecnocrática, en el caso de la Secretaría de Hacienda asistida por el Banco Mundial, la reforma fiscal; y en el caso del seguro popular -la obsesión tecnocrática de Julio Frenk- que nunca discutió con nadie y la presentaron para hacer una reforma al artículo cuarto constitucional.
A mí me parece que esto es muy grave, porque en un gobierno de “cambio”, lo menos que se podía esperar es que abrieran el debate, pero no, estos foxistas han procedido como los priístas, han cerrado la posibilidad del debate. La pregunta es: ¿por qué lo han cerrado? Lo han cerrado porque seguro que en un debate pierden, porque sus argumentos no son sólidos, porque las iniciativas que han presentado son técnicamente, todas, equivocadas.
Aunque Julio Frenk apoyado por la mayoría panista en el Senado, votara a favor de ese seguro popular, ese seguro popular -se los digo aquí ahorita- es un fracaso, porque técnicamente está mal concebido, las experiencias previas del seguro popular en el mundo es que no se gestiona bien la salud.
Segunda. El equipo de funcionarios de Fox -los Muñoz, los Flores, los Sojo- todos ellos manifiestan una completa falta de sensibilidad social hacía todo aquello que votó por la alternancia y que ahora le están devolviendo con estas iniciativas -como el seguro popular- peores servicios, pero pidiéndole a la gente que pague más por ellos.
Así que podemos decir sin ninguna duda a equivocarnos, que la administración foxista del “cambio” ha refrendado alegremente ese dicho proverbial entre economistas que dice: “no gastemos más como gobierno, pero intentemos captarle a la sociedad civil todo lo que pueda poner de su parte” -por ejemplo, el redondeo de cuentas en los supermercados para la Fundación Vamos México-.
El paso de los primeros tres años de Vicente Fox -por la Cámara de Diputados y la de Senadores- creo yo, es un fraude del mismo tamaño que lo es su gobierno en conjunto.
Como candidato triunfante a la Presidencia de la República, como candidato de la Alianza por el Cambio, Vicente Fox Quesada tuvo la gran oportunidad de cambiar las políticas públicas de salud y la seguridad social y darle una nueva orientación a esas políticas, pero, a cambio de eso, lo que nos dio Vicente Fox fue nombrar un gabinete de salud y de seguridad social con tres connotados priístas: al soberonista Julio Frenk en la Secretaría de Salud; al zedillista Santiago Levy en el IMSS y a un discípulo de Elba Esther Gordillo, es decir, un elbista, Benjamín González Roaro en el ISSSTE.
Es decir, un gobierno como el de Fox, que había ganado las elecciones para cambiar políticas y lo primero que hace es entregar las políticas a los que derrotó en las elecciones, pues no puede tener ningún futuro, y eso, lo vamos a ver reflejado en la próxima elección del 6 de julio del 2003 como ya lo vimos en las elecciones del Estado de México.
En esta elección del Estado de México, de cada 10 votantes, 6 no votaron, votaron 4. Esos 4 de todos modos penalizaron a Fox, y eso es lo que pienso yo que vamos a ver el 6 de julio, una penalización a ese grupo de tecnócratas, algunos priístas y otros del equipo de “Amigos de Fox”.

¿QUÉ PODEMOS AGUARDAR DE LA NUEVA CÁMARA DE DIPUTADOS?

Yo creo que para las políticas y seguridad social del siglo XXI, de la nueva Cámara de Diputados sí podemos esperar algunas cosas que corrijan de raíz el grave enfoque que le estuvo dando el foxismo hasta ahora a sus relaciones con el Poder Legislativo.
¿Qué creo yo que se puede esperar de la Cámara de Diputados? Voy a presentar estas cuatro convergencias:

Primera Convergencia: la búsqueda imparcial del interés público

De la Cámara de Diputados esperamos que busque el interés público de manera imparcial en materia de salud y seguridad social, es decir, no queremos que vuelvan a privar los intereses como es el caso de Julio Frenk y la Fundación Mexicana para la Salud, que llevaron a la definición de un Programa Nacional de Salud tecnocrático, excluyente, y que, además, esta concebido para generar muchas desigualdad en el sector salud y afectar a las mayorías.
La primera gran convergencia que podemos esperar de estos priístas, panistas y perredistas que ganen la elección del 6 de julio es que no sean foxistas, es decir, no repitan diseños cupulares, sino que abran las cámaras realmente a la voz de la gente que conoce de los temas de salud y de seguridad social: médicos, enfermeras, paramédicos, industria farmacéutica, industria aseguradora, academias y académicos, además de los ciudadanos.
Si pensamos un momentito en este debate del último mes que se llamó Diálogo por una Política de Estado para el Campo, podemos imaginarnos muy bien como podría operar esa primera convergencia. Los campesinos han dicho que “el campo no aguanta más” y algo que me parece grave para el sector salud y seguridad social, es que el gobierno ha dicho “sin campo no hay ciudad”.
El gran problema desde De la Madrid hasta Fox -20 años de gobierno iguales a pesar de la alternancia-, es que pensaron que los campesinos eran muchos y había que rediseñar técnicamente su presencia, pero se equivocaron esos tecnócratas con Luis Tellez a la cabeza. Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, todo ese equipo de tecnócratas tiene, incluso, un mal diagnóstico sobre el futuro del campo.
¡No hay ciudad sin campo!, es una prioridad nacional. No se trata de crecer más a “Progresa”, se trata de que tengan un lugar en la agenda de desarrollo nacional, si el foxismo no es capaz de dárselos, ellos lo van a tomar, y eso mismo creo yo que está sucediendo en salud.
La primera gran convergencia es: de salud no saben Frenk, González Roaro ni Levy; sabe realmente la gente operativa y a esa no le han dado voz. Si realmente hay una gran convergencia en la nueva Cámara de Diputados, si se va a buscar el interés publico creo yo que la gran enseñanza de estos campesinos debería de servir para que esos diputados abrieran por primera vez la discusión de lo que quieren los mexicanos para el Sistema Nacional de Salud, y no lo que cree Frenk siguiendo a Funsalud, lo que cree Levy siguiendo al Banco Mundial o lo que cree González Roaro siguiendo a Elba Esther Gordillo.
Durante los tres primeros años de Fox se ha operado exactamente al revés de lo que se requería, defender el interés público no termina en un Programa Nacional de Salud como el de Julio Frenk -que es el último libro de Funsalud- que es el mejor ejemplo de lo que no debe de hacerse en el diseño de políticas públicas que estén buscando o procurando el interés común.
Pero no sólo eso, puede y debe decirse exactamente lo mismo del tecnocratico y apocalíptico informe de Santiago Levy sobre la situación financiera del IMSS, que presentó a diputados, senadores y al presidente para justificar su chamba en el gobierno del “cambio”.
La función de la Cámara de Diputados es fundamental, esperemos que en la nueva relación con el poder Ejecutivo no aparezcan nuevamente planes y programas al estilo de los que hemos padecido en estos dos años. Esa es la primera convergencia.

Segunda Convergencia: el empeño por diseñar políticas prácticas

Tal vez les pueda parecer a ustedes inútil y hasta ocioso insistir en que, cuando se elabora la política pública, pues estamos tratando de plantear que se elaboren políticas públicas practicables, pero no es tan obvio y el asunto no es tan sencillo. Sucede que en muchas ocasiones hay que considerar que los gobiernos presionados por el tiempo necesitan tener algo a la mano, necesitan algún documento de política.
Lo cierto es que uno de los principales problemas de las iniciativas del foxismo en materia de salud y seguridad social ha sido su virtual incapacidad para ser influyentes y para lograr que sus políticas sean prácticas para la mayoría, prueba de este fracaso del foxismo es la naturaleza básicamente financiera del seguro popular y, en todas las propuestas que ha anunciado Santiago Levy para el IMSS, por ejemplo, el coopago de los fármacos o la elevación de las cuotas.
Si vemos el tinte que tienen las iniciativas del foxismo, vamos a ver que todas estas iniciativas algo tiene en común: todas son iniciativas financieras, todas pretenden quitarle a la ciudadanía y no son prácticas, porque automáticamente van a generar más problemas que los que están supuestamente resolviendo.
Esta es la segunda convergencia que me gustaría ver de la nueva Cámara, el empeño por diseñar políticas prácticas.

Tercera Convergencia: satisfacer las necesidades de la gestión pública

¿ Quién necesita estudios profesionales? Buenos estudios profesionales en materia de salud y seguridad social los necesitan: el presidente, el primer ministro, los senadores, los congresistas, los alcaldes, los regidores, los presidentes de las comisiones, los servidores públicos de alto nivel, los dirigentes sindicales, los ejecutivos de las corporaciones, los dirigentes de partidos políticos y los jefes políticos.
Es decir, todo mundo necesita un buen estudio. Pero, ¿por qué está tan mala la calidad de los documentos que nos trajo el foxismo?, ¿por qué no están realmente articulando gestión pública?, ¿qué es lo que está fallando aquí? Lo que está fallando es que el foxismo no tomó en serio el cambio, pensó que gobernar el país era como gobernar el D.F o gobernar Guanajuato, y lo que se está esperando de él, es la propuesta de políticas nuevas con una gran mayoría de oferta para una gestión pública influyente.
Como estamos viendo, los Frenk, los Levy y los González Roaro hicieron exactamente lo que se necesitaba para no cumplir esa petición que manifestó el pueblo el 2 de Julio.

Cuarta convergencia: ofrecer recomendaciones posibles

Nos gustaría ver que las recomendaciones que salieran del Gobierno y que salieran de la Cámara fueran recomendaciones posibles, es decir, en materia de las políticas de salud y seguridad social siempre empezamos examinando un asunto, luego lo coordinamos como problema y después tratamos de darle solución.
Lo que tenemos en el foxismo es porque nadie entiende el problema, porque no se escuchó a la voz del cambio que supuestamente ellos iban a hacer sonar. Esa voz es básicamente la de los médicos y de la medicina clínica, que no han sonado en este sexenio, como no sonó en los últimos 18 años, desde Miguel de la Madrid hasta Zedillo.
Del nuevo Congreso podemos esperar que lo que se presente en las cámaras parta de una evidencia muy sencilla: el sector de la salud y de la seguridad social están para atender episodios de enfermedad, no sólo para recomendar políticas preventivas. Y dos, el principal interlocutor de cualquier iniciativa legal de reforma en el sector salud y de la seguridad social mexicana es el paciente, no el usuario sano.
Nos sería de mucha utilidad que en la Cámara se empezara corrigiendo esta visión muy al estilo de Frenk -con el seguro popular- o muy al estilo de Santiago Levy -con los programas integrados-, de poner por delante a un usuario sano en las instituciones olvidando que el que toca a la puerta el Sistema Nacional de Salud es un paciente, es decir, una persona que tiene un sufrimiento y que tiene un daño.
Si durante los tiempos del priísmo no tuvimos ninguna oportunidad de que sonaran las voces reales de la arena de la política pública, el gran foro del foxismo consiste en que leyendo a tales hechos no lo hizo. Pero hay una oportunidad más en este nuevo Congreso, y es parte de todos nosotros: ciudadanos, expertos, investigadores y académicos hacer el trabajo de marcarlo sistemáticamente para que adecue su trabajo.
Lo que requerimos para la Legislatura 59 de la Cámara de Diputados va a ser que ponga su imaginación para imprimir el sentido al mandato del cambio que recibió Vicente Fox el 2 de julio. Esta imaginación es la que ha faltado a la lectura financiera de los Frenk, los Levy y los González Roaro, estos que yo he llamado los “gerentes” del foxismo.
Concluyamos:
En materia de políticas de salud y seguridad social el foxismo no ha aportado más que continuidad, cabe esperar que los nuevos representantes populares que llegarán a una renovada Cámara de Diputados empiecen por lo primero: ofreciendo al ciudadano-elector la visibilidad del cambio que Vicente Fox Quesada y su penoso gabinetazo social recibieron como mandato, pero que se han dedicado a traicionar en los largos, fatigantes e inútiles 29 meses de su hasta ahora, fracasada gestión.

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